MARTA PAZOS- FEDERICO GARCÍA LORCA – GABRIEL CALDERÓN
Por Bernardo Borkenztain.
CATARSIS.
“El arte es un tormento que Dios pone en el alma” es un verso que aprendí de mi Maestro Alejandro Dolina y que pertenece a Almafuerte, y si bien no soy artista, no pretendo serlo, este es el tercer ensayo que la maravillosa puesta en escena de la obra que García Lorca adjetivó como “irrepresentable y Calderón como “imposible” me obligó a escribir.
El primer ensayo, publicado en la revista DOSSIER* como parte de mi labor como crítico, consiste en un análisis de la puesta en escena y su adaptación. El segundo ensayo, presentado en la revista del Colectivo de Críticos Independientes ESCÉNICA No2**, profundiza sobre los elementos simbólicos y mitológicos presentes en la obra, que abarca tres universos complejos: el cristianismo, el mundo griego clásico y el freudiano
La obra me atormenta a escribir uno más, me exige usar la primera persona del singular, desafiando así la regla no escrita pero universal de los ensayos analíticos que dicta emplear un tono impersonal. Este desafío me conduce a emprender un último viaje hacia un lugar más oscuro que una catábasis y más característicamente uruguayo que cualquier otro existente; atravesemos juntos el astillero para llegar al teatro, más allá de Santa María. Descubriremos su humedad, su frío y su grisura: se encuentra debajo de la arena.
CHERCHEZ L´HOMME.
Lorca dispuso que esta obra no se representara hasta después de su muerta, y de hecho transcurrieron más de cincuenta años antes de que se llevara a cabo un intento de ponerla en escena.
Se dice que el arte solamente puede tratar dos temas: el amor y la muerte, y esta obra los tiene a los dos: en una puesta de “Romeo y Julieta” el director decide poner como Julieta a su amado.
El hecho de considerar reemplazar a Julieta por un actor (algo que Shakespeare hacía también) y que ese actor fuera además el amor del director, convirtiéndose, por la incomprensión del público, en una fuente de tormento para él plantea el verdadero conflicto central del drama.
Es perfectamente lógico que Lorca percibiera en el público –simbólicamente hablando – a una hipóstasis de la sociedad que lo invisibilizaba y criminalizaba, que impedía que su sexualidad pudiera ser vivida a pleno.
Esta obra es en cierta manera su venganza y su redención, de la mano de otro dramaturgo que también tiene algo que decirle al público.
“Un espectador inteligente” pedía Gustavo Saffores en la piel de un actor que intentaba hacer una puesta de Ricardo III en “Algo de Ricardo”***, una variación sobre “Ricardo III” de Shakespeare que Gabriel Calderón y que Mariana Percovich puso en Escena.
Veamos: Lorca Interviene “Romeo y Julieta” mientras que Calderón lo hace con “Ricardo III”, ambas obras son protagonizadas por Gustavo Saffores en Montevideo y dirigidas por mujeres por decisión artística de Gabriel Calderón.
Aún más: Enrique realiza una apuesta riesgosa al sustituir a la actriz por Gonzalo, mientras que Gustavo (en “Algo de Ricardo”) sabotea la puesta para desplazar al director y al elenco y tomar el control y el poder total de la producción que termina siendo un unipersonal. Es argumentable que todos los personajes de “El Público” podrían ser alucinaciones de Enrique, ya que el actor que representó a Julieta está muerto, pero esa es una interpretación permitida por el texto, pero poco poética. Dejémosla para los forenses y los notarios.
En ambos textos de Calderón hay una mecánica similar, los personajes de Saffores atentan contra la obra de Shakespeare desde el personaje principal a través del director, tomando como objetivo el público. Gabriel Calderón jamás hace algo de manera inocente, no al menos desde que la profesora María Esther Burgueño le explicara que un cartel en la obra “Uz el pueblo” no expresaba el mensaje que se suponía tenía que transmitir. Esto es importante, porque la complejidad solamente puede ser resultado del trabajo, y aquí es obvio que tanto Pazos como Calderón han trabajado mucho.
Hice la digresión anterior para dejar constancia de que Calderón ha intervenido el texto de manera significativa pero no extensa, interpolando texto del propio Lorca, como algunos de “Poeta de Nueva York”, incluyendo también de alguno de Whitman y quizás alguna otra intertextualidad que no pude identificar, pero, exceptuando las bíblicas, ya hemos tratado el tema. Dejo constancia y sigo adelante.
De esta manera, la historia de amor entre dos adolescentes, personajes de ficción de una tragedia, se ha vuelto la historia de amor de dos adultos, que pretenden representar la historia de amor de dos adolescentes, uno como actor y otro como director, en una serie de metaficciones que busca ocultar la verdad a la mirada del enemigo mortal que es el público, destino y juez de todos los actores. Poderosa metáfora polisémica. Sigamos el viaje del primer hombre, luego de un desvío necesario.
LA LARGA SOMBRA DE ONETTI.
No hay duda de que nadie ha retratado nuestra melancolía, desánimo e impotencia como nación mejor que Onetti, pero personalmente prefiero a Roberto de las Carreras. No porque crea más en él, sino porque me inclino hacia el vitalismo en lugar de la derrota. Aunque es indiscutible que nadie podrá igualar “Dejemos hablar al viento”.
En definitiva, para aquellos como yo, amantes de la mitología, “Santa María” es un universo fascinante. Por un lado, siendo químico farmacéutico y admirador de Díaz Grey, encuentro una conexión especial. Por otro lado, cada personaje está marcado y roto, reflejando fielmente la realidad montevideana y sus días grises., Eso lo hace un espejo muy realista de Montevideo, que hasta tiene su propia guía Michelin, como pudimos ver claramente en la película “El Dirigible”.
El problema es que esa ciudad quedó anclada en los años setenta, ni siquiera pudo llegar a la época de la televisión en color, ni mucho menos a la democracia, porque Onetti tomó la muy válida decisión de no volver a Uruguay y la más extraña “de no dejar jamás el lecho”.
Es claro que el siglo XXI necesita a otro poeta que nos ponga un espejo frente a nuestra mirada para mostrarnos las miserias que no queremos ver, y no cabe dudas de que nadie ha hecho eso como Gabriel Calderón, que nació al teatro junto con el milenio y creció con él, desde “Taurus el juego”, pasando por “Mi muñequita, farsa”, “Las buenas muertes” y un largo camino de éxitos y aprendizaje que lo llevó de la joven promesa que fue, pasando por su etapa en “complot y su “Pentalogía fantástica” hasta sus obras más maduras y terribles, “Ana contra la muerte”**** y “Tocar un Monstruo”***** hasta nada menos que poner en llamas la Comedia Nacional: juego, farsa, muerte, comedia, destrucción, creación… una sucesión digna de este siglo.
En el pasaje del Evangelio según Lucas 20:38-42, se narra el encuentro de Jesús con María y Marta. Mientras Marta se afana en tareas domésticas, María escucha atentamente las enseñanzas de Jesús. A pesar de las quejas de Marta por la falta de ayuda, Jesús destaca la elección acertada de María al priorizar escucharlo. Esta elección simboliza una voz relevante en medio del caos actual, donde autores como Onetti y Santa María representan glorias pasadas mientras Calderón y Santa Marta encarnan la mitología contemporánea.
No nos referimos, por cierto, a la ciudad de la canción de Larbanois y Carrero a la que la llegada de internet y la modernidad trastocó la vida con el festejo de Halloween, sino a la que nace porque Calderón, una vez más, hace pie en el viento y por su voluntad demiúrgica rompe una de las reglas de Santa María (ya lo hizo en 2004 cuando demostró que se podía llenar teatros con teatristas jóvenes) y en 2022 puso a mujeres jóvenes a dirigir y escribir para la Comedia Nacional.
Santa María no se quema, eso lo vemos en “Cuando ya no importe”, apenas se chamuscan unas cuadras y no cambia nada, pero en el primer año de la hégira de Calderón, la Comedia Nacional arde y de sus llamas alquímicas Santa María Muere y por el fuego se renueva, naciendo Santa Marta, donde sí se pueden hacer cosas, donde no solamente la televisión ya es en color, sino que por suerte aún para los farmacéuticos los días no son grises.
Ese es el universo alterno que muestra las realidades diferentes en las que ocurren todas las maravillas de estos tres años, porque Gabriel Calderón se ha afanado en hacer, no en decir, no ha usado palabras sino acciones, ocupó la explanada con una selva y la convirtió en un pedazo de Colombia, hizo arder la Comedia, creó nuevos clásicos, visitó nuevos mundos…
Todo esto ha dado forma a este mundo alternativo donde la ley se llama Marta Pazos, y donde Enrique y Gonzalo viven su amor maldito y condenado por su rebelión.
Y como las reglas se hicieron para que Gabriel Calderón venga a este mundo a romperlas, él y Marta Pazos representaron, poniendo en peligro la carne y la sangre de Gustavo Saffores y Fernando Vannet lo que el ingenuo poeta llamó, en un arrebato de hybris, irrepresentable. De eso quiero escribir.
EL VIAJE DE GONZALO
Enrique (Gustavo Saffores) es el director de la puesta en escena de “Romeo y Julieta” y ha reemplazado a la protagonista por el hombre que ama, Gonzalo (Fernando Vannet) y esto es lo que desencadena el conflicto dramático que provoca que el público asesine a Gonzalo por la impostura.
Enrique está atormentado por la duplicidad de su incapacidad de asumir la agencia de su deseo y solamente puede encarnar su realidad con el artificio de atravesar la “mandorla”, una boca/vagina enorme de la que vuelve transformado en un arlequín femenino (Jimena Pérez), que se llama Guillermina, clara alusión a William Shakespeare, de cuya autoría se apropia, él se adueña de la obra que se representa en ese momento.
