Florencia Sáder.
Magdalena Mane Gurméndez es una artista uruguaya radicada en Montevideo. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y egresó del Centro de Diseño Industrial de Montevideo.
Residió en Ciudad de México y en Barcelona, donde estudió diseño gráfico. Se formó en dibujo, pintura, fotografía y cerámica en distintos talleres. Además de ser artista plástica, trabaja en su estudio de diseño y comunicación.
En los últimos años tuvo varios reconocimientos: fue seleccionada para el Premio Montevideo, el Premio Nacional de Artes Visuales y la Bienal de Salto en varias oportunidades. Expuso su obra en el Museo Nacional de Artes Visuales, el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC), el Subte Municipal, el Museo Figari y Artfest Garzón, entre otros.
Florencia Sáder, nuestra corresponsal para la zona este y casualmente excompañera de colegio de Mane, dialogó con ella acerca del arte y su proceso creativo.
Proviniendo del mundo de la publicidad como es tu caso, ¿cómo fueron tus comienzos como artista?
Desde siempre mi obra estuvo influida por mi trabajo. Ser diseñadora hace que utilice cotidianamente herramientas digitales y lenguajes gráficos que me permiten investigar y realizar composiciones más allá del diseño y la comunicación con fines comerciales. Comencé mi búsqueda jugando con palabras y textos en la computadora con los que lograba composiciones con un grado de calidad expresiva interesante, muy experimental. Por otro lado, siempre estuve vinculada a las artes viduales, hice Bellas Artes y concurrí a varios talleres de dibujo y pintura. Todo se fue amalgamando y así arranqué mi camino en la llamada poesía visual o experimental.
Tu arte trata con la palabra, ¿dónde encontrás las frases que decidís plasmar? ¿Cómo las seleccionás?
Soy una recolectora de textos, poesías y canciones. Siempre estoy leyendo y al acecho de palabras que me conmuevan o me interpelen. Archivo todo en cuadernos o notas en el celular que luego voy seleccionando según la obra que vaya a realizar. A veces el texto es el que me inspira en la realización de la composición; a veces experimentando y bocetando llego a resultados formales a los que les busco el texto que exprese lo que quiero transmitir. Hay un ida y vuelta en el proceso creativo, nunca parto desde el mismo lugar. Uso el texto como materia prima, como una trama, textura o tejido, que voy deformando y descomponiendo, por lo que casi nunca se termina de leer o entender. Creo que hay en las palabras, en las letras, en los textos, un fuerte componente visual, muy rico estéticamente, que a veces no lo apreciamos porque vamos directamente a leer el contenido de esos símbolos que conocemos y podemos decodificar. Pero cuando vemos una palabra o un texto en un alfabeto que desconocemos, como el árabe, el chino, etcétera, vemos esos grafismos como un hecho plástico.
¿En alguna de tus obras, el texto es creación tuya?
Nunca sentí que fuera buena escribiendo, y creo que esa incapacidad fue justamente lo que me acercó a la palabra escrita. No tengo obras con textos propios, pero sí he trabajado con chats míos, con mensajes de Twitter, con consignas de encuestas que realizo en Google y las respuestas son anónimas, o sea, uso insumos de fuentes no tradicionales según el proyecto que esté trabajando. Me interesa la fusión entre diferentes disciplinas y medios. Creo que la interacción entre lo digital y el trabajo más artesanal enriquece el hecho artístico. Hoy en día tenemos al alcance de la mano una cantidad de herramientas digitales y nuevas tecnologías que me resultan fantásticas para crear. No me limito en ese sentido, creo que todo recurso suma si está en función del arte. Admiro por igual el arte como el de Mark Bradford, que utiliza una lijadora eléctrica para crear, o el de Vhils, que usa un taladro para sus retratos, como también el trabajo artesanal con latas de El Anatsui o hasta las proyecciones de Refik Anadol.
