Por Melisa Machado.
Nacida en 1977 sus poemas han sido publicados en antologías y muestras de poesía uruguaya, revistas literarias y publicaciones en América Latina y Estados Unidos. Publicó No sé qué hago en Inglaterra (2013) y Ororó en (2017) con la editorial Yaugurú.
¿A qué sentidos les das más relevancia?
El color, el olor y el sabor son para mí muy poderosos, más que mis favoritos mis respetos, mi gratitud y también mi temor hacia ellos.
¿Cuál es la flor que más te gusta y cuál la que no?
De las que conozco me gustan todas menos el crisantemo.
Si no fueras humana, ¿qué animal te gustaría ser?
Los humanos también somos animales, así que el que me tocó ser me gusta. No tengo idea cuál no me gustaría ser.
¿Qué autores te han marcado y a cuáles estás leyendo ahora mismo?
Varios me marcaron, incluso creo que a veces uno no llega a reconocer a todos los que le han marcado. Hace tiempo sé que no podré leer ni una pequeña partecita de lo que se ha escrito. Ahora estoy releyendo un libro de Roberto Calasso llamado Ka. De los poetas estoy releyendo a Hugo Padeletti, el libro se llama El andariego. Esa es la lectura base por decirlo de alguna forma, la poesía también tiene eso: posibilita leer a muchos autores al mismo tiempo, leer un poema de varios poetas en unas horas. Hay etapas donde necesito poder hacer muchas lecturas al mismo tiempo y otras donde solo quiero tener un libro sobre la mesa, ahora estoy atravesando eso: tengo pocos libros abiertos al mismo tiempo. También están los poemas que uno recuerda de memoria, o ciertos versos o ciertos fragmentos de alguna novela o película, una obra o una canción que aparecen en la mente. Ese es justamente su poder: están sin estar.
¿Podrías decir que detestás, amás o idolatrás algo o a alguien?
Sé a quiénes amo, pero no detesto ni idolatro. No suelo usar ninguna de esas dos palabras en mi cotidiano, quizás use otras que asemejan lo que esas palabras significan, quizás pueda detestar ciertas situaciones en ciertos momentos. La palabra ídolo me es aún más lejana, capaz “genia” o “genio, genial” o un montón de otras palabras cuando admiro a alguien o a algo.
Cambiando totalmente de tema, ¿qué te gusta comer?
¡Qué no me gusta comer es la cuestión! Y vuelvo a pensar: hay frutas que nunca probé… ¿Qué puedo saber de esto realmente? Podría pensar en platos de diversas regiones del mundo que no conozco… y así.
¿No tenés un plato o una fruta favoritas?
Lo favorito me retrotrae a la infancia, a ese tiempo donde había favoritos, hace mucho que no habito ahí completamente.
¿En qué momentos te ponés a escribir o por qué?
Si me das a elegir prefiero escribir de mañana, es decir, levantarme, hacer algunas pocas cosas y sentarme a escribir. No lo puedo hacer siempre pero cuando puedo lo disfruto mucho. Disfruto también cuando me vienen ganas de escribir, a veces sucede, y no hay horarios para esto. Entonces ahí escribo donde puedo cuando puedo, con lo que tenga a mano, en el celular, en un papel, en la computadora.
¿Cuál es el estado más común de tu ánimo?
Cambiante pero no agudo. Una especie alegre pero no demasiado.
Poesía de Ana Strauss
Fragmento de Ororó, publicado en 2017 por Yaugurú, Montevideo.
III
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena y más arena
debería entre mis manos
hacer arena
deletrear luces
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena y más arena
pausar en cada paso
palpo esa idea anterior entre mis manos
mirar antes
mirar lo que viene andando
cuando cierro las pupilas
desarraigo las pupilas,
amarro un paso del día
de ese día sobre mi palabra,
la boca,
los pies
que el palabrerío
desencadene
las palabras anteriores
lo que ha llegado antes
lo anterior
allí no reconozco las orillas
de mis palabras nada
se me vacían los ojos
he perdido la mirada de mis pies
mi sombra más lejos
me desmembró de mis otras orillas
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena y más arena
al cabo de unas horas se abren los ojos
se recobran los ojos
he olvidado que decir.
07:01
de mañana cuando todo está por hacerse
cuando de mañana las horas nuevas
las voces tararean
es decir
la resonancia de lo que habito y me habita
el aullido del mar
la resonancia en la caja del piano
en cada tecla
en la ciruela que se coloca sobre la mesada
los erizos que nacen de las uñas
los minutos que se actualizan
la mirada al rostro que cruza la última frontera
la resonancia de la respiración se multiplica
hablemos
hablemos
dejemos una oruga para mañana
corre la tinta que corre en el libro de los días
atestigua y sin testigos
mañana seremos otros
allí un retazo de la historia
a su cara perpetua y esquiva
gratitud
al nombre del liquen
gratitud
en la actualización del segundo
se dilatan las paredes
aguzar la mirada mientras el sol dice:
la piel se vuelve hueso, marfil y obsidiana
la mañana
los movimientos lentos
despertar e ir despertando
cuando abra los ojos el tesoro está ahí
hoy amanecerá
entonces deseo
deseo que sea por defecto, actualización, por alta fidelidad
por la actualidad de tu nombre, del mío
por esas queridas resonancias.
Fragmento publicado en Poesía de los países guay. Editado por Wilson Cardozo y Alain Saint-Säens. Prensas Universitarias de América Latina. 2018