Por Mauricio Rodríguez.
Los Iracundos nacieron en 1961 en Paysandú y durante varias décadas han recorrido el mundo con su música. Fueron y son una leyenda musical de América Latina que continúa hasta el día de hoy. Por eso, alguna vez los llamaron los “Beatles latinos”.
En 1958 un grupo de muchachos de Paysandú dio vida a una banda que –no lo sabían– sería una de las agrupaciones más exitosas de la música uruguaya. Y, quizás, como ninguna otra logró una proyección internacional. Nacieron, originalmente, como los Blue Kings, dada la fuerte influencia que ejercía por esos tiempos el rocanrol de Chuck Berry, Bill Halley y Elvis Presley, entre otros. Sus seis integrantes originales fueron Eduardo Franco (vocalista, compositor y arreglador), Juan Carlos Velázquez (director, baterista y arreglador), Leonardo Franco (primera guitarra), Juan Bosco Zabalo (segunda guitarra), Hugo Burgueño (bajo electrónico y coros) y Jesús María Febrero (teclados). Con el tiempo llegarían los recambios y el ingreso de músicos de otras latitudes. Cuando aún eran los Blue Kings, se presentaron en un programa dominical de radio El Espectador.
Cuenta la leyenda que un profesor de música del colegio donde eran alumnos, en Paysandú, les sugirió que eligieran un nombre en español. Y así fue como, cuando fueron a firmar con la disquera RCA Victor, el productor Leo Banez les propuso denominarse Los Iracundos. Y la suerte estuvo echada. Cambiaron su estilo más cercano al rock por el llamado “melódico internacional” y, además, adoptaron una estética similar al del Club del Clan, la “ola musical” argentina en la que surfeaban figuras como Palito Ortega, Violeta Rivas, Leo Dan y otros tantos que ejercían una fuerte influencia de este lado del Río de la Plata. Pero en un proceso incluso más acelerado que el de ellos, Los Iracundos lograron transformarse en uno de los grupos más populares no solo de Uruguay, sino de toda América Latina. Pronto saldrían en largas giras, con actuaciones y grabaciones en todo el continente.
Debutaron el 10 de octubre de 1961 en el histórico teatro Florencio Sánchez de Paysandú. Antes de cumplir los dos años de actuaciones ya habían grabado su primer simple en Montevideo ‒en el también histórico sello musical Clave‒, que incluyó algunos de sus primeros éxitos: ‘Retén la noche’ y ‘Madison’. Las canciones tenían en la pluma de Eduardo Franco un vuelo especial, que fueron dándole identidad a la banda.
Al comenzar la década de 1960, la proyección del grupo solo fue en aumento. Ya desde los primeros discos, varias de sus canciones lograron un impacto inusual. Desde ‘Felicidad, felicidad’ a ‘Calla’ o ‘Todo terminó’, los hits se fueron sucediendo sin pausa y con prisa. La canción ‘Es la lluvia que cae’, que formaba parte del álbum Iracundos en Roma, fue la más exitoso de la década. La popularidad comenzó a vencer las fronteras y el éxito se derramó también en Argentina. Y comenzaron a incursionar en el cine. Fueron invitados a varias películas e incluso protagonizaron el filme Este loco verano, que naturalmente incluyó varias de sus canciones.
En 1965 acompañaron a la gran italiana Rita Pavone en un recital en Buenos Aires. Y ese mismo año –mientras preparaban su cuarto disco‒ fueron la “representación argentina”, junto a Palito Ortega, en el Festival Juvenil de la Canción Latinoamericana, que se celebró en octubre en San Pablo.
En 1967, luego de una larga gira por Europa, fueron los animadores principales de lo que se llamó “El baile del año”, un multitudinario encuentro organizado por el programa radial Impactos de la nueva ola, conducido por Berch Rupenian en Radio Independencia. Tuvo lugar en el Parque Hotel, con entradas agotadas y más de seis mil personas que bailaron hasta la madrugada con la “música iracunda”.
El despegue sin fin
Pero sin dudas, el hit que marcaría a fuego su historia fue ‘Puerto Montt’, la canción de Eduardo Franco y Cacho Valdez. Fue su gran carta de presentación y debieron interpretarla todas las veces que se subieron a un escenario. Fue grabada el 16 de octubre de 1968 en los estudios de la RCA de Argentina y, un mes después, la presentaron en el II Festival Buenos Aires de la Canción. En ese festival, la canción terminó en segundo lugar, pero pasó a ser el “mascarón de proa” de Los Iracundos.
