Por Eldys Baratute.
La sociedad moderna impone estilos de vida, cánones de belleza, estereotipos que hegemonizan y limitan las individualidades. Lo supuestamente bello deja de ser una categoría subjetiva para convertirse en un molde y quien no entre en esa horma no clasifica, se queda al margen, a veces con etiquetas que marcan el desandar posterior de su vida.
En un mundo, además patriarcal, la mujer “debe” estar más apegada a esos paradigmas para cumplir con el canon. La primera regla que le impone la sociedad es no ser gorda, no se puede ser gorda y ser hermosa. Está prohibido. La belleza se reserva para las mujeres delgadas con caderas bien definidas.
Por suerte, siempre hay una voz que reivindica, que grita, que se resiste a seguir los esquemas, una voz que pondera la belleza más allá de curvas y kilos de peso. La Venus de Willendorf, descubierta a inicios de siglo XX, o la obra de Fernando Botero, dan fe de esto.
La actriz, dramaturga, docente y poeta Jimena Márquez, con su poemario Mujer gorda, publicado por la Editorial Club, en el año 2022, se suma a la lista de esos creadores que, desde el arte, ponderan a la mujer y su gordura.
No es este un libro pesimista o lacrimógeno, aunque se siente, a ratos, el dolor. No es un libro lleno de odios contra un mundo a veces cruel, aunque también se respira un poco de reproche. Es más bien un poemario en el que la protagonista se sabe gorda y lo disfruta, se burla de ella misma y de los que pretenden reírse de su anatomía. Son textos que, aunque coloquiales, dejan ver un profundo lirismo, ese que se esconde detrás de la metáfora certera. Cada sintagma es un grito al respeto de la privacidad, a la otredad. La mujer gorda sueña, vive, ama, se desplaza dentro de un ómnibus aplastando a todo el que se encuentra a su paso. La mujer gorda tiene derecho a desvestirse mientras sus masas caen flácidas, la mujer gorda, primero que todo, es una mujer.
La cita de Emilia Pardo que abre el cuaderno pauta, quizás, lo que quiere Jimena que se vea en el resto las páginas. (…) En verdad lo que amamos en la mujer no es la mujer, sino el espíritu; y quién busque en la mujer más que el espíritu, será abandonado por Brahma.
(…) Y mientras se hojea el libro se descubren fragmentos de la vida de esa que insiste en
ser feliz. Más allá de que sea
…adiposa,
cebada,
descuidada,
elefanta africana,
majestuosa y profana
lipídica montaña que resguarda
un Edén terrenal de demasía…
Paisajes cargados de folclor aderezan un poemario que, en su mayoría, muestra una
realidad tan aplastante como la vida misma. En esos casos, Jimena apela a sus
conocimientos de dramaturgia y muestra una sucesión de escenas que dejan el gusto
agridulce de la felicidad entrelazada al dolor.
Si tuviera que quedarme con un solo poema, algo que no quiero hacer, elegiría el número 27. En él se descubre a la mujer gorda sola, dentro de casa, a resguardo, acompañada solamente de sus kilos de peso y su soledad, su libertad.
…si no la miran cumple sueños secretos
se hace peinados nuevos
corre
se tira pedos
ella se siente libre…
El texto cuenta, además, con viñetas de la propia Jimena que muestran a desbordantes mujeres hermosas, plenas, sin rostro, universalizando su imagen.
Si hay algo que deba señalarle, desde el punto de vista editorial, es la falta de índice. Más allá de que los poemas tengan nombre o no, el índice es una herramienta necesaria para los lectores.
En definitiva, este es un libro para disfrutar, para reír, llorar, indignarse, ser cómplice, emociones todas que nacen cuando se lee la buena poesía.