Por Eldys Baratute.
No imaginé lo que hallaría en la corriente de este río cuando me lancé a bogar por ella, cuando me subí primero a la camioneta y luego a barca donde navega, personificado en dos niños pobres, uno de los flagelos más sensibles que asolan hoy a nuestras sociedades, la emigración ilegal.
Pudiera sorprender a quien no conoce su extensa obra, en especial la zona de esta dedicada al lector infantil, el modo en que Horacio Cavallo consigue vestir de ternura y delicadeza una tragedia tal, sin restarle un ápice de dramatismo. Narrado en primera persona por una niña sicológicamente bien diseñada, que en pocas páginas nos muestra (en gran parte a manera de subtexto) lo que ha sido su vida, dejando entre líneas aquello que la condujo a la situación actual, En el corazón del río es un alerta que no dejará impávido a lector alguno, por lo conmovedor del relato, impregnado de un lirismo que por momentos cuaja en franca poesía, como cuando el pequeño Juan enumera las cosas lindas en que piensa: “El pelo incontrolable de mi hermana, / como una larga noche bajo el cielo. / Dos círculos de verde caramelo: / los ojos de mamá, su risotada”.
Juan viaja solo con Diana, algo mayor, en una travesía difícil, peligrosa, a encontrarse con su madre. Ambos van envueltos en el miedo, expreso en el silencio que llevan “a flor de piel”. Al pequeño lo protege su hermana, la narradora, a ella la protegen sus recuerdos: familia, costumbres, afectos, esa madre a cuyo encuentro van, “capa, larga como la noche, que cubre las cajas que hay encima de nosotros”, esa madre con la que al final… ¿consiguen reunirse?
Asistimos a una tragedia signada por la cotidianidad, que ocurre cada día un cualquier latitud: el Mediterráneo, el Caribe, nuestro continente; realidad recreada acá en toda su dimensión, sin aspavientos pero sin disimulos, embellecida solo por la maestría de un escritor comprometido emocionalmente con lo que cuenta, para hacernos sentir esa emoción, ese desasosiego in crescendo por la suerte de los protagonistas que, para el niño lector, sin embargo, atenuará la poesía, y una especie de sobredorado fantástico que matiza el relato hacia las últimas páginas.
Esta entrega de El corazón del río, que nos llega a través de editorial chilena Muñeca de Trapo E.I.R.L. (2024) se enriquece, ¡y de qué modo!, con el arte de María Elina Méndez, cuyas bellísimas ilustraciones complementan de manera coherente el texto, y equilibran, mediante el uso que hace del color y el movimiento de las imágenes (que van a su vez trenzando su propio relato) lo que de triste encierra la historia, para formar entre ambos un producto hermoso, un libro que atrae a la primera mirada.
Este es un libro para releer, pero además, con certeza, un hallazgo que estimulará en quienes todavía no la conocen, a buscar el resto de la obra de Horacio Cavallo, recorrer lo publicado para niños desde Oso de trapo hasta La gorra y el gato; acercarse a su poesía. Por lo pronto, les recomiendo viajar con Dunia y su hermano en busca de un nuevo horizonte, pero le aviso, de hacerlo, dejará En el corazón del río, junto a otros muchos corazones náufragos, metamorfoseados, libres, una parte del suyo.