Poco antes, en agosto de 1968, habían recibido un Disco de Oro en Córdoba, por vender un millón de discos en Argentina. En una nota publicada en la revista Cine Radio Actualidad –difundida en estos días por el sitio web Historia de la música popular uruguaya–, el ejecutivo de la RCA Jean Jeannot dijo que ese reconocimiento a Los Iracundos lo había “maravillado”. Y agregó: “Solo Palito Ortega había logrado el millón de discos vendidos para nuestra compañía en el Río de la Plata. Estoy muy contento por el éxito de Los Iracundos, que son uruguayos y han realizado una hazaña difícil de igualar por otros conjuntos compatriotas”.
Luego de varias presentaciones en Argentina, hacia 1969, la agrupación volvió a Uruguay y mostraron su show Golden 70, como un preanuncio de algunas de las propuestas musicales que llevarían adelante en la década que comenzaba. Estuvieron en Artigas, Salto, Melo, Paysandú y Montevideo, donde –al decir de la prensa de la época– desplegaron “un espectáculo audiovisual conformado con luces de todo tipo, traídas especialmente de Estados Unidos a un costo varias veces millonario”. Habían estado filmando en Chile y Argentina, y lo hicieron en Uruguay, para su película El mundo de Los Iracundos. Por eso días anunciaron una gira por el Pacífico, Centroamérica, Los Ángeles y Nashville. Iban camino a grabar su disco decimocuarto.
En una nota de esos días fueron llamados “los seis millonarios sanduceros”, y se anotó que se movilizaron en “una avioneta y tres flamantes automóviles”. Se presentaron en el verano de 1969 en Punta del Este, en un recital que fue emitido por Canal 4. Llegaron, según la crónica de Cine Radio Actualidad, con un staff compuesto por “cuatro técnicos, un piloto, un representante, dos esposas y una novia”. Además, se anunció que el gobierno les entregaría “pasaportes diplomáticos” y una gira por Londres, Roma y Madrid. Entre 1961 y 1969 editaron doce discos.
En 1969 sufrieron dos accidentes de tránsito. En mayo chocaron en una ruta de Córdoba y en junio en la localidad de Laborde. Varios de sus integrantes sufrieron lesiones de importancia.
Durante los años setenta, según cuentan en su página oficial, “reafirman su popularidad con varios Discos de Oro”, por temas como ‘Te lo pido de rodillas’, ‘Y te has quedado sola’, ‘Soy un mamarracho’ y ‘Tú me diste amor’, entre otros tantos. En 1972 lograron ser los primeros artistas uruguayos en participar como invitados en el legendario festival de Viña del Mar. En esa década, además, sacaron en promedio un disco por año, “y en algunos casos dos”. También editaron seis discos con temas instrumentales, entre ellos Tango joven, donde incluyeron canciones del repertorio tanguero clásico, como ‘El último café’. Grabaron un disco llamado Los Iracundos para niños, con cuatro canciones (‘Pedimos pido’, ‘La mala palabra’, ‘Pepito Agustín’ y ‘Pedrito el mentiroso’). En total, editaron doce discos en la década.
Hacia 1980 participaron junto a otros músicos de la película Locos por la música y en 1981 lanzaron su Disco de Oro Tormenta de verano. En el 82 llegaría el súper éxito del disco Cuarenta grados. El tema principal, homónimo, fue grabado en portugués por varios grupos de la época. En esa misma línea, Los Iracundos grabaron algunas canciones en ese idioma para desarrollarse en el mercado brasilerño. Entre 1983 y 1984 lanzaron dos nuevos discos. Uno de sus hits fue ‘Tú con él’, de Eduardo Franco, que junto a ‘Las puertas del olvido’, de Juan Carlos Velázquez, Franco y Leoni Franco, alcanzaron un gran éxito en América Latina y Estados Unidos.
A mediados de la década, y luego de veinte años, dejaron de trabajar con RCA Argentina y pasaron a ser artistas del sello Microfón. Realizaron varias giras por América Latina y en 1985 participaron en el festival de la canción en Calama-Chile. Lanzaron Iracundos 1986 y, por “problemas de autoría”, ese año abandonó el grupo el bajista Hugo Burgueño. Un quiebre que comenzó a marcar la historia siguiente de la agrupación e incluso parte de su propia identidad. En 1987 editaron dos nuevos álbumes: Eduardo Franco y sus Iracundos de siempre –con el hit ‘¿Por qué me hiciste trampa?’, de Velázquez, Eduardo y Leoni Franco‒ y el primer volumen de un popurrí de sus temas más populares, llamado ‘La historia de Los Iracundos’.
