Esponjas y Vinagre
Lo último de Eco
Pocos días antes de morir, el 19 de febrero de 2016, el semiólogo, escritor y filósofo italiano Umberto Eco (Alessandría, 1932) entregó una serie de artículos y ensayos seleccionados por él mismo a su editor. Eco sabía que el volumen sería póstumo, por lo que no es difícil inferir que la selección de los textos está ligada a muchas de las obsesiones que tuvo. De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera se sitúa a mitad de camino entre el artículo periodístico y el ensayo, con algunos de los pensamientos recurrentes en su obra. Y el título, obviamente, refleja el pensamiento de Eco sobre a dónde va la humanidad.
En el primero de los textos –fechados entre 2000 y 2015, sin orden cronológico y agrupados en catorce capítulos temáticos–, ‘La sociedad líquida’, Eco utiliza como disparador la idea esgrimida por Zygmunt Bauman. Esa “sociedad líquida” a la que alude el filósofo polaco comienza a perfilarse, según Eco, con el posmodernismo. “Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado, en el que nadie es ya compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse. Este ‘subjetivismo’ ha minado las bases de la modernidad, la ha vuelto frágil y eso da lugar a una situación en la que, al no haber puntos de referencia, todo se disuelve en una especie de liquidez”, sostiene Eco. Y se pregunta si hay algún modo de sobrevivir a la liquidez. Lo hay y consiste, señala el pensador, en ser conscientes de que vivimos en una sociedad líquida que, para ser superada, requiere nuevos instrumentos.
En el capítulo ‘Online’, Eco arremete contra el desarrollo tecnológico o, en sus propias palabras, contra la aceleración de ese desarrollo que lleva al reino de lo efímero: cuando aún no aprendimos las prestaciones de determinado modelo de computadora, aparece otro. Lo peor es que nos vemos imposibilitados de seguir con nuestra computadora por la dichosa incompatibilidad de programas. Para Eco, este continuo avance de la tecnología conduce a una dictadura en la que uno debe actualizarse aunque no lo quiera o no lo necesite. Esto, siguiendo su línea argumental, es caldo de cultivo para los complots (uno de sus temas preferidos) a nivel informático bajo la figura de los hackers. Esa figura de “Robin Hood virtual”, dice el autor, acaba siendo el mejor colaborador del sistema que dice combatir, ya que para derrotarlo habrá que innovar con mayor celeridad. “Es un círculo diabólico en el que el contestatario potencia aquello que cree destruir”, sentencia.
Otro temas abordados a lo largo del volumen son las redes sociales, el individualismo desenfrenado, la clase política, la intelligentsia, el manejo de las masas y el periodismo. Es cierto que el autor de El péndulo de Foucault tiene en demasiados momentos una visión pesimista de la especie, pero no menos cierto es que lo hace desde una perspectiva lúcida que invita a la reflexión luego de finalizada su lectura.
Memoria de un joven aireado
A grandes rasgos, y sin querer spoilear, esa es la presentación de Vernon Subutex 1 –se anuncia que habrá una trilogía–, de la escritora francesa Virginie Despentes (Nancy, 1969). Es una novela narrada en tercera persona, que respira rock en su atmósfera y en las decenas de grupos citados a lo largo de más de trescientas páginas, y que habla de la soledad propiciada por los cambios de siglo y por los que creímos imposible que ocurrieran. No es casual entonces que el protagonista sea el dueño de una disquería. La música en ese soporte (vinilo, luego cd) parecía indestructible. Y, sin embargo, ocurrió. Tampoco es casual que Despentes haya elegido el rock, una cultura que pregona los sueños de la juventud. Tres décadas después, aquellos jóvenes que habían jurado ser rebeldes de por vida y rechazaban la normalidad han envejecido. Sus pensamientos se han acomodado al sistema como piezas de un puzle. El tiempo es pragmático y acomodaticio. Y hay una reflexión sobre el miedo de la clase media, que también es una crítica al liberalismo, a perder su vivienda por falta de recursos. Eso, entre otras cosas, es lo que le ocurre al personaje central, un hombre que ha vivido socialmente integrado y de repente, en su madurez, ya no puede pagar el alquiler.