Encontraste en el papel intervenido un medio para expresarte. ¿Trabajás con algún otro material? ¿Te gustaría explorar otros medios?
La nobleza y ductilidad del papel creo que conjuga perfectamente lo que me interesa expresar, hay algo en lo etéreo, lo sutil y delicado que se transmite en mi obra.
Sin embargo, también he incursionado últimamente en otros materiales, como acero o hierro, que me permiten hacer instalaciones a la intemperie o en lugares que no necesitan cuidados especiales, como palieres de edificios u hoteles. Por otro lado, nunca abandoné la pintura, sigo experimentando con textos en telas con pintura acrílica, tintas, aerosol e incluso con materiales como arena, mármol, cemento, etcétera. Siempre fui muy experimental, vengo de una familia muy inclinada a lo científico, por lo que he ido probando distintas disciplinas y actividades artísticas, para así encontrar un lenguaje en el cual poder expresarme mejor. Incursioné en la fotografía, el cine, la cerámica y el dibujo y la pintura, y en estas últimas probé todos los materiales que encontré: lápiz, carbonilla, pasteles, tintas, acuarela, óleo y acrílico; en técnicas como el grabado, collage, texturas, fotocopias, transferencias, entre otras.
Mis primeras interacciones con textos fueron haciendo collages de fotos y textos por medio de transferencias de fotocopias. Era una técnica interesante ya que siempre es una sorpresa el resultado: algunas partes quedan muy nítidas, otras difusas. Me gusta cuando no hay un control total del proceso y quedan cosas libradas al azar. Luego vino la etapa del esténcil, donde armaba un texto en computadora y luego lo calaba en un esténcil para plasmar textura matérica sobre una tela pintada. Y fue con el papel que usaba para recortar el esténcil con lo que terminé trabajando e investigando. Lo que era el deshecho, el descarte, se convirtió en material experimental.
Tus instalaciones tienen un gran componente teatral, la iluminación juega un papel fundamental. ¿Alguna vez pensaste en hacer escenografías?
La iluminación de las obras caladas creo que son parte esencial, fondo y figura son igual de importantes en la percepción. A veces la obra necesita sombras arrojadas que generen un alto contraste, otras veces muchos focos de luces hacen que se multipliquen las sombras, lo que genera una sensación caótica que potencia la obra, en todos los casos hay una intención estética buscada. Creo que a veces se genera inevitablemente algo escenográfico, aunque me gusta más entender mi obra como escultura en el espacio, que se pueda recorrer y rodear.
¿Qué temas que te interesa incorporar en tus obras?
En mis trabajos me interesa explorar el potencial visual de las palabras, despojándolas de su sentido más literal para generar obras con un significado diferente y que induzcan también a la contemplación. En el proceso creativo intento generar un diálogo plástico entre textos y temáticas inherentes al ser humano, desde el deterioro del lenguaje que conlleva a la pobreza intelectual, hasta la inteligencia artificial con relación al hecho artístico. Busco reflejar en estas poesías visuales, la fragilidad y la vulnerabilidad en la que nos encontramos como sociedad.
En los últimos años fuiste seleccionada en varios concursos y premios nacionales con tu obra. ¿Eso te condicionó de alguna manera? ¿Los premios y las críticas limitan o validan tu trabajo?
Los concursos o premios locales los asumo no como una competencia, sino como una instancia de desafío personal, un espacio en el tiempo de trabajo riguroso y también de realización de proyectos propios, a veces postergados por la vorágine diaria laboral. Me permite plantearme obras con un enfoque más conceptual, obras que siempre estoy rumiando y que logro materializar. Me obliga a bajar a tierra reflexiones e ideas. Es un proceso que disfruto mucho, y el quedar seleccionado no deja de ser un aval como artista, sentir que uno está en un camino exploratorio que también logra interesar a otros es un buen incentivo para seguir trabajando. El trabajo del artista es muy solitario, por lo que es importante conocer la opinión de críticos y colegas.