GALAXIE PARTE DE LA NOCHE
“…And if he left off dreaming about you,
where do you suppose you’d be?..”
Lewis Carroll
Agustín Banchero, director y dramaturgo de esta pieza, es alguien que viene del mundo del cine, donde están sus realizaciones anteriores y su actividad docente, pero transita el cambio de arte con solvencia y su notoria procedencia de un medio emparentado, pero no escénico aporta aire fresco.
Así, incorpora a la puesta elementos cinematográficos como el manejo del diálogo entre luz y oscuridad para brindar un efecto direccionador de la mirada, amén de que uno de los espacios en que se divide la planta escénica es un barranco con un auto, algo que es común en las películas, pero no en los escenarios.
La propuesta es suficientemente buena y compleja como para que no pueda agotarse en el espacio que permite una crítica, pero intentaremos unas puntualizaciones necesarias.
Lo primero es el nombre, que alude a dos aspectos, por un lado, la banda “Galaxie 500” de la que toma la música que es parte de la ambientación sonora, y al auto “Ford Galaxie”, que es tomado como símbolo al interior de una parte de la trama. No podemos descartar tampoco una alusión interpretativa, una referencia a la constelación de personajes que habitan los diferentes planos y meta niveles de ficción que Banchero nos presenta en esta “película” representada en vivo.
Desde el propio programa de mano, un texto de la banda que aporta su nombre nos llama la atención: “¿Por qué todo el mundo actúa raro? ¿Por qué todo el mundo parece tan extraño? ¿Por qué todo el mundo parece tan desagradable? ¿Qué quiero con todas estas cosas?”
De alguna manera, instala una sensación onírica o irreal que predispone el espíritu para una narración fraccionada en el relato y fragmentada en niveles de ficción. Nos avisa que lo extraño nos aguarda y que el trabajo del espectador está asegurado, así como su disfrute.
Así, el espacio escénico se divide en dos partes, una zona de piedras sueltas con un auto que tiene las luces encendidas (en los momentos en que se usa el espacio) y un dormitorio con una cama y todo el espacio construido en madera. Una línea divide físicamente ambas zonas, pero en el nivel ficcional ambas marcan niveles distintos de interacción.
En el “barranco”, Mauricio (Leo Pintos) y Pablo (Rodolfo Agüero) fuman y beben cerveza mientras se instala un diálogo tenso y reticente, especialmente por parte del primero. Se encuentran en el balneario Solís, mientras esperan a los parientes de Pablo (ex de Mauricio, ya que eran cuñados antes de su separación de la hermana de Pablo con quien estuvo casado) ya que se ha incendiado la casa de vacaciones de la familia.
Los temas de conversación no fluyen, pero circunvalan en torno a las fallidas relaciones de pareja de ambos, de Mauricio con la hermana de Pablo y de éste con Lucía (Lucía Senra), con quien comparte el otro espacio del dispositivo escénico, el dormitorio.
Pablo es el único personaje que puede atravesar los espacios/mundos que componen esta galaxia ficcional, y el relato que conforma en cada uno de ellos refiere al otro, de forma tal que no es posible diferenciar un nivel primario de ficción y uno subsumido en él, ni la obra tampoco se plantea resolver el tema de manera radical, de ahí la alusión a las cintas de Möbius en el título, esas extrañas figuras que tienen dos dimensiones pero un solo lado.
Mencionábamos la coexistencia de elementos teatrales y cinematográficos, y un ejemplo excelente es el de la transición de escenas, por el desplazamiento de Pablo (netamente teatral) mientras que el uso de las luces enmarca primeros planos más cinematográficos y disolvencias a negro.
Dos hombres tristes atados a los recuerdos en el frío de la noche tienen resonancias onettianas que son inevitables, ambos nos recuerdan a Eladio Linacero de “El Pozo” y sus añoranzas de Ana María. Por otro lado, la cualidad de demiurgo de Pablo, que en cada una de las historias parece estar ficcionando la otra, nos retrotrae a “La vida breve”, en la que Brausen crea Santa María para huir de lo ingrato de su realidad en el momento, y se desdobla en el cafishio Arce, al igual que Pablo transita siendo el mismo, pero no entre ambos mundos. Y al igual que en ambas obras, un incendio es motivo y final, el alfa y el omega de por que ocurren las cosas que ocurren.
Las historias devienen separadas, solamente imbricadas por la presencia de Pablo, mientras, a medida que avanzan, se desdibuja la frontera y el código lumínico que se establece desde el inicio (solamente están prendidas las luces de la zona escénica en la que se está representando) y se llega al inevitable desenlace.
Muchas preguntas deberán responder(se) el espectador. ¿Por qué Galaxie? ¿Qué significa este auto que Mauricio recuerda de su tío que lo manejó desde USA para olvidar su separación, ahora que él transita la suya? ¿Qué pesa sobre Lucía y le daña la espalda con su peso? ¿Cuál es el papel y la responsabilidad de pablo con respecto a sus compañeros? No todo se dice, pero todo se muestra. El puzle puede y debe resolverse.
En suma, una puesta original, con ritmo y grandes actuaciones. Más que recomendable, piérdasela bajo su propio riesgo.
Bernardo Borkenztain
FICHA TÉCNICA
Elenco: Rodolfo Agüero, Lucía Senra y Leonardo Pintos.
Diseño integral: Bibiana Cabral.
Dramaturgia y dirección: Agustín Banchero