Fotos de María Fernández. Cortesía Comedia Nacional.
Desde el 18 de Febrero hasta el 9 de Abril la Comedia Nacional presentó su versión de “Como Gustéis”, obra de William Shakespeare, en las instalaciones del Teatro Solís. Dirigida por Levón Burunsuzián, esta obra significó, para los sentidos de los espectadores, un deleite cargado de sinestesias.
“As you like it”, como se denomina en inglés, es una comedia pastoril donde se presenta al bosque, en este caso el de Arden, como la materialización de un mundo positivamente sublevado donde los límites son un asunto ilusorio. En ese espacio de permutación constante, el espectador fue capaz de evidenciar las peripecias de un grupo particular de individuos. Rosalinda acude al bosque, junto con su prima Celia y un bufón de la corte, luego que su tío Federico la desterrara de la misma. Este par de primas decide reformar, momentáneamente, sus respectivas identidades; Rosalinda se hace pasar por un joven llamado Ganímedes, mientras que Celia cambia su nombre a Aliena. De ese modo, deciden ir al bosque a buscar al Duque Mayor, padre de Rosalinda, quién habita allí desde que su hermano Federico le usurpó el poder. Por otro lado, Orlando, muchacho que se encuentra enamorado de Rosalinda de forma correspondida, llega al bosque luego de enterarse del plan de su hermano contra su vida. De aquí en más, derivan situaciones que versan desde confusiones amorosas hasta reflexiones sobre la vida misma y que le dan ese toque tan especial a esta obra.
Consecuentemente, la Comedia Nacional supo apropiarse de un clásico en la medida justa, sin descuidar la entidad original, ofreciéndole al público una experiencia única.
Levón Burunsuzián; director
Usted ha trabajado, previamente, con obras de Shakespeare. Como actor ha participado en “Otelo”, “El mercader de Venecia”, “Macbeth” y “Sueño de una noche de verano”. Por otro lado, ha dirigido obras como “Tito Andrónico” y “Cuento de Invierno”. ¿Cómo se sintió dirigiendo “Como gustéis”? ¿Qué particularidades captaron su atención?
Yo siento que cada vez que un actor, que es mi caso, se enfrenta a un texto de Shakespeare realmente toca las esencias porque Shakespeare escribió para los actores. Entonces, para mí, es como un milagro de posibilidades porque uno puede desarrollar la inventiva, el capricho, la creación, esto no tiene porque ser en este orden, pero nos permite muchas cosas y es un desafío constante hacer un Shakespeare.
Fue muy difícil la traducción de esa obra. En realidad, yo no he hecho una traducción de la obra, sí una versión de la obra. Pero he trabajado con tres traducciones españolas y el inglés. Así que siempre fue un trabajo aproximado respecto al lenguaje porque ciertamente esta obra es muy exigente en ese sentido, por los juegos filosóficos que la obra exige, las situaciones que se presentan desde las distintas capas sociales que la obra toca. Por eso busqué, en la parte de los cómicos, un lenguaje un tanto más vasto pero no, por eso, caer en lo grosero que seguramente Shakespeare sí utilizaba. Cuando digo “grosero” digo ese lenguaje propio de una clase diferente, ¿no? Sí intenté trabajar sobre la ironía y la ambigüedad en el decir. No recuerdo ahora que uruguayismo apareció, realmente no, pero me encanta que hayas notado algo así. En todo caso fue el sentido de dar un lenguaje un poco más llano, en oposición a los juegos dialécticos entre la naturaleza y la fortuna, etc. que la obra maneja y mucho.
¿Cuál cree usted que es la importancia de estrenar una obra como lo es esta en el Uruguay del 2017?
La importancia es grande pero para la Comedia Nacional aún lo es más. Tiene la responsabilidad de ofrecer estos textos porque tiene quizás los medios y tiene, también, los espacios. Entonces, creo que es una gran responsabilidad; esto no significa que otros elencos no puedan enfrentar estos desafíos porque de hecho nos nutren, nos potencian en el juego de la textuación; en este caso, en el juego de la dirección. Yo no he hecho más que nueve direcciones en mi vida; cuatro isabelinos, sí porque fue un John Ford y tres Shakespeare, con este. Pero, en realidad, fueron nueve direcciones. Mi trabajo más sobre los textos es en la escuela donde he hecho más de sesenta obras a lo largo de treinta años; en la Escuela Municipal de Artes Dramáticos. Pero así en vía profesional dirijo poco.
