Para sacarse el sombrero
Se suele decir que es más fácil para una persona sobrellevar una discapacidad cuando es de nacimiento que cuando ésta sobreviene en una determinada etapa de la vida adulta. Sin embargo, quienes, como la bailarina y fisioterapeuta Victoria Pin, conocen el tema, saben que eso es relativo y en realidad está más relacionado con factores positivos y negativos personales y de contexto, así como al apoyo y las posibilidades que se brinden. Lo cierto es que ante las limitaciones impuestas por una discapacidad (las barreras personales y las arquitectónicas, ya que la ciudad tiene un gran debe en términos de accesibilidad) son muchas las personas que se rinden y bajan los brazos.
Ése no es el caso de Mariana Rebollo y Fabiana Cairoli, que junto a Victoria Pin acaban de estrenar la obra de danza contemporánea En mis zapatos, que lleva a escena cuerpos con capacidades diferentes y realmente logra trascender las diferencias. Mariana y Fabiana tienen una discapacidad motriz de nacimiento vinculada a la falta de oxígeno al nacer, un determinado tipo de parálisis cerebral. Pero, según cuenta Victoria, ambas tuvieron la posibilidad de contactarse con distintos espacios en donde se desarrollaron en el campo artístico de la danza.
Mariana, que también toma clases de canto y pintura, se interesó por la danza cuando vio que había un lugar para ella. Fabiana nació en Brasil y allí tuvo acceso a servicios de rehabilitación muy completos con actividades diversas entre las que figuraba la danza, incluso tomó clases de psico-ballet, un método psicoterapeútico creado en Cuba que busca promover el equilibrio psíquico social en personas con algún tipo de discapacidad, mediante los movimientos propios del ballet entre otras disciplinas artísticas.
Según Victoria, el campo de la danza integradora o inclusiva está más desarrollado en Brasil. Un artículo de la fisioterapeuta brasileña Rosangela Bernabe señala que la Confederación Brasileña de Danza en Silla de Ruedas registra más de sesenta grupos. Tal como se lee en ese artículo, la danza inclusiva tiene como principal objetivo “estructurar al cuerpo de forma tal que el individuo construya una imagen completa de sus huesos, músculos y articulaciones, y cuya identidad de movimiento se realice mediante la utilización del potencial remanente”. Y agrega que se trata de aprender por medio de las dificultades invocadas por la lesión, con un lenguaje gestual recreado a partir de la relectura del cuerpo diferente.
La idea es que cada cuerpo transforme sus propios límites y fronteras. “El pasaporte para el movimiento deseado es el propio gesto ya reconocido, festejado e internalizado”. De este modo, “se retiran de la escena traumas, complejos o mitos impuestos por informaciones imprecisas sobre el cuerpo. En otras palabras, la persona puede reconocer y sustituir la fantasía que la asusta en el instante en que experimenta el movimiento en el piso, en la silla, en la velocidad de un giro o en el silencio mágico creado entre un gesto y otro, por breve que sea, hasta aquel entre un desequilibrio y la recuperación del ritmo, en una frase musical”, se lee en un artículo publicado por Bernabe.
En Uruguay, recuerda Victoria, la danza integradora o inclusiva reconoce, entre otros, los aportes de la argentina Susana González Gonz que dictó los primeros talleres en Montevideo con la propuesta de integrar personas con y sin discapacidad a partir de propuestas artísticas y educativas, desde un aprendizaje conjunto de las diferencias. En uno de sus talleres se formó la bailarina y docente uruguaya Lila Nudelman, fundadora en la década del 80 del grupo cooperativo de danza contemporánea Babinka y directora de 2002 a 2007 del colectivo de danza inclusiva Pata de Cabra.
Victoria, directora de En mis zapatos, es hija de Nudelman y ex integrante de Pata de Cabra. Comenzó a bailar a los nueve años de edad con su madre, continuó sus estudios de danza junto a Adriana Belbussi y Daniella Pássaro, cursó el Plan Piloto de Danza Contemporánea y tomó clases con Florencia Martinelli, otra de las precursoras del danceAbility en Uruguay. Además fue asistente de dirección de la obra Compañía de Carolina Silveira.
Para las tres responsables de la obra, la danza tiene que ver con un cuerpo que no responde a un solo modelo, con una real aceptación de la diversidad y de que cada cuerpo es único y desde esa singularidad se puede crear. “La danza en este caso –explica la directora de la obra– responde a la singularidad de las personas que se mueven y no al esfuerzo por copiar una forma predeterminada, como puede pasar en el ballet, por ejemplo”.
Consultada sobre si la danza contemporánea ha allanado el terreno para el surgimiento de la danza inclusiva, Victoria señaló que se trata precisamente del paradigma de la danza contemporánea: “El retorno a un cuerpo más natural, la exploración del movimiento orgánico, ese viraje que se produce en la década del sesenta con el contact improvisation y el release, que da lugar a un cuerpo que se relaja más influenciado por las técnicas somáticas y de conciencia corporal, con la noción de afinar la percepción de cada uno y no de esforzarse por copiar un movimiento a través de una imagen”.
Todos esos conceptos están en danza en la puesta en escena de En mis zapatos, así como la idea de que con esa clase de trabajo, que implica una cuidadosa atención volcada hacia el cuerpo propio pero sobre todo hacia el cuerpo del otro, todo es posible. Uno de los aspectos más remarcables de la obra es su cualidad lúdica, los solos, dúos y tríos, así como varias de las escenas, se van orquestando casi como un juego que es disfrutado por las protagonistas. Los movimientos surgen en juego constante con la imaginación y con el desafío de los propios límites. Sin temor, y casi siempre con una sonrisa, las bailarinas crean y tratan de reproducir tal o cual movimiento a partir de sus sensaciones.
En una de las dinámicas más frecuentes en la obra, Victoria realiza un determinado gesto –por ejemplo un salto– y Fabiana lo reproduce, a su modo, desde su silla de ruedas. En otra Mariana hace un determinado gesto levantando un brazo y moviendo la mano y Victoria lo interpreta luego a su modo, invocando la misma sensación que llevó a Mariana a realizarlo. Se trata de ejercicios habituales en talleres de danceAbility. Los resultados son sorprendentes, absolutamente enternecedores y uno no puede dejar de admirar el espíritu de estas bailarinas que no sólo no bajaron los brazos sino que están dispuestas a moverlos y alzarlos bien alto. Por lo demás, la obra está repleta de momentos graciosos, delicados y líricos bien acompañados por unos acordes en guitarra a cargo del grupo Cucú Rapé.
Una vez finalizadas las funciones en el marco del Ciclo Montevideo Danza (realizado con apoyo de Fundación Itaú), estaban previstas más presentaciones en Punto de Encuentro del MEC, en el Teatro Florencio Sánchez y el próximo 19 de octubre en el Teatro de la Casa de la Cultura en Maldonado. El año pasado la En mis zapatos fue premiada por el Fondo Montevideo Danza de la Intendencia de Montevideo. Este año aplicaron al fondo para realizar una gira por el interior. No queda duda que esta obra merece ser vista en todo el país bajo todo punto de vista.
En mis zapatos
Dirección: Victoria Pin.
Intérpretes: Mariana Rebollo, Victoria Pin, Fabiana Cairoli.
Asistente de dirección: Florencia Lucas
Música: Cucú Rapé.
Diseño de iluminación: Sergio Marcelo de los Santos.
Fotografía: Laia López.
Fecha: 31 de julio.
Lugar: Sala Zavala Muniz del Teatro Solís.
http://www.youtube.com/watch?v=ECuN_3LUfgY