Todo su asco del mundo – THOMAS BERNHARD.
Por Bernardo Borkenztain.
“Y la ciudad, ahora, es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esa puerta he visto los ocasos
Y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana; aquí mis pasos
Tejen su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.”
Jorge Luis Borges
EL TEATRO ARDE EN AUSTRIA
La primera (cronológicamente) de las apuestas de Gabriel Calderón al frente de la Comedia Nacional en su lema “La Comedia Nacional Arde” es una apuesta de riesgo considerable, ya que no solamente se trata de un guion constelado, compuesto por siete piezas breves de Bernhard, sus “dramolettes”, piezas cortas de no más de 15 minutos de representación, en una única presentación consistente en la combinatoria por arte de la adaptación de Laura Pouso que también hace el dramaturgismo de la puesta.
Por si eso fuera poca empresa, apuesta por cinco directoras jóvenes, pero con trayectoria para ponerse al frente de la propuesta: Vachi Gutiérrez: Egresada de la EMAD y de la TUD. En 2020 y en 2021 obtuvo el Primer Premio del Concurso Nacional de Dramaturgia de COFONTE, Vanessa Cánepa: Dramaturga, tallerista y directora teatral, egresada de la TUD. Es cofundadora del Colectivo Casiopea (equipo que reúne más de quince artistas que trabajan en torno a las infancias), con el cual ganó varios Florencio. Soledad Lacassy: actriz y directora, integrante de El Galpón. Es docente de Teatro y Danza en Taller Infantil, Niños y Adolescentes en Escuela de Artes MAD. Elaine Lacey: directora, docente, escritora y actriz. En el 2021 obtuvo su primera publicación en la colección de teatro del INAE. Julieta Lucena: actriz, directora y dramaturga. Es egresada de la Escuela del Teatro Circular de Montevideo e integrante del elenco estable.
Bernhard (Austria, 1931-1989) es un escritor difícil, oscuro, irónico y con una gran dosis de humor negro y de amarga crítica política, y todo eso representa un desafío extra para la dirección que estas directoras sortean con maestría poco común.
En estas obras cortas, Claus Peymann, director actual del Berliner Ensemble y quien puso en escena muchas de las obras de Bernhard, es el protagonista y torturado personaje que sublima la propia ambivalencia del autor respecto de Viena y la amarga situación del mundo en el que le tocó vivir.
VIENA MASCHINE
El dispositivo escénico, que luce en el punto más alto del telón la “B” de “Bochum” con una luz directa que lo resalta, tiene dos sectores claramente diferenciados, el frontal, ubicado delante de la caída del telón, y el trasero, en el escenario propiamente dicho.
El trasero tiene 3 accesos desde fuera, los laterales (no se usan para ingreso) y una puerta al fondo, mientras que el frontal tiene a ambos lados dos dispositivos mudables con varias funciones.
La parte frontal solamente la habita Peymann con sus eventuales partenaires, mientras que las escenas que no lo incluyen se desarrollan exclusivamente en la parte trasera, algo sobre lo que volveremos más adelante. Es importante entender que Peymann sí puede recorrer todo el espacio, incluyendo la platea.
LA ODISEA DE PEYMANN
En particular los dramolettes representados son:
Claus Peymann deja Bochum y se va a Viena de director del Burgtheater
Claus Peymann: Diego Arbelo
Christiane Schneider: Mario Ferreira
Asistentes: Camila Giannotti, Gal Groisman, Sebastián Malán (becarios)
Dirección: Vachi Gutiérrez
Claus Peymann (director teatral y director artístico del Burgtheater, del Berliner Ensemble) y Christiane Schneider (secretaria general del Burtgtheater, directora de la Kammerspiele) son interpretados en escena por Diego Arbelo y Mario Ferreira, respectivamente.
La pieza es una reflexión sobre lo que debe el Director llevar en sus maletas al trasladarse a Viena, y realiza una reversión en la que los elementos vivos del teatro, las personas (dramaturgos, actores, etc) son reificados y tratados como objetos al igual que los guiones o la ropa, que Peymann puede manejar y decartar a su antojo.
La actuación de Diego Arbelo es consagratoria, siendo un actor que siempre está muy bien, tuvo la mala suerte de que este trabajo soberbio coincidiera con la puesta de “Estudio para la mujer desnuda” que tuvo una repercusión mediática mayor (ambas obras son magistrales) pero sin que esto sea más que una constatación, es totalmente injusta la escasa cobertura que tuvo la obra en la prensa, algo que intentamos resolver en este análisis, junto con la columna EL OJO BLINDADO (RADIO CULTURA, 1290 AM, programa ESPÍRITU LIBRE).
