Por Gabriela Gómez Téliz.
Los pistoleros cruzan el río.
Bajo el título Los pistoleros cruzan el río, Raúl Ronzoni y Eduardo Barreneche reúnen una serie de episodios policiales que han sido de gran relevancia en la historia del crimen de Argentina y Uruguay. Ambos son periodistas y han trabajado en diferentes medios de prensa, cubriendo distintas realidades sociales. Tienen en común ser dos estudiosos de los expedientes judiciales, además del propio trabajo de investigación de los testimonios y las crónicas de la época.
La serie de delitos relatados con precisión vienen a refrescar algunos hechos de la crónica policial donde importan tanto los acontecimientos como los protagonistas de estos acontecimientos, nombres que han llegado a formar parte del folklore y la cultura popular.
El libro se detiene en primer lugar en uno de estos personajes que por sus características se asemeja al estereotipo del policía duro, asiduo visitante de centros nocturnos, y con un aspecto físico que respondía a este formato y al apodo El Pardo: “Gesto adusto, piel cetrina, mandíbula cuadrada y un cigarrillo humeante que siempre bailoteaba entre sus labios, […] lo complementaba un peinado a la gomina […] para contener su pelo hirsuto”. Se trata de Evaristo Meneses, quien empezó su carrera en la Policía Federal argentina, fue oficial y luego jefe de la Brigada de Robos y Hurtos. Meneses tiene un bien merecido lugar en la introducción de esta crónica, ya que su figura atraviesa muchos de los acontecimientos narrados, y para quien simpatice con la historieta gráfica recordará la historieta Evaristo, publicada en las revistas de humor argentinas Superhumor y Fierro, ficción basada en el Pardo, creado por Carlos Sampayo y Francisco Solano López.
La lista de delitos empieza con los anarquistas que cruzaron a Uruguay y aquí se nombra a Miguel Ángel Rosigna, el asalto al cambio Messina en 1928, su participación en el plan para liberar a los anarquistas presos en la cárcel de Punta Carretas a través de un túnel y su tan extraña desaparición –según algunos “fondeado” en el Río de la Plata–.
Más acá en el tiempo se nombra a Mincho Martincorena; los incidentes que llevaron a la captura de los porteños en el edificio Liberaij –historia que ha sido romantizada por el cine y la literatura y que aquí se puede seguir paso a paso–; y la vida tumultuosa del Cotorra loca , apodo con el que se conoció al “multifugado” Julio Guillén Bustamante, integrante en los años de 1990 de la llamada Superbanda, que luego fuera la Mercobanda, en alusión al Mercosur y sus integrantes de origen argentino, uruguayo y brasileño.
El libro se recomienda por la fidelidad de sus testimonios y porque en el transcurso de su lectura se puede revivir la adrenalina que surge de unas vidas construidas por delitos, fugas y crímenes, “huracanes de violencia” que se van sucediendo como en una serie policial.
Los pistoleros cruzan el río. Huracanes de violencia. Raúl Ronzoni y Eduardo Barreneche. Ediciones de la Banda Oriental, 148 págs.