La cultura en tus manos

Multiplicar la lupa a cuatro manos

Carolina Delisa y Martín Tocar se confiesan

28 octubre, 2025

Eldys Baratute.

Cuando supe del libro sobre Gustavo Penadés, pensé que sus autores, Carolina Delisa y Martín Tocar, era menos jóvenes. A pesar de los riegos que se toman esta etapa de la vida, es más difícil encontrar jóvenes que apuesten por temas agudos, polémicos, que incluyan a figuras determinantes en la vida política del país y que al mismo tiempo lo hagan con la objetividad que se necesita en el periodismo de hoy. Una objetividad que muestre los sucesos sin abandonar la pasión, pero sin tratar de condicionar los públicos. Hay demasiada manipulación hoy en día, demasiado “tratar de convencer”, ganar seguidores, sumar likes, hay demasiado demasiados. Con este libro Carolina y Martín intentan demostrar que se puede hacer otro tipo de periodismo. Ese que merece respeto. 

Sospecho que, por eso mismo, el jurado del Bartolomé Hidalgo, les entregó el premio en la pasada Feria. Según el jurado, Gustavo Penadés. Dos caras de un hombre con poder, publicado por Sudamericana, “aborda un tema de interés social y de actualidad, con rigurosidad, sensibilidad, escritura de calidad y amplia consulta a fuentes. La obra realiza un trabajo sistemático de recopilación de información sobre uno de los casos de mayor impacto reciente y genera información nueva, manteniendo en todo momento el interés.”

Cuando los lectores se acerquen al texto se percatarán de que las voces de Carolina y Martín se entrelazan, es difícil saber quién es uno y quien es el otro. Lograron hacer un libro tan homogéneo, en el que no se descubren las cuatro manos. Se siente más una voz, que va sumando palabras de uno y de otro, en un acto de hermandad que se replica, de igual forma, en esta entrevista.

¿Por qué exactamente arriesgarse a escribir sobre una figura tan polémica hoy en día?

Puede sonar un poco cliché, pero entendíamos que había una historia para contar. La polémica que pudiera rodear el caso y a la figura de Gustavo Penadés hacía justamente que su historia mereciera ser escrutada y narrada de forma más completa que lo que se había escrito o contado hasta el momento. No nos interesaba resolver el caso judicial, que sigue su propio curso, sino contar —a nuestro modo, desde un abordaje periodístico— quién es el protagonista de todas esas denuncias, de dónde viene, cómo ha sido su carrera y su vida personal… Y sobre todo profundizar en esta idea de dos caras que no son solo las de Penadés, sino también las de muchos otros elementos que rodean a su historia: la relación entre lo público y lo privado; el estigma de la homosexualidad y las historias de abuso; la pulseada de poderes —el de un senador cuya reputación se derrumba, el de una fiscalía que investiga hasta llevarlo a prisión, el de la víctimas anónimas y las que están en el centro de la polémica—, la posibilidad de que los que suelen decir la verdad también mientan y que los mentirosos digan la verdad. Nos interesaba explorar esos matices y equilibrios. 

¿Qué tan complejo puede ser abordar un asunto que aún no se ha resuelto ante la justicia?

Era uno de los desafíos y dilemas que tenía el trabajo de investigación desde un inicio. Pero estábamos convencidos de que este proyecto podía perfectamente correr en paralelo al proceso judicial, siempre que tuviéramos bien claro en qué cuestiones podíamos aportar, o echar luz, y en cuáles debíamos aceptar que quizá no llegaríamos a una verdad definitiva. Nuestra definición fue dejar en claro aquello que nosotros no podíamos validar con nuestras herramientas, y distinguirlas de aquellas en las que sí podíamos acercarnos a conclusiones más tajantes. 

¿Se entrevistaron alguna vez con Gustavo Penadés o prefirieron explorar otras fuentes?

Tuvimos alguna conversación informal con él, para contarle de la investigación e intentar concretar algún encuentro, pero si bien la puerta al principio estuvo abierta, sobre el final del proceso quedó claro —haya sido decisión suya o de sus abogados— que no iba a ser posible. Por supuesto que nos hubiera gustado poder hablar con él de algunas cuestiones que están planteadas en el libro. 

Con el paso del tiempo, algunas personas pudiesen olvidar la historia de Penadés, algunos pudiesen cambiar su criterio inicial a partir de nuevas pruebas, pero el libro va a quedar ahí, para siempre, ahí están Carolina y Martín. ¿No le temen a ese “para siempre”?

Bueno, es algo que se conecta con lo anterior. La idea era que el libro tuviera su propia vida y pudiera soportar el paso del tiempo. Obviamente, hay cuestiones que evolucionan a la par. Es un libro que habla y que enuncia desde un momento específico en el que la causa judicial no está aún resuelta, y en ese sentido hay cuestiones que están planteados como hipótesis. Penadés se declara inocente de todos los delitos que se le imputan, que son muchos y variados, y la fiscalía y la defensa de las víctimas plantea lo contrario. En ese plano, que obviamente es muy relevante, el libro intentó acercar qué elementos existen detrás de cada denuncia, de cada testimonio, y también cuáles son algunos de los argumentos con los que Penadés se defiende. La reciente acusación de la fiscalía recoge varios de esos elementos que nosotros informábamos en el libro. 

