Con un estilo directo y violento, Dura la lluvia que cae del escritor estadounidense Don Carpenter (1931-1995) comienza con una introducción situada en el este de Oregón en 1923, donde se cuenta la historia de los padres de Jack Levitt, el protagonista principal de la historia. Su madre Annemarie queda embarazada a los 16 años y se interna en un hogar para madres solteras. Harmon, su padre, es un vaquero alcohólico que trabaja en un rancho y encuentra la muerte cuando un caballo le patea la cabeza. Poco después, Annmarie pone fin a sus días con una escopeta.
Con estos antecedentes, Levitt se transforma en un borderline y pronto aprenderá a perder, tras escarparse de un orfanato y deambular con una pandilla de adolescentes por las calles de Portland. Así conoce a Billy Lancing un muchacho negro, talentoso jugador de billar. Las andanzas de Levitt, léase un robo, lo conducen a un reformatorio en Woodburn donde, con un estilo valiente y aterrador, Carpenter relata sus meses de soledad y encierro. Luego recalará en un hospital psiquiátrico en Salem. Le dan el alta. Se hace boxeador semi profesional y comienza a pelear. En el ring. En la vida.
Dura la lluvia que cae es una gran novela, con una prosa potente y directa como un uppercut, de un realismo áspero y psicológico, con aspectos existencialistas y del on the road que cruza la vida de un hombre desde su nacimiento hasta su madurez. Don Carpenter, que también fue guionista cinematográfico, escribió una historia de perdedores o, mejor dicho, de cómo aprender a perder que no es lo mismo que caer derrotado. Perder como algo natural, tan inevitable como la lluvia que cae.