DOSSIER CRÍTICO / CINE
Por Wilmar Umpiérrez
La reconstrucción, del argentino Juan Taratuto
Vientos del sur
Es curioso ver cómo una de las películas más decorosas del ya maduro cine argentino va a parar directamente a las bateas de los videoclubes después de un par de amagues de estreno en la gran pantalla. Sobre los criterios de distribución de la industria del celuloide daría para escribir una novela, pero como no es el caso, vayamos a lo que importa. Si se observa la trayectoria del director argentino Juan Taratuto salta a la vista que es uno de los pocos autores que consiguieron algo parecido a convertirse en un cineasta “mainstream” de cierta calidad, aunque como toda etiqueta resulta por lo menos discutible. Luego de crear comedias hechas a medida como No sos vos, soy yo (2004) y ¿Quién dice que es fácil? (2007), Taratuto se apeó de ese territorio que le es tan conocido y que se puede denominar como comedia romántica para atreverse a una geografía (literal y artística) mucho mas comprometedora. La reconstrucción cuenta además con un guión firmado por el propio director.
De entrada vemos a un cuarentón que maneja una camioneta por la Patagonia argentina y con cara de poco amigo de la vida. Es Eduardo (el rendidor Diego Peretti, que le ha ganado a todos los prejuicios imaginables), un ingeniero que trabaja en una zona petrolífera y que parece ir a contramano de todo. Cuando le hablan no responde, cuando le dan una orden simplemente la ignora, si se cruza en el camino con un accidente carretero mira para otro lado y cuando lo llama un amigo insistiéndole para que vaya a visitarlo a Ushuaia, se fastidia y le corta el teléfono.
De antemano parece una película de Carlos Sorín, aunque lejos de su intensidad, aclaremos. Como sea, el árido personaje de Peretti termina acudiendo al pedido de su amigo (Alfredo Casero), y de esa manera llega al sur del Sur para componer un cuadro de situación al menos curioso. Resulta que el lugareño necesita hacerse unos estudios médicos –después sabremos que hay algo más– y necesita que se haga cargo “por un par de días” de su tienda de venta de recuerdos patagónicos. El hombre vive con su mujer (Claudia Fontán) y dos hijas adolescentes con mucho interés en no darle bolilla al recién llegado, que además se comporta como un verdadero salvaje. A su malhumor se le suma el hecho de que come con las manos, por ejemplo.
Aun lejos de la comedia romántica, Taratuto vuelve a apoyarse en el juego de opuestos que acá representan el tosco Eduardo y la familia “normal” de su amigo. Pero no es la única reincidencia. Como en todas sus películas, a excepción de Un novio para mi mujer, Peretti vuelve a cargar con el protagónico y la decisión es correcta porque se trata de uno de los actores más eficaces del cine argentino, alguien que en el drama responde con la misma soltura que en la comedia. El quiebre en la película se da cuando lo que sería sólo un chequeo de rutina terminó con el paciente derivado a un cementerio.
Eduardo entiende que debe permanecer en el lugar y darle apoyo y guía a una familia que se quedó en estado de shock y sin reacción ante la tragedia. A esa altura es probable que algunos espectadores se sientan manipulados por un tono de leve autoayuda que se deja respirar en la pantalla pero no pasa de ahí, ya que el filme no llega a pegar debajo la línea de flotación emocional. Elementos como la muerte o el dolor son manejados con sabiduría por parte del director. Si uno suma actuaciones, rubros técnicos y poder narrativo, estamos ante un producto muy decoroso y habla de un creador al que habrá que tomarse más en serio.
Título original: La reconstrucción
Dirección y guión: Juan Taratuto .
Elenco: Diego Peretti, Alfredo Casero, Claudia Fontán.
Duración: 93 minutos.
País: Argentina.
Año: 2013.