Ferreira y Arbelo actúan en un registro humorístico pero el texto permite un desfasaje entre la torturada indecisión de Peymann que oscila entre el desprecio y la admiración (en especial de sí mismo) y pone y saca de la valija personas y cosas a medida que va trazando un boceto de su filosofía de la vida y el teatro.
Es muy poderosa la manera de Arbelo de ocupar el espacio escénico primario, la platea, el detrás de escena, que consiste en un dispositivo proteico y múltiple que se ubica a los laterales y funge de refugio, alacena y varias cosas.
Peymann es representado de manera afectada y elegante de más, mientras que Schneider (que en alemán significa sastre curiosamente) se desvive para seguir sus instrucciones contradictorias y, muy especialmente, embalar con cuidado la frágil autoestima del director. Es conmovedor el trabajo de Mario Ferreira para utilizar su solidez interpretativa para resaltar la de Arbelo sin que haya un duelo escénico. El ensamble entre ambos es perfecto y se nota.
Un muerto
Primera mujer: Camila Giannotti (becaria)
Segunda mujer: Jimena Pérez
Dirección: Soledad Lacassy
En este caso dos mujeres hacen un hallazgo que las espanta, un supuesto cadáver, pero cuando descubren la realidad que involucra al creciente nazismo se sienten reconfortadas. En esta escena aparece por primera vez en sentido explícito el contenido político de la puesta, el horror de Bernhard por el nazismo y la situación de su parte del mundo.
Jimena Pérez es una actriz soberbia y Camila Gianotti1, a quien vimos por primera vez no le va en zaga.
Quizás el texto de este dramolette no sea el mejor de la obra, pero su brevedad le da contundencia, y funciona como una transición con la tercera escena.
Soledad Lacassy repite el buen trabajo de su anterior dirección “Mirame que nos miran” en el Teatro Circular y sitúa la acción en la parte trasera del dispositivo escénico, que no había sido habitada en la anterior, y da una impresión como de una meta escena, una ficción de segundo orden en la cabeza de Peymann.
En esta escena se instala un código que se va a repetir en la obra, que es el de que Peymann permanece en un segundo plano pero visible de alguna manera, y la acción se restringe al segundo plano del dispositivo, como dijéramos, lo que permite una interpretación de que estas escenas son meta teatrales y pueden ser imaginación del director para puestas. Veremos más adelante que el propio Thomas Bernhard aparece en escena.
Claus Peymann se compra unos pantalones y luego nos vamos a comer
Claus Peymann: Diego Arbelo; Thomas Bernhard: Leandro Núñez Dirección: Vanessa Cánepa
Esta escena es un duelo histriónico entre ambos actores, con Peymann tratando de hacer pie en una ciudad que aun no ha internalizado y Bernhard describiéndole a la población de nazis y estúpidos que (según el texto) la habitan.
Todo esto en medio de una reflexión ético-estética acerca de la importancia de los pantalones y del riesgo de comprarlos de sufrir un serio percance de salud por el esfuerzo mental.
La resolución escénica tiene un tramo con Bernhard en la parte de atrás del dispositivo escénico en el que realiza una danza con pantalones (muchos pantalones) que marca un contrapunto con la solemnidad con la que Peymann (siempre es solemne y pomposo hasta la caricatura si el tema es él mismo) elabora su disertación acerca de dicha prenda.
Una vez más, Arbelo navega la actuación dentro de límites precisos que lo mantienen lejos de la afectación, mientras representa a un personaje que abusa de la misma. Nada fácil, en especial con un partenaire como Núñez al que la comicidad le sale espontáneamente.
Helados
Primer ministro: Gabriel Hermano
Primera dama: Jimena Pérez
Segundo ministro: Fernando Dianesi
Segunda dama: Gal Groisman (becario)
Heladero turco: Sebastián Malán (becario)
Dirección: Soledad Lacassy, Julieta Lucena
Esta escena tiene una dosis de humor, pero a diferencia de la anterior que se basaba en la vis cómica de los actores, en este caso lo que se presenta es un desfasaje entre el contenido altamente xenofóbico y aporofóbico de los parlamentos de estos individuos que se perciben como superiores por ser de la elite política y la indefensión que tiene cualquier persona que se encuentra tirada tomando sol en la playa. Y una vuelta de tuerca que sorprende.
