Por Eldys Baratute.
“La música es la más bella forma de lo bello”, sentenció un americano universal, al referirse a un arte que ha sido centro en la vida del autor de este libro. A manera de álbum ilustrado llega una historia breve en la que Juan José Zeballos no oculta su intención didáctica, “su especial interés en acercar la música a todas las personas” y, agregaría yo, de todas las maneras posibles.
En Romina y la música, publicado en 2022 por Ediciones del Garaje, el autor ofrece con elementos de apreciación musical: el ritmo, la nota, el silencio, sus combinaciones, la posibilidad de producirlos sin un instrumento especializado, incluso solo con el propio cuerpo. De modo que este acercamiento a la creación literaria desde el mundo onírico de un personaje infantil, no implica desapego del arte que constituye pasión de vida en este hombre, niño aún cuando ofreció su primer concierto en público, quien, con una exitosa carrera como pianista dentro y fuera de su país, no se conforma aquí con la simple explicación de cómo generar una melodía con casi nada, va más allá, cuenta las bondades, que quizás muchos conocemos pero en las que no siempre pensamos: con la música podemos “bailar, cantar, conseguir muchos amigos, contar historias… (…) expresar todo lo que sentimos”, dice Romina a las gaviotas, y no conforme con ello, les asegura: “cuando estudiamos música mejoramos nuestra sensibilidad, nuestro carácter y nuestra capacidad de concentración”, resumiendo en un breve párrafo las influencias positivas del arte de combinar armoniosamente sonidos y silencios.
Pero hablamos de un álbum ilustrado. No sería lo mismo Romina y la música sin el realce que dan a sus páginas las ilustraciones de Cristian Moreira, complemento ideal para este sueño en que, leyendo la partitura de la naturaleza, la protagonista intercambia ideas sobre la manifestación con sus nuevas amigas, no por casualidad, dos aves. Moreira consigue con sus dibujos no solo una representación atractiva de los personajes, sino dinamismo y expresividad, al punto que a veces pareciera que va a brotar de estas la voz o el ritmar de la percusión.
Estoy seguro de que Zeballos comparte la definición de música de José Martí con que abre este texto, y eso lo impulsa a llevar esa belleza a la mayor cantidad de personas posibles, ya sea desde un concierto, un fonograma, los medios de comunicación, las herramientas de gestión cultural que se ha agenciado para conseguir desde frentes diversos este propósito, o a través de la creación literaria, dirigida esta vez al público de las primeras edades, ese que, en pleno proceso de formación de gustos, de personalidad, se apropiará el diálogo de Romina y las gaviotas, como el cuento que es y, sin apenas percatarse, se asomará, entrará tal vez ya, al riquísimo universo que Juan José Zeballos y Cristian Moreira les presentan: el de la música.