En su primera aparición, son tres los hombres que aparecen como “el público” y visten el mismo traje que Enrique pero intervenido con dibujos del esqueleto, musculatura y la piel, como si fueran la disección del director, los diferentes niveles de su interior. En ese momento es “el primer hombre”, no tiene aún nombre, pero al sucederse las escenas se va revelando la relación amorosa entre ellos, y queda evidente que el amor entre ambos es el nexo mortal entre el arte y la consumación. Precio y premio todo al mismo tiempo.
Por otro lado, el conflicto de Enrique no es solamente con el público sino con su propia masculinidad, vive su pasión con amor culpógeno, y solamente puede enfrentar a Elena (Florencia Zabaleta) mediante el artificio de convertirse en el director-arlequín femenino que habla con la voz de Saffores y que sí puede enfrentar a la mujer más hermosa del mundo que se presenta con la belleza divina de la propia Afrodita y la presencia enorme en escena de Zabaleta y Pérez genera un duelo que valida por sí solo toda la obra.
El relato de la historia es una sucesión de Gonzalo y Enrique. Pero no olvidemos a Brecht, todas estas historias están transcurriendo en Santa Marta, perdón, en Montevideo. Prosigo.
Cuando el público (ficcional, representado por sinécdoques como perlas, dientes y un frasco de perfume) presencia la obra, Julieta ha sido reemplazada por un muchacho mientras que la actriz es descubierta atada bajo una butaca y eso genera una reacción violenta que termina en la muerte del joven actor. Esto es narrado por el sector “racional” del público, los estudiantes en una escena crucial para que el público “real” (el que está en el Teatro Solís) pueda comenzar a hilar la trama.
Luego tiene lugar un hecho teatral mágico desde lo poético, con un efecto convivial de fuerza demoledora y con una gran cantidad de información en solamente dos escenas, algo realmente difícil de realizar manteniendo la belleza.
En la primera Marta Pazos baja el telón y pone a Jimena Pérez, que es el inconsciente de Enrique, en traje de arlequín (pero no el blanco) a cantar el “solo del pastor bobo”******. Ese solo, ejecutado con patetismo desgarrador por la bellísima voz de Jimena Pérez, que es una eximia cantante, rima repetidamente palabras con “poeta” y “careta” porque al fin Enrique se ha sacado la suya y puede amar a Gonzalo y unirse a él. Las máscaras de la tragedia y de la comedia cayeron, las de la farsa fueron depuestas.
En la contra escena, Gonzalo y Enrique se besan y desnudan en una escena de sensualidad animal, que da cuenta de la furia contenida del miedo que se libera luego de mucho tiempo reprimido, y, mientras Gonzalo, el “primer hombre”, es desnudado, queda vestido solamente con una suerte de taparrabos al estilo de las iconografías cristográficas del renacimiento.
En ese momento sube el telón, y una enfermera lo pinta de rojo y coloca una corona de espinas azules. Su mirada es resignada y benévola, pregunta a la enfermera que lo atiende : “¿Cuánta sangre me sacaron”
Ella (Florencia Zabaleta) le responde “Cincuenta vasos” lo cual es importante, porque es llamativa la medida para la sangre, ya que remite directamente a la transustanciación, todo apunta a la apoteosis de Gonzalo, y en este momento se debe recordar que los caballos******* en la primera intervención de los tres hombres sirven copas de un líquido rojo, y uno de ellos es Gonzalo.
El viaje del héroe exige que al recibir la llamada a la acción el candidato cruce el umbral del mundo mágico (el escenario) y con sus ayudantes (elenco) y en contra de sus enemigos (el público) enfrente a la muerte y eventualmente regrese cambiado, incluso, como un dios.
Así, Gonzalo se ha vuelto el desnudo, el cordero con cuya sangre ha lavado los pecados de Santa Marta y su incapacidad de amar, su hipocresía para juzgar y su mucho hablar y poco hacer.
Y Gabriel Calderón es el que ha llegado para traer una nueva alianza con Santa Marta para que una nueva forma de hacer teatro haga arder el teatro y temblar las raíces de los árboles. Se está preparando el desembarco final del enviado por Dionisos, y yo me reparo para quedarme con la mejor parte, la que no me será arrebatada.
*https://revistadossier.com.uy/teatro/teatro-espejo-fiel-de-una-realidad-infiel/
**https://heyzine.com/flip-book/0c0a40c460.html
***https://revistadossier.com.uy/teatro/la-resistible-ascension-del-jabali/
****Estrenada en 2019 antes de la pandemia por el propio Gabriel Calderón con Gabriela Iribarren, Marisa bentancur y María Mendive.
***** 2023. Dirigida por Gustavo Kreiman y Leonardo Sosa con Carla Moscatelli y Dahiana Mendez.
****** y ese es uno de los momentos más destacados del año, lo afirmo antes de llegar a la mitad de este y no temo equivocarme.
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