DOSSIER CRÍTICO / ARTES VISUALES
Por Daniel Tomasini
Liliana Porter en el MNAV
El pensar sobre el pensar
Liliana Porter es una artista argentina radicada en Nueva York desde hace muchos años. Está realizando una exposición en el Museo Nacional de Artes Visuales que tiene mucho de retrospectiva. En realidad la muestra conjuga una unidad en el tiempo, partiendo de obras del año 1968 hasta el 1977 llegando hasta la actualidad. Se trata de pinturas, objetos, videos, fotografía donde, a través de estos lenguajes la artista desarrolla una reflexión entre la realidad y la representación, entre la ilusión y la verdad, entre la ausencia y la presencia. Al mismo tiempo, al estar dividida la muestra en períodos cronológicos se plantea y se propone la indagación del sentido del tiempo en tanto este sentido participa de la percepción de todo lo que nos rodea. Esta reflexión incluye, obviamente la memoria, tanto personal como social.
La estética de Porter es conceptual, y en tanto categoría, se inscribe en un lenguaje que parte de la idea como núcleo de la ponencia artística, y a través de un ordenamiento característico de los cultores del arte conceptual, enlaza la idea con el lenguaje y éste con la filosofía. Para acceder a sus claves es necesario realizar un acercamiento muy sutil y desgranar conceptos del mundo de formas presentadas. Es necesario advertir los mensajes sutiles de por ejemplo, el contraste de dos fotografías de manos (las de la propia artista) cada una de ellas con una diferencia apreciable de años. Desde este punto de vista, la lectura de las obras de Porter requiere por lo tanto de una atención particular, porque cada fotografía, cada objeto, cada dibujo reclama una interpretación al margen de lo que se ve y exige una particular travesía de la mente hacia la comprensión del mensaje. Su obra por lo tanto, se vuelve altamente simbólica y a menudo hermética. Si bien el arte es y ha sido conceptual en su sentido lato y ontológico, la propuesta conceptual de Liliana Porter asume los riesgos de la hermenéutica, de la interpretación en base a signos y sobre todo requiere de mucha intuición.
En la exhibición se aprecian obras de un período muy especial en Nueva York, caracterizado por el “arte por correo” donde ciertas sutilezas como “la sombra de una aceituna” o la “sombra de un vaso” son representadas gráficamente y enviadas al destinatario en forma de flyers conformando así una inusual movida artística. El arte de Liliana Porter apuesta por lo tanto a la sutileza, a la penetrante observación, al trazo elegante y a la significación profunda de los símbolos que elige. El observador se ve sumergido en un mundo extraño donde todo es lo que no parece, o dicho de otro modo, todo parece lo que no es. A ello contribuye la excelente presentación de sus fotografías, de los impresos, del ajustado y perfecto tono de una sombra pintada en la pared, entre otros. Un ambiente un tanto aséptico se difunde por la gran sala consecuencia de una propuesta monocroma con marcos blancos impecables que enfrían la temperatura algo distante que exhiben las obras.
Sin embargo, debajo de esta prolija presentación bulle un mundo de ideas que emergen de la memoria plenamente vivida de la propia artista, que obviamente incluye la memoria de una trayectoria creativa que oscila entre la angustia existencial y el buen humor, y evoca por medio de su lenguaje momentos fundacionales y trascendentales para el arte tanto de Liliana Porter como el de América Latina, que finalmente pudo consolidar su legítimo lugar en la ciudad emblema del Primer Mundo.
Título: Liliana Porter. Selección de obra temprana y una reflexión desde el presente.
Curaduría: Adriana Gallo
Lugar: Museo de Artes Plásticas y Visuales. Av. Tomas Giribaldi 2283. Parque Rodó.
Fecha: de abril a junio de 2015
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