Florencia Zabaleta; Rosalinda/Ganímedes
Usted ya ha participado en una obra de Shakespeare, “Cuento de Invierno”, también bajo la dirección de Levón. Teniendo ya este bagaje, ¿cuál es su impresión del personaje de Rosalinda? ¿Qué elementos funcionaron como motivación para interpretar dicho rol?
Bueno, cuando me comentaron que se iba a hacer “Como Gustéis”, releí la obra porque la había leído en mi época de la EMAD, hace como quince años. Entonces, la releí y me encantó pero, sobre todo, me llamó mucho la atención este personaje de Rosalinda, que es un personaje femenino que tiene mucho protagonismo, que no es de lo más habitual en las obras de Shakespeare. Después de la primer lectura con Levón, de saber cual era el reparto y saber que yo iba a ser Rosalinda, por supuesto empecé a estudiar y Levón también nos facilitó algunos materiales y descubrí que Rosalinda es como la heroína de Shakespeare; es, además, el personaje que tiene más letra de todos los personajes femeninos de Shakespeare. Los estudiosos dicen que Shakesepare le debía de tener mucha confianza a este actor joven para darle tanta responsabilidad, porque recordemos que en la época de Shakespeare las mujeres no actuaban. En definitiva, él iba a estar travestido volviendo a ser hombre pero, de todas maneras, era un desafío grande a nivel interpretativo. Bueno y ahí, en base a lo que estudié y, obviamente, a mi primera impresión de la lectura y un poco de la versión que había armado Levón, me di cuenta que iba a ser un disfrute, que iba a ser una fiesta este personaje. Harold Bloom dice que Rosalinda plantea muchos problemas, muchas confusiones a través de ese travestismo pero que da todo el tiempo la sensación de que todo va a salir bien, que el espectador no tiene que sentir que esto va a terminar en una tragedia porque Rosalinda engaña a Orlando con su personaje de Ganímedes sino que, de alguna manera, es un juego que va a estar bien resuelto. Plantea Shapiro en su libro “1599” que no hay un gran conflicto en “Como Gustéis”. Perfectamente en el tercer acto, cuando Rosalinda y Orlando se encuentran en el bosque, si Rosalinda le dijera “acá estoy, soy yo”, aunque ella esté vestida de Ganímedes la obra se terminaba porque no hay, como en Romeo y Julieta, dos familias enfrentadas, no hay un conflicto que haga imposible el amor. Shapiro decía que lo que complica este amor es que Rosalinda es bastante superior a Orlando. De lo primero que ella se da cuenta es que él no es un buen escritor. Entonces, Shakespeare le propone a Rosalinda, a través de este texto, que ella ponga a prueba a Orlando y en ese poner a prueba le de lecciones y lo eleve. Es un poco la versión, el foco que puso Levón en el trabajo sobre Rosalinda conmigo; que fuera muy astuta, que fuera muy rápida, que casi no necesita pensar lo que va a hacer, resuelve todo muy rápidamente, es muy hábil de pensamiento y, a su vez, muy hábil de palabra y en ese devenir de los encuentros ella, además de ponerlo a prueba, lo va aleccionando y lo eleva al nivel de ella para poder hacer que ese amor se condense. Y, bueno, como inspiración, yo creo que un poco fue lo que trabajamos con Levón, esos elementos de la honestidad de ella, de que al principio cuando el duque la echa de la corte se dice que todos la estiman, genera la admiración de todo el pueblo que al duque lo determina también a echarla de la corte. Bueno, un poco eso, ese lugar de mujer joven que sufrió una tragedia, que es que le echaron a su padre, que quedó sin su padre. Las madres no aparecen, es una cosa que nunca se sabe que pasa con las madres, pero bueno, no está, no la tiene y cómo descubre el amor en esa circunstancia y, ya de por sí, ella es una mujer con sabiduría. Esos fueron como elementos que fuimos trabajado desde el juego. Después, lo que pasa en la escena es lo que se ve; no hay mucha explicación, es de entregarse en cuerpo y alma y sucede eso. Pero esos fueron como los elementos así de estudio que ayudaron un poco a la elaboración, un poco aportado por Levón y otro poco por lo que yo estudié.
Primero, yo creo que al trabajar con Levón no hubiera habido otra manera de hacerlo porque él no hubiera cortado ese epílogo. O sea que, evidentemente, le teníamos que dar un significado para el hoy. Está simplificado, voy a arrancar por Shakespeare, después vengo a nosotros.