Pero la investigación va más allá, porque intenta abordar al personaje, a la persona que está acusada de todos esos delitos, ayudar a entender los diferentes contextos en los que se movió Penadés durante estas tres décadas de actividad política, a exhibir los indicios y pruebas de abusos a lo largo de los años, y a explicitar, desde nuestra parte, las situaciones que todavía no pueden darse por zanjadas. 

En algunas entrevistas ambos han hablado de “la verdad”. La verdad que es objetiva pero que también está matizada por múltiples subjetividades. Algunos dicen, incluso, que la verdad absoluta no existe. ¿Cómo manejan ustedes ese término?

Existeuna verdad que es la de los hechos tal cual ocurrieron. Ahora, nadie puede acceder a esa verdad de manera inmaculada. La forma en la que los periodistas nos intentamos aproximar a esa verdad está impregnada de subjetividades, porque implica aplicar criterios de selección, de descarte, de interpretación. La clave es que esa búsqueda sea con rigor profesional, con honestidad y transparencia, tratando de explorar y agotar todas las posibles aristas de lo que se busca describir. 

Ustedes trabajan en medios a los que cuáles responden, medios con una política editorial, públicos que los siguen. ¿Hay alguna diferencia entre el periodismo que hacen sistemáticamente y este libro que recién publican?

Martín: Hay similitudes y diferencias. La esencia es la misma que aplicamos en la tarea diaria: la de intentar acercarnos a la verdad y contarla de la mejor manera. El libro tiene un montón de condiciones que lo convierten en una instancia muy particular: su extensión, el manejo narrativo, la temporalidad. Todo ello era parte del desafío y del crecimiento profesional para nosotros. 

Carolina: las herramientas de trabajo, por decirlo de alguna manera, son las mismas. La diferencia está en la profundidad con la que uno puede trabajar en un medio que publica a diario en comparación con lo que puede hacer si va a publicar un libro. En una cobertura diaria, hay información que puede no ser relevante en absoluto, pero que, en un libro que da contexto, que profundiza y explica, puede ser muy enriquecedor.

Han dicho en otras entrevistas que su trabajo no es decidir la inocencia o culpabilidad de Gustavo Penadés, sin embargo, para muchos, su libro ha arrojado luces sobre el caso. ¿Cómo se sienten ante eso?

Sabíamos que ambos procesos —el del libro y el judicial— podían llegar a dialogar una vez que se publicara la investigación. Creemos que lo bueno es que los lectores puedan leerla y sacar sus propias conclusiones. Conversando con distintas personas que lo han leído, las conclusiones no son exactamente las mismas. Eso también nos satisface, porque habla de los matices que van apareciendo en esta historia. También a partir del libro tomó estado judicial el testimonio de Javier Viana, que decidió dar su testimonio con nosotros y mostrando su identidad, que era algo difícil pero importante. De hecho, es a raíz de eso que se pudieron depurar y aclarar algunos detalles de su testimonio que estaban envueltos en cierta bruma, como la temporalidad y su edad al momento de los hechos; algo que nosotros también nos encargamos de explicitar. De la misma forma que nosotros entendimos que su testimonio era relevante más allá de si era o no menor de edad, la fiscalía también entendió que lo relatado por Viana da cuenta de presuntos abusos y delitos por parte de Penadés, que ahora se discutirán en el juicio.

El título del libro se refiere a dos caras de un hombre. La más visible, por lo menos en este momento, es la del acusado, ¿en el libro muestran su parte más humana?

Sí, ya de por sí aparecen dos caras bien contrastadas: la del hombre acusado de estos delitos gravísimos, en contraposición a la del político prestigioso que recibía —y aún hoy recibe— halagos de propios y ajenos. Fuimos hacia atrás para rescatar todos esos elogios a lo largo de los años, y también conversamos con muchas personas que todavía hoy intentan reconciliar las distintas caras de esa persona que tanto querían o quieren. Después está lo que planteábamos antes, de cómo el concepto de dos caras sobrevuela otros planos de la historia y a sus personajes secundarios. 

Trabajar a cuatro manos siempre es difícil, imagino que hacer periodismo de investigación debe ser más difícil aún. ¿Cómo les fue trabajar juntos?

Martín: Como todo, tiene sus ventajas y también sus desafíos. Por el lado de las ventajas, se trataba de un tema bastante complejo para trabajar en soledad. En ese sentido fue bastante importante poder hacerlo en compañía. Además, se dice que cuatro ojos ven mejor que dos. Y fue una fortaleza poder discutir entre los dos todos los muy diversos dilemas que se presentaban a lo largo del proceso de investigación y redacción. Obviamente después es un desafío acoplar esos criterios y pasar raya allí donde hay que pasar raya. Esas discusiones no siempre fueron fáciles, pero creemos haberlo hecho con naturalidad. Y seguro que la combinación de las dos miradas enriqueció el trabajo.  

Carolina: Es un desafío, sin duda, porque implica discutir hasta encontrar el punto de equilibrio. Pero por encima de eso está la garantía que da trabajar con otra persona en la que confiamos y poder multiplicar la lupa sobre el trabajo que estábamos haciendo. 

¿Cómo asumen el Bartolomé Hidalgo, un premio de tanto prestigio, teniendo en cuenta lo jóvenes que son?

Fue un verdadero honor haber recibido el premio. Estamos muy contentos. Después de un trabajo de investigación y de producción tan duro, significa un reconocimiento y un respaldo importante. No solo el premio, sino también el mensaje del jurado, que destacó del libro aquellos puntos que para nosotros eran más relevantes al momento de embarcarnos en el proyecto. 

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