Bajo el concepto “Diversidad”, la VII Bienal de Arte Textil Contemporáneo –World Textile Art– se exhibe en importantes salas de Montevideo: Centro de Exposiciones Subte, Museo Nacional de Artes Visuales y Cabildo de Montevideo. Además de la exhibición de las piezas, se han brindado conferencias con artistas invitados, ciclos de talleres y charlas, para difundir el arte textil en el contexto contemporáneo. Desde esta perspectiva, el concepto de arte textil, de origen en el telar y su producto, el tapiz, se ha ampliado con el uso de materias y materiales no ortodoxos, lo que lleva a que el impacto visual de las piezas adquiera nuevos significados. Si bien prevalece el formato colgante, propio del tapiz, algunas obras remiten a la pintura y a la escultura, en clara demostración de una interacción de lenguajes que incursiona en nuevas modalidades expresivas, generando presencias de alto contenido artístico.
Más de cincuenta artistas de todo el mundo, incluido Uruguay, son los exponentes. El proyecto WTA surgió en 1997 a instancias de la artista textil colombiana Pilar Tobón y tiene su sede en Miami. En esta oportunidad, en Uruguay, se conmemoran veinte años de actividad ininterrumpida. Las piezas exhibidas, desde individuales hasta instalaciones y videoarte, demuestran alta calidad en el lenguaje desde la más variada gama de materias y texturas, aparte de las tradicionales, que son los hilos, las lanas, el fieltro, los tejidos, etcétera. Hay trabajos con fibras vegetales, con saquitos de té, con hojas de revistas de cómic, telas impresas, fotografías con el agregado de telas, con papel artesanal, etcétera. La mayoría de las obras participan del formato tradicional, que se remonta al arte de las tribus nómadas de Cercano Oriente, que utilizaban los tapices como cerramiento y separación de espacios en las tiendas. Desde esta génesis, el arte textil participa del arte mural.
La idea de diseño prevalece, porque la obra, mediada por la técnica y asistida por el trabajo artesanal, forma parte de un conjunto decorativo que hoy incorpora la fase expresiva desde el propio material y la impronta del artista. Esta necesidad de incursionar en el lenguaje de la expresión –propia del arte y que en cierta medida establece una distancia con el producto de diseño– se verifica en esta bienal en grado superlativo. Además de la habilidad y del trabajo de tejedor que la enorme mayoría de las piezas demuestran, se aprecia la proyección de ideas propias del creador-artista y no solamente del hacedor.