Por Carlos Dopico.
Canciones de urgencia antes del temporal.
Durante los años de dictadura en Uruguay, Alfredo Zitarrosa debió exiliarse primero en Argentina, luego en España y finalmente en México. En los primeros tiempos fuera del país mantendría aún fervorosamente su actividad musical, pero la lejanía del pago en aquellos años duros iría cada día diezmando su voluntad. En 1973 el quiebre democrático en la región ya crujía con fuerza, y el 27 de junio se concretaba en Uruguay. El músico y compositor aceleró la grabación prevista para agosto y registró con prisa en Buenos Aires aquel álbum emblemático que saldría por el sello Microfón: Zitarrosa en la Argentina.
El disco incluía canciones propias y también piezas de varios folcloristas argentinos: Carlos di Fulvio, Atahualpa Yupanqui, Armando Tejada Gómez y César Isella, así como parcerías con los uruguayos Osiris Rodríguez Castillo, Luis Pedro Bonavita e Idea Vilariño. El repertorio abría la cara A con ‘Adagio en mi país’, una melancólica pieza que abrevaba el compromiso y la congoja del cantor: “Contiene todo cuanto quise poner en ella, todo cuanto pude, especialmente mi amor por nuestro pueblo, mi personal conciencia del proceso que estamos viviendo los orientales, eventualmente, incluso, eso que hoy se llama compromiso y que a mi juicio es nada más o nada menos que simple y pura honradez”. Cerraba la cara B con una flamante canción compuesta años antes (publicada como simple poco antes), inspirada en su padre guardia civil, mientras aguardaba en el vestíbulo del sanatorio donde nació su primera hija: ‘Chamarrita de los milicos’.
Aquel mismo año, casi en simultáneo el sello Cantares del Mundo publicó el disco Adagio a mi país, que contiene el mismo repertorio, a excepción de la chamarrita, reemplazada por una menos confrontativa que evitara al menos la censura inmediata: ‘Romance para un negro milonguero’.