Por Carlos Dopico.

Physical Graffiti de Led Zeppelin, 15 canciones, un disco doble y una tapa troquelada que hicieron historia
Para mediados de los años setenta, Zeppelin, la banda originaria de Londres, estaba en lo más alto de su carrera. Habían publicado ya cinco discos demoledores y cimentado un recorrido que les había llevado de las pequeñas salas hasta los estadios. Su estilo comenzaba a plantarse como un referente para lo que más tarde sería identificado como heavy metal e incluso como parte de las influencias del punk. En febrero de 1975, Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham asumieron un nuevo desafío y se sumergieron un ambicioso proyecto, un disco doble, para que el compusieron ocho flamantes canciones y al que destinaron otras siete piezas inéditas que habían surgido en las sesiones de los álbumes Led Zeppelin III, Led Zeppelin IV y Houses of the Holy. Si bien la fórmula ya estaba probada, a lo largo de este repertorio de quince canciones, la banda va del blues y el hard rock que la caracterizan hasta el folk, el funk, el country e incluso cierto aire magrebí. El resultado final, de hecho, podría considerarse dentro del rock progresivo.
De aquel extenso caudal sonoro de ochenta minutos, del que buena parte supera el tiempo promedio: 11.05 “In my time of dying”; 8.28 “Kashmir”, 8.46 “In the light”, o 6.31 “Ten years gone”, por solo citar las más extensas, hay varias piezas que trascenderían con éxito. De hecho, según ha confesado el propio Robert Plant, este disco marcó la carrera de Led Zeppelin: “Quisiera que fuéramos recordados más por ‘Kashmir’ que por ‘Stairway To Heaven’”.
Este es uno de esos trabajos que cualquiera melómano debería escuchar al menos de un par de veces, un álbum en el que la sinergia y creatividad grupal hacen la diferencia. La producción del disco demandó quince meses de trabajo de estudio y algún tiempo más en diseño e impresión gráfica.

Horses, el debut discográfico de Patti Smith y una de las semillas del punk
Este 2025 se conmemora medio siglo del debut discográfico de Patti Smith (estuvo en Montevideo en 2019), un álbum crudo que encendió la llama del punk, condensó referencias eternas del género y selló el ADN de una artista dispuesta a transformar el mundo. Hay quienes dicen que todo comenzó con Dylan y un disco que la propia madre de Smith le hizo llegar, Another side of Bob Dylan. Sin embargo, allí abrevan además y por supuesto las noches de CBGB, la huella de la generación beat, la pluma de William Burroughs, Truman Capote, Allen Gisnberg, Jack Kerouac o Arthur Rimbaud y la atmósfera sonora heredada de la Velvet Underground. Horses es un álbum desbocado de una artista inquieta, andrógina, que a los veinte años llegó de Chicago a Nueva York para descubrir su voz.
Patti Smith y su banda comenzaron a grabar el 2 de setiembre de 1975 bajo la producción de John Cale, en Electric Lady, el espacio construido años atrás por Jimi Hendrix, y todo tuvo sentido.
Horses está compuesto por ocho canciones. Ya con los primeros acordes de piano, Patti dejaba en claro su postura: “Jesús murió por los pecados de alguien, pero no los míos”. Al mismo tiempo introducía con “In Excelsis Deo”, la maravillosa versión de “Gloria”, del primer disco de Van Morrison con Them. El disco fue tan germinal que incluso “Redondo Beach” se transformó en uno de los primeros intentos de introducir el reggae dentro del rock, influencia que sería de gran importancia para grupos como The Clash o The Police. Según describía el reportero de NME, “Patti Smith podía generar más intensidad con un simple movimiento de mano que otros roqueros en un show completo”.
El tema que cierra el disco, “Elegie”, es un tributo a Jimi Hendrix y en su propio estudio fue grabado el 18 de septiembre de 1975, día que se conmemoraba el quinto aniversario de su muerte.