AZARES RECORRIDOS
Lleva cuatro discos firmados como solista. Su perfil artístico está bien delineado en el contexto de la canción popular uruguaya. Y con su última (la cuarta) edición, Azar (Perro Andaluz, 2017), Jorge Alastra refuerza su capacidad para hacer de la canción, con sus recursos formales tradicionales, un territorio de exploraciones pequeñas, para nada pretenciosas, pero a la vez sensibles en lo poético y en lo musical.
Con la palabra “sensible”, pensará usted, se solucionan muchos problemas al intentar (sólo intentar) analizar, o sólo reseñar, algunas características de esta o de cualquier otra obra. Es un término con un amplio espectro de sentidos, en los que se puede navegar sin precisiones mayores. En este caso, el de Alastra, sin embargo, se puede anotar que “sensible” es un concepto alejado de manipulaciones sensibleras, de blanduras de cantautor ahogado, tristón pero buen tipo, que les canta a las penas y penurias amorosas.
En positivo: Alastra juega bien en la cancha interpretativa, con una voz entrañable, de fluido fraseo, y una concepción de las tramas del toque guitarrístico que conectan con técnicas y estilos más interesantes de las tradiciones locales (pensemos en un Daniel Viglietti, en un Fernando Cabrera, incluso en un Alberto Mastra, en un Osiris Rodríguez Castillo). Esto último vale la pena subrayarlo. Sus realizaciones en las seis cuerdas son inteligentes, bien resueltas en lo arreglístico e interpretativo, y se configuran en planos independientes de lo vocal, con interesantes juegos armónicos y formas de toque que agregan color y riqueza a la trama sonora global de la canción. Se desmarca así de la resolución cantada en los arpegios, rasguidos, diferenciaciones de líneas internas por contraste de registro y tímbrica.
En lo vocal, su estilo bordea el canto aireado, contenido, en algún caso raspado o algo ronco, pero en cada caso con una articulación clara y juegos ajustados en lo dinámico y en las inflexiones de cada frase. Sin virtuosismo, su canto resulta envolvente: un recurso de cálida expresividad para completar el gesto, la intención afectiva y simbólica de los textos y líneas melódicas.
En el aspecto compositivo, en Azar aborda estructuras transparentes, concebidas con marcada economía de recursos, con los que hace de cada canción una suerte de universo independiente, único, en el que letra y música se reparten el interés en dosis bastante parejas: una unidad interesante que permite recorridos de la escucha muy interesantes, con un surtido de remisiones a formas y géneros de cuño tradicional. No innova; no juega con extrañamientos. Su planteo liga lo conocido, familiar, con la construcción de un ángulo personal, temperamental, sólido.
Estas variables (el canto, la guitarra, la composición) se ensamblan con una opción en lo tímbrico y arreglístico coherente a lo largo del disco, con un carácter acústico, con pequeñas configuraciones instrumentales que completan los gestos melódicos y las intenciones poéticas.
Azar, que incluye como bonus track ‘Hacia el Ayuí’, canción ganadora del concurso convocado por la Comisión del Bicentenario artiguista en 2014, fue grabado, mezclado y masterizado por Gerardo Alonso en su estudio personal, y el arte del disco fue realizado por Gustavo Wojciechowski (Maca). La producción artística y los arreglos pertenecen a Alastra; Sergio Alastra participó como coproductor. El ensamble instrumental y vocal incluyó a Alejandro Pacello (guitarras), Alfredo Monetti (piano, melódica), José Redondo (piano), Nicolás Mora (bandoneón), Gustavo Di Landro (acordeón), Sergio Alastra (batería y percusiones), Gerardo Alonso (contrabajo y bajo), y las voces de Daniel Magnone, María Bentancur y Adriana Filgueiras, entre otros.