Como en una espiral, se narra el descenso de un sector de la clase media (encarnado en Vernon) ante los cambios ocurridos de un siglo a otro. El desamparo y la soledad puede resumirse en este fragmento: “Vernon tiene la costumbre de someter sus pensamientos a un control bastante férreo. El alma es un buque imponente que hay que maniobrar con prudencia. No se le da mal, no es un tipo al que sorprenda un escollo en el último minuto. Pero algo se ha debilitado, por el silencio o por la comodidad. Tiene que hacer un esfuerzo para no dejarse vencer por la tentación masoquista de la autocompasión”.
Vernon Subutex 1 es una gran novela existencialista sobre una generación que asiste, como testigo mudo, al derrumbe de sus sueños e ideales.
El maestro de Bukowski
“Cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces, a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas, allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He allí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el sufrimiento se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto. […] Me llevé el libro a casa, me tumbé en la cama, me puse a leerlo y mucho antes de acabarlo supe que había dado con un autor que había encontrado una forma distinta de escribir. El libro se titulaba Pregúntale al polvo y el autor se llamaba John Fante. Tendría una influencia vitalicia en mis propios libros. Acabé Pregúntale al polvo y busqué más libros de Fante en la biblioteca. Encontré dos: Dago red y Espera a la primavera, Bandini. La calidad era la misma, se habían escrito con el corazón y las entrañas y no hablaban de otra cosa”, recordó en el prólogo el autor de Música para cañerías.
Bukowski hizo pública su admiración y se presentaba como deudor de su obra. Incluso, llegó a decir que fue Fante el creador del género literario denominado “realismo sucio”. Y si estudiamos ambas obras vemos más de un punto de contacto entre ellas. Henry Chinaski, álter ego de Bukowski, quiere ser escritor y sobrevive en Los Ángeles con trabajos mal remunerados, mientras espera su oportunidad. Arturo Bandini, el álter ego de John Fante, es un aspirante a escritor que sobrevive a salto de mata en trabajos odiosos y vive en… ¿Adivinen dónde? Sí, en Los Ángeles. Otra similitud que no debemos pasar por alto. Bukowski nació en Alemania y, más allá de que su obra fue escrita en inglés, siempre se sintió un inmigrante. Fante nació en Denver, Colorado, en el seno de una familia de inmigrantes italianos.
Ahora Anagrama publicó en un solo volumen, en la serie Compendium, todas las novelas de la saga Bandini: Camino a Los Ángeles, Sueños de Bunker Hill, Espera la primavera, Bandini y Pregúntale al polvo (estas dos últimas llevadas al cine), lo que permite releer o descubrir a uno de los escritores más influyentes del realismo sucio. Fante, hay que decirlo, tuvo cierto prestigio como guionista por encargo en Hollywood desde la década de 1940 hasta mediados de la de 1960. También cosechó un relativo éxito con la publicación de Espera a la primavera, Bandini, su primera novela, publicada en 1938. Después de esta novela, vaya a saber uno por qué, le siguió un gran desinterés por parte de la crítica literaria y de los lectores. Debieron pasar casi cuatro décadas para que Bukowski desempolvara, justamente, Pregúntale al polvo, para el beneplácito de los lectores. “Fante fue para mí como un dios, pero yo sabía que a los dioses hay que dejarlos en paz”, escribió Bukowski en el prólogo mencionado. Sin embargo, al final de la vida de Fante, cuando estaba postrado y ciego a causa de la diabetes y le dictaba a su esposa su última novela, el viejo Hank lo fue a visitar. De ese encuentro quedó un sentido poema de Bukowski, llamado ‘Fante’, donde, otra vez, le rinde homenaje a su maestro.
Vayan a la librería, compren Bandini. Lean a Fante. Acompañen las desventuras de Arturo Bandini. Se emocionarán, reirán. Releerán una y otra vez, como yo, la misma frase que suena como un latigazo en nuestras cabezas. Leer a Fante es un placer. Ahora sólo queda esperar que Anagrama edite otro volumen con sus novelas por fuera de la saga Bandini, como La hermandad de la uva y Un año pésimo, entre otras, protagonizadas por la familia Molise.
De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera, de Umberto Eco. Editorial Lumen, 2016, 497 págs. Distribuye Penguin Random House.
Vernon Subutex 1, de Virginie Despentes. Editorial Random House, 2016, 337 págs. Distribuye Penguin Random House.
Bandini, de John Fante. Editorial Anagrama, 2016, 665 págs. Distribuye Gussi.