Por Eldys Baratute.
Compilar la obra de varios autores no solo es un trabajo arriesgado, sino que demanda esfuerzo y horas, para evitar lagunas u omisiones involuntarias, para que las generaciones futuras encuentren un panorama más o menos serio, de este o aquel tema, de este o aquel grupo literario o de esta o aquella forma de expresión artística.
Más tarde, llega el momento más terrible, cuando tienes el texto entre las manos, cuando comienza a circular entre los lectores y te percatas, o en el peor de los casos se percata otro, de que te quedó un autor por mencionar, un texto por incluir, una referencia por citar. Cuando esos demonios tocan a tu puerta, te maldices y te dan deseos de recoger todos los ejemplares circulantes y empezar de cero, en un ciclo que nunca se termina. Nunca se termina.
Justo por eso admiro a los que se atreven a dejar a un lado su obra, al menos por un tiempo, para compilar la de otros y brindarle al futuro herramientas para entender el presente, rescatar voces olvidadas y unirlas con otras que recién comienzan a escucharse, e incluso algunas que no se vuelven a escuchar, pero quedan ahí, eternizadas, para siempre.
De vuelo en vuelo, una selección de Silvia Puentes de Oyenard publicado por Ediciones Sur, es de esos libros que eternizan.
Con una obra reconocida dentro de la literatura que se escribe para niños, adolescentes y jóvenes, no solo por sus textos de ficción y estudios teóricos, sino con su labor como promotora, desde la Asociación uruguaya de literatura infantil, Silvia Puentes sale de su zona de confort y compila, para el público adulto, textos de más de noventa autores uruguayos y extranjeros.
Confieso que cuando abrí el libro y no me encontré con el clásico prólogo que precede las selecciones, anunciando los objetivos, el criterio de selección y cualquier otro dato de interés que pudiese enamorarme, estuve a punto de cerrarlo. Tampoco encontré una nota de contracubierta orientadora, más bien el fragmento de un texto de una de las autoras compiladas. Sin embargo, la presencia de nombres imprescindibles en la literatura universal, debidamente listados en ambas solapas del libro, me compulsó a leer, y ahí comenzó el descubrimiento.
De vuelo en vuelo compila poemas, textos de ficción y testimonios de autores que versan sobre nuestra condición humana, o mejor, sobre el humanismo, algo de lo que se habla poco por miedo a terminar siendo demasiado cursis, demasiado antipoéticos, demasiado… ¿humanos?
“Ser en el infinito de la condición humana. / Ser en el espacio: en la profundidad y la altitud. / En el desasosiego y la armonía. / En la búsqueda y el hallazgo. / En la inquietud y la certidumbre de proyectarnos DE VUELO EN VUELO”, nos dice el poema de María Cristina Laluz que aparece en la contracubierta, y justo en ese texto se resume el espíritu de la selección. Cada uno de estos autores apuesta por lo mejor del hombre: la capacidad de pensar en el otro, de preocuparnos por el otro, de querer al otro.
Silvia Puentes es una humanista y no teme decirlo, de ahí su intención de aunar voces reconocidas como Edna Iturralde, Ida Vitale, Juan Ramón Jiménez, Bertold Brecht, Ana María Matute o Julio Cortázar, con otras menos célebres, pero que apuestan como aquellas, amén la evidente diversidad de estilos, tendencias y géneros, por nuestra esencia, y entiéndase ello como una apuesta por defender la paz, el amor, la libertad o la visibilidad de la mujer en un mundo patriarcal, por defender todo aquello que en realidad nos humaniza.
“Tiene el viento la rota voz de la metralla y se beben los trigos todo el llanto que los pueblos derraman / ¿Dónde está el amor? / ¿Dónde la paz que el corazón ensancha? / ¿Dónde el pan que es la comunión del alma?”, nos dice Graciela Genta en su texto y estas preguntas quedan en el aire, invitan a que, como lectores, nos unamos a la búsqueda.
Este quizás no sea un libro para leer de corrido, prefiero que descanse en mi mesita de noche y antes de dormir, abrirlo al azar y leer uno, quizás dos de los textos. Estoy seguro que más allá de la emoción que provoca la buena lectura, me hará pensar en el ser humano que soy, pero sobre todo en el que quiero ser.