Seres heterogéneos
Escritura rupturista. Visceral. Radical. Así podría definirse Mi novia preferida fue un bulldog francés, de Legna Rodríguez Iglesias. Son quince relatos en los que puede descubrirse un hilo conductor que lo transforma en una novela fragmentaria.
En ‘Política’, el relato que abre el volumen, un nonagenario narra en primera persona su propia muerte, a causa de una meningoencefalitis. Dejó una esposa, tres hijos, cinco nietos y dos bisnietos. Desde esa perspectiva etérea, en su velorio el hombre observa las reacciones de sus seres queridos. “Como estoy muerto no siento nada, libre de sentimientos, disfruto el espectáculo […] Al morir me tapan con una sábana. Me llevan a la morgue. Me abren en dos. Me serruchan la cabeza. Me cierran por el mismo lugar que me abren. Me sacuden. Llega mi hija a arreglarme. Llora mientras me viste. Me peina como un niño. Abotona la camisa. Cierra el zíper del pantalón. Ajusta el cinto. Se recuesta en mi pecho. Soy su padre”, narra el protagonista sin nombre y sin vida. Luego vendrán los recuerdos de su vida, lo que hizo, lo que no pudo hacer, lo que logró; enumerará qué familiares acompañan su cuerpo inerte y detendrá esa mirada que no mira en sus nietas.
El cuerpo y la muerte como unidad temática reaparecen en el relato ‘Clítoris’, para combinar hinchazones, dolores, diagnósticos médicos equivocados y culpas. Por supuesto que la culpable de tener esa enfermedad venérea es la propia paciente, una mujer que debe estar internada cuatro días en un centro hospitalario. Una vergüenza para su madre, que le da una cachetada en el medio de la calle.
En ‘Wanda’, la protagonista es asesinada por un marido celoso y, otra vez, la culpable es la víctima. Eran novios desde la adolescencia. Su esposo quería dos hijos, un casal. Wanda, obediente, accede al petitorio, como a tantos otros. Cansada, con el matrimonio en crisis, decide separarse. Es la primera decisión que toma como mujer adulta. Y la última. Se enamora de su jefe. Su ex marido decide asesinarla.
En ‘Lepidóptero’ también el cuerpo es el protagonista. En este caso, el del hombre que narra el desgaste físico que padece a causa de un cáncer de próstata. El libro concluye con el “testimonio” del bulldog francés, el “instrumento de inspiración” que subrepticiamente se ha mostrado en las frases, a modo de separador entre los relatos, pero manteniendo la unidad entre ellos.
Legna Rodríguez Iglesias tiene publicados más de diez libros, entre ellos el de cuentos No sabe / No contesta y Chicle, que la muestra como una sólida poeta. Ha recibido, además del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2011, el Casa de las Américas 2016, en la categoría de teatro, por su obra Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta. Mi novia preferida fue un bulldog francés es un extraño, bellamente extraño e inquietante libro de relatos de una muy buena escritora.