Por Carlos Dopico.
Enigmática y sutil, refinada y exquisita, hipnótica y experimental, melancólica y luminosa, virtuosa y simple, Montevideana y Universal. Intentar resumir la obra de Sylvia Meyer es una pretensión ambiciosa y probablemente infructuosa. Su música es capaz de filtrar por las hendijas, colarse por la banderola y penetrar las almas como un extraño elixir que se evapora lentamente hasta inundar el lugar.
“Hago música para escuchar algo que nunca escuché, que nadie escuchó. Si fuera arquitecta me construiría una casa para vivirla de adentro… Hago música para ocuparla y compartirla”, confiesa.
Lleva más de 4 décadas componiendo sin pausa, poblando de sonidos y silencios el ambiente escénico y rehuyendo de las luces del escenario. “Prefiero diseñar sonido para imágenes que ser una imagen en un escenario”, explica convencida la cantante, pianista y compositora. “Gerenciar la realidad de un espectáculo exige mucha fricción y trabajo que nada tienen que ver con la música. El público esta saturado de espectáculos y no veo la necesidad de aumentar la oferta”.
Luego de casi 30 años sin publicar sus canciones en formato físico y alejada por años de las presentaciones en vivo, en 2022 publicó ¿Quién? y regresó al Uruguay para presentar un concierto en el Teatro Solís. Como si fuera poco, un buen número de artistas nacionales nucleados como Club de fans de Sylvia Meyer, editó un álbum celebratorio con diversas versiones de su repertorio, al que titularon “Un desánimo nada triste” (Feel de Agua, 2022).
“Después de muchos años de delicioso silencio, Gerardo Grieco me propuso hacer un espectáculo en vivo y lo hizo posible. Tuve en paralelo el privilegio de conocer una barra de cómplices y compinches que generan entusiasmo y hacen música en Montevideo (el Club de Feel de agua)”.
El anuncio de su retorno y el interés por su obra hizo que parte de su discografía comenzara a estar disponible en plataformas.
En estos meses, Meyer completó otros dos trabajos discográficos Se Se Se Se y FIERRO, y editó además la banda sonora del documental Ida Vitale que dirige María Arrillaga.
“Se Se Se Se es una bandada de pronombres reflexivos. Un álbum para no entender. Una de las maravillas de este mundo es que no hace falta describir y menos explicar… Uno puede escuchar Se Se Se Se gratis en redes, sin esperar a oírlo por la radio o que se edite en vinilo”, explica esta representante del indie local. La publicación discográfica surgió en alianza con Little Butterfly Records. “Acordamos que ellos sacaban Quien? en vinilo y Se Se Se Se se editara en redes.
Finalmente lanzaremos tres discos nuevos en 2023: Se Se Se Se , FIERRO y la música que compuse para la película Ida Vitale.
Enrique Fierro es un poeta genial, un hermano adorable. FIERRO es un álbum basado en las palabras de Enrique Fierro. Enrique era el marido de Ida Vitale”.
Hace tan solo unos días, Sylvia regresó a Montevideo, y tras celebrar a su amigo Eduardo Darnauchans con un concierto por su 70 aniversario, 26 y 27 de noviembre volverá a cantar sus canciones en vivo. Cuando se le pregunta sobre el regreso, responde rápidamente “No regreso porque nunca me fui”. Si bien Sylvia vive hace más de dos décadas en Estados Unidos, su vínculo con la cultura local es tan estrecho como continuo.
“Es imposible volver si nunca te fuiste”, insiste Meyer y subraya: “Mi relación es constante con la música y con Uruguay. Hice bandas de sonido para películas uruguayas (“Alma mater” y “La deriva” de Álvaro Buela, o “Rambleras” de Daniela Speranza). Solo en 2023 hice dos: “Ida Vitale” y “El Nadador”. Todos los años trabajo con elencos de teatro. (Musicalizó obras dirigidas por Mariana Percovich, Gabriel Calderón, Roxana y Sergio Blanco, Villanueva Cosse, o Margarita Musto). En este momento tengo propuestas de dos directoras para realizar bandas de sonido para sus espectáculos en 2024 en Montevideo (María Dodera y Roxana Blanco)”.
Para Sylvia Meyer lo que sucede es parte del acontecimiento, ni siquiera del deseo o el propósito. Esa es la razón de su desánimo nada triste, no hay expectativa. Advierte que: “vivir sin planes, metas ni certidumbres, espanta la tristeza. Soy partidaria de la calma dispersa, la delicadeza subversiva y la fragilidad de todas las certezas. Hago música. ¿Para qué? Para nada”.
26 y 27 de noviembre, 20.30 en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís.