Muestra antológica de Carlos Federico Sáez en el MNAV
Un pintor de dos mundos y medio
Carlos Federico Sáez (Mercedes, 1879-Montevideo, 1901) vio truncada su carrera de gran artista por un golpe fatal del destino a los 22 años de edad. Su enorme talento para la pintura que desplegó febrilmente –como si él o la vida supiera que sería por breve plazo–, consolidándose en obras memorables que nos hace sentir orgullosos por haber sido un ciudadano de este pequeño gran país. Sáez despertó al dibujo y a la pintura muy tempranamente, tanto como para acceder a estudios en la Meca del arte académico (Italia) cuando sólo contaba catorce años. El maestro Juan Manuel Blanes había aconsejado a sus familiares su viaje de estudios, que se concretó gracias a becas gubernamentales.
El joven pintor se especializó en el retrato, en un período de fin de siglo que transitó por peculiares momentos de transición estética, que desde el Art Nouveau y el modernismo dio lugar –a manos de los impresionistas– a la revolución del arte moderno, causada por la influencia de Cézanne –el último impresionista– y la estética cubista. Sáez, estudiando en Italia, no fue ajeno (como lo demuestran algunas piezas de esta exposición) a la influencia de los grandes promotores de la modernidad, incluidos el mencionado Cézanne y también Toulouse-Lautrec. El neoclasicismo cultivado por Juan Manuel Blanes –quien deliberadamente no quiso ver a los impresionistas a su paso por París durante su tercer viaje a Italia– comenzaba a tambalearse a raíz de las nuevas propuestas. Sáez dio cuenta de cierto influjo decididamente moderno en sus retratos. Sus fondos y sus enérgicas manchas de óleo, dejando ver a menudo el soporte de sus lienzos, apoyan la teoría que su técnica derivaba hacia la emancipación del color y de la forma, presupuestos modernos ambos.
Sin embargo, su talento natural le indicó que debía llegar a las profundidades psicológicas, dotes de los grandes retratistas como Rafael y Picasso. Este último derivó en propuestas plásticas revolucionarias, como se sabe. Lo que no se sabe es qué habría podido pintar Sáez si su vida hubiera tenido la duración normal. Podemos situar a Carlos Federico Sáez en un mundo de transición y de quiebre, e indudablemente colocarlo en situación de pionero del realismo en Uruguay, un realismo que va dejando de ser naturalista para declararse premoderno, sin perder sus rasgos estilísticos propios de la escuela de Roma a fin del siglo XIX. Fue en los escasos paisajes uruguayos que pintó, que Sáez recogió con enorme sabiduría pictórica la calidad de la luz de los campos (‘Arequita’, 1892), lo cual lo coloca como pionero en la línea de los luministas iniciada por el español Sorolla e introducida en Uruguay por el posimpresionista Blanes Viale, línea que han transitado los pintores de vanguardia uruguayos, como Carmelo de Arzadun, Petrona Viera, José Cúneo y Zoma Baitler, este último con mayor influencia impresionista. Sáez demuestra en sus tempranas telas dedicadas a la naturaleza muerta (con apenas doce o trece años de edad), a las marinas y al paisaje, que la apertura estilística hacia lo moderno se está filtrando con gran vigor en sus propuestas a través de un sentimiento innato de una pintura que busca su liberación de la descripción lisa y llana.
Notable es una marina de aquella época realizada a la acuarela, con índices de lo que hoy podríamos llamar minimalismo. La respuesta a esta condición de avanzada que demuestra este artista viene dada por su innato temperamento de pintor, que por naturaleza rechaza los modelos rígidos y que, como en su caso, si accede a transitar un camino académico incorporará sus valores a la medida de sus propias necesidades. Esta magnífica exposición permite indagar en los procesos creativos del artista, por lo tanto tenemos que subrayar la calidad de su montaje tanto como el alcance de sus propios objetivos.
Organizada por el Museo Nacional de Artes Visuales a partir de obras de su propio acervo, la muestra ha demandado un gran esfuerzo para su puesta a punto, ocupando toda la planta alta con sus diferentes salas. Más de cincuenta pinturas, pasteles y acuarelas, así como más de un centenar de dibujos a lápiz y a tinta, bocetos y estudios, material gráfico donde se menciona la participación de Sáez en eventos nacionales e internacionales, diplomas, el póster ganador del concurso del Ateneo en 1901, y hasta la propia paleta del pintor, indican la preocupación del principal museo uruguayo de traer a la consideración popular toda su obra.
Finalmente se ha producido este homenaje a este artista que lo tiene ampliamente merecido por ser figura de primera línea para el arte nacional que desafortunadamente no pudimos contemplar en su madurez como hombre ni como artista (considerado en el sentido de su evolución natural).
Título de la muestra: Sáez, un mirar habitado. Artista: Carlos Federico Sáez. Curaduría: Enrique Aguerre. Lugar: Museo Nacional de Artes Visuales. Fecha: 20 de noviembre de 2014 – 2 de marzo de 2015.