La agenda de la temporada primaveral 2017 estuvo nutrida por la realización del Festival Internacional de Artes Escénicas (fidae), en el que se presentó una grilla de lo más interesante, compuesta por espectáculos extranjeros y de la cartelera uruguaya (ya que en un acertado manejo del Instituto de Artes Escénicas (inae), que se encarga de su organización, no se limita a presentarse en Montevideo) en una mezcla muy equilibrada.
Además de La resistible ascensión de Arturo Ui, de Bertolt Brecht, producida por El Galpón, y Rabiosa melancolía, de Marianella Morena, se destaca la interesante propuesta de Otros problemas de humanidad, de Sebastián Calderón.
Entre las propuestas extranjeras, obras como He nacido para verte sonreír (España/Uruguay), A voz en cuello (España) y Feos (Chile) ofrecen variedad de temas entre los que se destaca la marcada presencia de obras como Still Life (Italia), sobre diferentes aspectos de inclusión y perspectiva de género.
En cuanto a la formación de públicos, la Escuela de Espectadores del Uruguay (escueladespectadores@gmail.com) tuvo a su cargo la mediación entre los actores y la audiencia en varias de las obras presentadas.
Otro acierto fue incluir instancias complementarias, como ruedas de negocios, taller de escritura e instalaciones, así como la presentación de la nueva edición chileno-argentina de Tebas Land, de Sergio Blanco, que realizaron en el inae el autor acompañado por su editora, Gabriela Halac; el director del inae y del fidae, José Miguel Onaindia; y la profesora María Esther Burgueño.
Realmente se trata de un muy buen ejemplo de gestión y realización cultural.
Prisioneros de su realidad
Nerium Park
Van quedando pocas sonrisas
prisioneros de esta cárcel de tiza
se apagó el sentido
se encendió un silencio de misa
menos horas en la vida,
más respuestas a una causa perdida
de por qué los sentimientos, vuelven con el día.
Callejeros, ‘Una nueva noche fría’
Un dream team
Decididamente, luego del estreno por la Comedia Nacional de La travesía, también de Josep Maria Miró, con dirección de Jorge Denevi, esta puesta lo consolida como uno de los dramaturgos más interesantes de la temporada.
En un registro completamente diferente, Gerardo Begérez nos trae un thriller psicológico que pone en el banquillo los prejuicios y miedos de una clase que fue quizá la más perjudicada en la crisis económica que sufrió España en 2012, cuando se escribió la obra: el sector arribista de la clase media, a los que en inglés se conoce como wannabes, porque aspiran a una posición social y económica que no les corresponde por sus ingresos, por lo que se endeudan y quedan en las posiciones más vulnerables ante este tipo de crisis.
Primero, lo primero: la elección de los actores es inmejorable, Gustavo Saffores y Soledad Frugone encarnan a los personajes con solvencia y se lucen en los momentos dramáticos, pasando por los diferentes climas.
El vestuario, específicamente el de Frugone, es impactante y como elemento principal refleja el paso del tiempo en cada escena, ya que cada una corresponde a un mes de la historia que transcurre en un año. El nombre de Nelson Mancebo exime de más comentarios.
El dispositivo escénico es especialmente inteligente en su concepción (aunque en su realización enfrenta las limitaciones que impone la realidad de la sala Atahualpa), ya que se ingresa por detrás de la gradería, como si se estuviera entrando al complejo habitacional homónimo de la pieza, y se aprovecha el desplazamiento para que supuestas promotoras le informen al espectador sobre las oportunidades de compra y del significado de “Nerium”. Mediante este artificio el director logra cerrar la cuarta pared, pero detrás del público, creando una atmósfera de inclusión al principio, que rápidamente se vuelve opresiva y claustrofóbica, de manera muy funcional a la puesta. Las luces y el mapping complementan muy sutilmente el efecto.
Prisioneros de su realidad
Los protagonistas, como clase, resultan bastante tentadores para estereotiparlos: personas jóvenes o de mediana edad, sin hijos o con hijos pequeños, profesionales y empleados en las secciones altas de empresas o corporaciones. Debido a sus ambiciones son agresivos en sus empleos, pero esto los lleva a dedicarles demasiado tiempo fuera de horario e incluso a llevarse el trabajo a la casa, con la consecuencia de que son rápidamente colonizados en sus vidas por sus actividades laborales.