Como Gustéis tiene algunas innovaciones en lo que era el teatro de Shakespeare para ese momento, el tema de incorporar algunas canciones, por ejemplo. Shakespeare sabe que hay una compañía de hombres que están cantando y que les está yendo muy bien, entonces él incorpora esto de las canciones y en el final, porque al público de Shakespeare había que mantenerlo para que no se fuera y había que entretenerlo en el buen término de entretener, él hace como varios finales; uno es la aparición de Himeneo que se cree que bajaba colgado, que era como una nueva impresión para el público, el tema de la danza al final y cuando ya la gente hubiera creído que se terminaba, aparece el cierre este del epílogo de Rosalinda. El texto también es un poco complejo porque habla de él como mujer pero en realidad es un hombre. Pensemos que yo soy mujer pero en ese momento era un hombre. “Si yo fuera mujer”, dice que texto, entonces, es como una confusión pero Shakespeare era muy avanzado, cada obra de él implicaba un desafío para el público. Quiero decir, él sabía para el público que escribía y buscaba y re-escribía las cosas para que funcionaran pero también desafiaba. Cuando él escribe “Hamlet”, también, se dice que él cree que su público, que iba al teatro todos los días, que se enteraba de lo que pasaba en Londres de aquel momento en el teatro, iba a lograr comprender el pensamiento del personaje. Por eso escribe “Hamlet” con esos monólogo. Dice, bueno, el público ya está en momento de dar un paso más en la comprensión. Él apostaba y se desafiaba. Lo mismo ocurre con este final de “Como Gustéis”.
Y para lo de hoy, la obra plantea cosas que pueden ser leídas como machistas, en una visión contemporánea, como cuando Celia le dice a Rosalinda; “Recuerda que llorar no es de hombres”. En un momento Rosalinda le dice, “Voy a llorar porque él no ha llegado” y Celia le dice; “Recuerda que llorar no es de hombres”. Pero, desde un lugar de ironía, Shakesepare ya estaba cuestionando un poco eso del “Llorar no es de hombres”. Está poniendo a un hombre, que es una mujer, pero que en realidad representa de nuevo ser hombre, diciendo que tiene ganas de llorar, entonces es como muy complejo, lo que significa que debería ser algo que cuestionara el público de ese momento. Para nosotros, hoy, hay un poco de la intención, de la interpretación, también, decir esto es una comedia para que las mujeres nos demos cuenta de como adiestramos, aleccionamos a los hombres en un montón de cosas. Y, no por una superioridad, sino por una sensibilidad diferente, femenina y, también, por una capacidad de auto-conocimiento. Rosalinda, que no ha tenido ninguna experiencia amorosa, en esta versión de Shakesepare, de lo que es una mujer o una mujer joven, ya le dice a él como se va comportar en el matrimonio. Ella no ha pasado por una experiencia de matrimonio y le dice; “Voy a llorar por esto y voy a reír por esto otro y voy a estar celosa y voy a estar esto y cuidame, porque sino me voy a ir con el vecino”. Es como si ella tuviera una sabiduría de lo femenino o de la vida conyugal que casi que no le correspondería por su experiencia. Por supuesto, es la experiencia que tiene Shakespeare más que que tiene Rosalinda. Pero, creo que para la actualidad ese lugar de superioridad de lo femenino es como mucho más claro, seguramente, en la época de Shakespeare debía de sonar un poquito más raro; él se adelantaba o se la jugaba con algunas cosas.
¿Qué otro papel de Shakespeare le gustaría interpretar?
¡Ah, siempre pensé en Lady Macbeth! Cuando iba a entrar a la EMAD, tenía dieciocho años y yo había estudiado mucho “Macbeth” en el liceo, en literatura y Lady Macbeth era un personaje, obviamente, fascinante. Y bueno, quise prepararlo; Sergio Pereira fue el que me preparó para entrar a la escuela y me dijo, con sabiduría y amor, que quizás yo era demasiado joven para interpretar ese rol. Por supuesto que tenía razón. Todavía hoy siento que estoy lejos, pero es un desafío que en algún momento me gustaría asumir. En aquel momento, hice otra cosa para entrar a la EMAD, más vinculada a la frescura y juventud de los 18 años. En algún momento llegará Lady Macbeth y otras grandes mujeres. Hoy por hoy estoy más que contenta con poder representar a Rosalinda.