Salven a los libros. Por Nelson Díaz.
Como en Los libros arden mal, publicado en el 2006, el escritor gallego Manuel Rivas (La Coruña, 1957) retoma en El último día de Terranova, el tema de los libros como disparador de sus historias.
Si la monumental Los libros arden mal, situada durante la Guerra Civil española, es una novela de más de seiscientas páginas donde se enlazan historias y personajes de Galicia y de España, el franquismo y la libertad, formando una collage donde quedaba en claro que la quema de un libro es un pedazo de historia que se pierde, la nueva novela habla del fin de un reducto sociabilizante y bastión de resistencia en años difíciles. Se trata de Terranova, una librería que sesenta años después de creada, enfrenta un cierre inminente.
Estamos en el 2014 y los negociones inmobiliarios valen mucho más que unas bateas llenas de libros y sus historias. Y ahí está Vicenzo Fontana, un librero entrado de más de 60 años que, como lo fue antes sus padres Amaro y Comba, regenta la librería Terranova en cuya puerta se ve obligado a colgar un cartel con un letrero que dice “Cierre por liquidación”, ya que se ve acosado por las presiones de empresarios inmobiliarios. Y es en ese último día de Terranova, donde Fontana hace un repaso por su vida estrechamente unida a la librería y nos cuenta todo aquello que ha acaecido en Terranova desde que fue abierta por sus padres tras la guerra civil, época en la que su padre Amaro tuvo que esconderse del franquismo, o sus años de niñez en los que sufrió poliomielitis y debió sufrir sus secuelas físicas el resto de su vida. Una vida marcada por la librería y los libros a los que llegó a odiar en algún momento.
El último día de Terranova es una novela de personajes donde hasta la propia librería Terranova es uno de ellos, con sus desconsuelos y su valor, con sus miedos y sus acciones heroicas, con sus rincones ocultos que servían de escondite a disidentes. Hay otros personajes queribles que pasarán por esta novela y por esta librería que se encuentra a punto de cerrar. Hay una pareja de que vive en una cárcel abandonada; Garúa, la joven enigmática joven argentina que conoce en Madrid, que viene huyendo de lo que fue años después una dictadura atroz y sangrienta; o el tío Eliseo que ha recorrido medio mundo y que se define a sí mismo como contrabandista de libros. @Rivasbarrs
El último día de Terranova no es una narración lineal, lo que lleva a que, sobre todo al principio, cueste trabajo seguir el hilo narrativo. No obstante, la forma de contar del autor de El lápiz del carpintero, ¿Qué me quieres, amor? y Las llamadas perdidas, entre otros, hace que el lector se adentra en la historia y la novela se disfrute por ese mismo amor a los libros que pregonan los personajes. En un mundo donde cada vez cierran más librerías, El último día en Terranova habla de la resistencia, casi quijotesca, que lleva a cabo una librería que tiene su historia y de la inmoralidad, en este caso, de los especuladores inmobiliarios.