El 3 de abril de 1988, Eduardo Franco –legendario fundador de la agrupación– realizó su última actuación en su natal Paysandú durante la popular Fiesta de la Cerveza. Unos meses después, el 1 de febrero de 1989, falleció de cáncer. Su muerte, además del enorme impacto popular, fue un enorme desafío en el camino musical de la agrupación. Jorge Gatto, quien ya antes cantaba temas del repertorio del grupo, asumió la voz principal y grabaron con él el segundo volumen del popurrí ‘La historia de Los Iracundos’. Al final de la década de los años ochenta serían ocho los discos editados.
Durante los noventa fueron tres. El primero en 1990, con temas de la autoría de Eduardo Franco, llamado Iracundos 1990. Dos años después, el tecladista del grupo, Jesús Febrero, abandonó el grupo; al tiempo, en Entre Ríos, falleció por problemas cardíacos Juan Bosco. Hacia 1994 editaron un nuevo disco, también con temas inéditos de Eduardo Franco. Su canción principal fue ‘Con la misma moneda’ y el álbum se convirtió en Disco de Oro. Participaron, con “popularidad renovada”, en el Festival OTI de la canción, en 1996, con otro tema inédito: ‘Quiero estrenar el amor contigo’.
En 1997 la disquera BMG-Argentina editó todas las producciones musicales del grupo en formato digital. Un trabajo que abarcó los álbumes desde 1964 hasta 1987 con la voz de Eduardo Franco. En 1999 Los Iracundos presentaron su último disco oficial hasta hoy, Los Iracundos de fiesta, que contiene nuevas versiones de temas clásicos como ‘Y me quedé en el bar’, ‘La lluvia terminó’ y ‘Tú con él’. Todos con Jorge Gatto. Desde entonces, “la actividad del grupo no parará, dedicándose enteramente a presentaciones en varios países de América y Europa”.
En 2003 falleció en Argentina el tecladista fundador, Jesús María Febrero, y en 2015 la primera guitarra, Leonardo Franco Leoni, en Guatemala. Desde esos días, los homenajes y reconocimientos a la agrupación no han dejado de crecer.
En 2012 se presentó en Nueva York el libro Pasión y vida de Los Iracundos, del autor ecuatoriano Stalin Govea, una edición de lujo por el quincuagésimo aniversario. Se detalla en el libro lo que bien puede ser un resumen de este largo camino musical llamado Los Iracundos: “Han recorrido el mundo con su música por más de cincuenta años, convirtiéndose así en la Leyenda de América. Esta biografía es el fruto de cuatro años de exhaustivo trabajo, entrevistas a cada uno de sus integrantes, tratando temas de sus vidas personales como también de los innumerables viajes llenos de aventuras. Con este libro, el autor da una visión amplia de la fascinante historia de esta legendaria agrupación. El libro hace un recorrido desde sus inicios hasta nuestros días”. Se describe “quiénes comenzaron la banda, cuál es su país de origen, qué los motivó, bajo qué nombre, cuál fue el país en donde triunfaron por primera vez y así también la razón de tanto éxito mundial. Esta química perfecta formada por la lírica de sus canciones colmadas de experiencias de vida, sencillos mensajes y a la vez llenas de emotividad, en conjunción con grandes músicos colmados de talento, hicieron posible su éxito mundial por más de cincuenta años. Esta impecable trayectoria con más de quinientos éxitos musicales, cosa que ningún grupo latino ha llegado a tener, los hace acreedores del nombre ‘Los Beatles Latinos’, llamados así por multitudes a lo largo y ancho de su carrera”.
En 2021, cuando se cumplieron sesenta años de su primera actuación, la Intendencia de Paysandú les hizo un homenaje por haber “puesto el nombre de Paysandú en el mundo”. Se colocó una placa en el teatro Florencio Sánchez, donde debutaron. Juan Carlos Velázquez, baterista fundador de la banda, dijo, emocionado, durante ese acto: “Uno nunca sabe a veces a dónde puede ir a parar una canción, una pintura o una poesía que tal vez hace debajo de un árbol en Paysandú; el arte no tiene límites. Es un puntapié inicial para que los jóvenes artistas tanto de teatro, como cine y música sigan un camino responsable y perseverante”. Y recordó a sus compañeros que ya no estaban. Ese mismo día se compartió el documental Un tal Eduardo, de Aldo Garay, que es “una evocación de Eduardo Franco a través de las vivencias de un grupo de sus fans. Aparecen, entre otros, su hija Giselle, su esposa Dana, que brinda uno de los testimonios más intensos y esclarecedores, y el escultor Velarde Gil, que ha fabricado una escultura del tamaño real del cantante. Un fragmento de la historia de la música popular uruguaya está ahí.