Es de destacar la contundencia del cambio de ritmo que impone la resolución al diálogo uniforme y despectivo que se da entre personajes que se presentan en plano cambiado de manera tal que puedan estar de frente al público pero a la vez acostados en la arena, en una resolución escénica genial.
Claus Peymann y Hermann Beil en la Sulzwiese
Claus Peymann: Diego Arbelo
Hermann Beil: Daniel Espino Lara
Dirección: Elaine Lacey
Espino Lara en esta escena representa un circunspecto Beil (dramaturgista que trabajó con Peymann) y mientras toman café (que ha salido de la mudable naturaleza del dispositivo lateral de la escena) en la Sulwiese intercambian con toda la corrección y desapasionamiento de que dos burgueses refinados son capaces, agresiones de un nivel tremendo que contrasta con la afabilidad exterior.
Mientras casualmente degustan sus tazas de café, intercambian sus fantasías oníricas de violencia recíproca.
Nuevamente actuaciones superlativas y el recurso del contraste entre contenido y forma del discurso como recurso para generar el humor.
Partido
María: Jimena Pérez
Kroll: Fernando Dianesi
Dirección: Julieta Lucena
Jimena Pérez tiene el protagonismo en esta escena, marcando una oposición con su marido, cuyo único signo de virilidad es el uniforme que se le ha roto y que ella debe recomponer, porque ama más lo que representa que a su esposo y ante un pasivo Dianesi (el personaje lo requiere) realiza un explosivo discurso de superioridad étnica en el que reivindica la violencia como medio para el fin deseado, y sus desplazamientos son tan violentos como las ideas que defiende.
No hay contraste en esta escena, solamente el espanto que produce entender a qué se refería Hanna Arendt con “la banalidad del mal”, son los seres sin rostro, anónimos y grises los capaces de las peores atrocidades en nombre de la nada más infame.
Absolución
Señor Sütterlin: Fernando Dianesi
Señor Hueber: Gabriel Hermano
Señor Mühlenfrenzl: Sebastián Malán (becario)
Señora Sütterlin: Jimena Pérez
Señora Hueber: Camila Giannotti (becaria)
Señora Mühlenfrenzl: Gal Groisman (becaria)
Dirección: Soledad Lacassy, Julieta Lucena
En un banquete señorial los tres matrimonios de apellido perfectamente germánico se reúnen a departir y compartir las eventualidades de la sociedad vienesa, y a regodearse de sus privilegios, con una cierta reluctancia por parte de algunos y gran énfasis por los demás.
Los discursos supremacistas interpretados por Gabriel Hermano y Jimena Pérez son estremecedores. Gran nivel de estos actores, que siempre lo tienen, pero aquí alcanzan una intensidad difícil de sostener sin caer en la exageración.
Un gran acierto de la dirección evitar el humor en una escena que no debería tenerla, con un Peymann paralizado en una esquina a oscuras, casi como si lo que se viviera fuera la materialización de sus peores pesadillas.
TERRORES Y MISERIAS DEL TEATRO VIENÉS
Quizás lo más sorprendente de la obra sea el trabajo de dirección de las cinco directoras a cargo, con una adaptación soberbia de Laura Pouso, ya que no vamos a descubrir la potencia de Bernhard y no extraña el nivel de las actuaciones de este elenco (al menos de los estables de la Comedia Nacional).
Sin embargo, redundando y sin que sorprenda, el trabajo de Diego Arbelo es consagratorio y marca que este actor no tiene techo.
Si la Comedia Nacional va a arder así, que arda por siempre.
Bernardo Borkenztain
FICHA TÉCNICA:
Elenco: Jimena Pérez – Daniel Espino Lara – Diego Arbelo – Mario Ferreira – Leandro Ibero Núñez – Fernando Dianesi – Gabriel Hermano – Gal Groisman – Sebastián Malán – Camila Giannotti. Escenografía: Lucía Tayler. Iluminación: Laura Leifert. Vestuario: Mavi Amigo. Dramatugia: Thomas Bernhard. Adaptación y dramaturgismo: Laura Pouso. Dirección: Vanessa Cánepa -Vachi Gutiérrez -Soledad Lacassy -Elaine Lacey -Julieta Lucena
1 Magristral la intervención de Gabriel Calderón de recuperar la institución de los becarios, esencial como parte de un curriculum y como una experiencia laboral inaugural.