Como consecuencia directa, sus vidas giran en torno a su profesión, así como su sentimiento existencial. En algún sentido son definidos por lo que hacen y, dado que el valor de esto se traduce en cuánto ganan, los bienes materiales adquieren un rol posicional, lo que los convierte en presa de todas las burbujas económicas, hipotecarias o de créditos al consumo. Por tanto, cuando sobrevienen los inevitables derrumbes asociados a esto, no solamente pierden sus posesiones, sino también lo que le da sentido a su vida. De este modo, lo que en una visión muy ligera podría considerarse –minimizándola– una situación económica se convierte en una crisis existencial, ya que lo que pierden, en realidad, es una parte de sus propias identidades, quizá la más relevante.
Como en esa época en Uruguay no hubo crisis, el director tomó una decisión inteligente al desplazarla a la última situación similar, que fue la de 2002, porque aun cuando no estuviera asociada a una burbuja inmobiliaria, es más fácil que resuene en el imaginario del público y sus aprensiones. De esta situación temporal, así como de la espacial, los espectadores son informados por las “promotoras” que los reciben.
Al llegar al lugar, los protagonistas se encuentran en el día en que se mudan a su nuevo apartamento en el exclusivo barrio privado Nerium Park, siendo los primeros en hacerlo, con las expectativas de que pronto lo hagan otras parejas y familias, de ser posible de su misma clase. El lugar está convenientemente alejado de la ciudad, lo cual es un inconveniente a la hora de acceder a servicios y recreación, pero no menos cierto es que eso lo protege de los indeseados desempleados que la crisis está multiplicando por allí.
Sin embargo, nadie se muda y se produce una inversión terrible que logra instalar la atmósfera de tensión en la obra: un lugar pensado, diseñado y vendido como proveedor de la fantasía de seguridad, lujo y posición social, un barrio privado, se convierte en una prisión solitaria. El mantenimiento es nulo o casi, la oscuridad se hace insoportable y, como ocurre en todo espacio vacío, cualquier brillo, sombra o sonido se amplifica hasta dimensiones fantasmagóricas. No obstante, renunciar a Nerium Park implicaría perder una cantidad de dinero (que no les sobra). Por esto sus ambiciones, peligrosas en tiempos de burbujas que estallan, los convierten en prisioneros, mientras que sus prejuicios los vuelven carceleros de esta cárcel de lujo decadente y en decadencia.
Un dato imprescindible: el Nerium oleander, conocido en Uruguay como “laurel de jardín”, una especie bastante frecuente, es una planta tóxica que en España está prohibida para uso decorativo. Entre sus efectos, y no es menor, es capaz de causar alucinaciones bajo intoxicación crónica subaguda (pequeñas cantidades durante largo tiempo). Epónimamente, esta especie es ubica en el complejo en el que viven nuestros protagonistas, y el mantenimiento deficiente les permite crecer e invadir el lugar, lo que sugiere una atmósfera hopperiana de soledad y lucha entre civilización y naturaleza.
Más aun, nuestros protagonistas abandonados a su suerte, a medida que pasan los meses van pareciéndose cada vez más a la imagen de Nighthawks, especialmente por la aparición de un misterioso personaje, Sergio, que amplificará, como el extraño de Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), el conflicto que surge entre ellos.
Decíamos que los personajes se definen por sus trabajos más que por otros aspectos de su vida; ella es encargada de la sección de recursos humanos de una empresa, lo que en épocas de crisis implica decidir a quién echar, mientras que él es un técnico especializado en algo en lo que en su trabajo solamente hay dos personas a cargo, pero su empleador no es inmune a la crisis y comienzan los despidos. Este último dato es el inicio de una tensión dramática que, con la irrupción y mediación de todas las otras pistas que hemos dado, genera lo necesario en el teatro: el conflicto. Prepárese para disfrutar una hermosa obra, magníficamente actuada, escrita y dirigida. Hágalo.
Nerium Park
Autor: Josep Maria Miró.
Dirección y versión: Gerardo Begérez. Teatro El Galpón.
Asistencia de dirección: Felisa Jezier y Ana Clara Alexandrino.
Traducción del catalán: Eva Vallines.
Elenco: Soledad Frugone y Gustavo Saffores.
Escenografía: Rodolfo da Costa.
Vestuario: Nelson Mancebo.
Iluminación: Leonardo Hualde.
Selección musical: Gerardo Begérez.
Proyecciones: Julio Sánchez.
Producción ejecutiva: Patricia Medina.