Por Bernardo Borkenztain.
En una temporada que se vio marcada por ser disminuida, primero por la pandemia que eliminó los espectáculos públicos y luego por los protocolos de higiene que limitaban acceso y localidades, el teatro dio pruebas de su resiliencia y logró tener una hermosa oferta de espectáculos.
Sin tener alguna obra de esas que son históricas, como Ana contra la muerte (Gabriel Calderón, 2020) o Chacabuco (Roberto Suárez, 2019), tuvimos puestas más que interesantes, de algunas de las cuales daremos cuenta a continuación.
Lo primero es considerar la interesante producción de textos de autor nacional, entre los que destacamos Devenir Felisberto (Domenico Caperchione), Robótica sentimental (escrito en versos y anagramas, por Marcel García), la inquietante El llanto del picabuey (Manuel Bello) y la delicada Del otro lado del mundo (Emanuel Sobré y Camila Diamant) que junto con otros de comedia (sin que nos quede demasiado claro el uso habitual de separar comedias de otras obras) muy efectivos como Llamaste a Walter (Josefina Trías) o Jirafas y gorriones (Federico Guerra). También debemos incluir el complejo y rizado texto de Desmontaje, de Jimena Márquez.
Esos textos nombrados tienen la característica de una alta eficacia en las puestas que vimos, siendo que no existe de ninguna manera nexo causal entre la existencia de un gran texto con la ejecución de una gran obra en escena, una relación que está mediada nada menos que por el trabajo de la dirección y los actores.
Y hablando de direcciones, nos vienen a la mente tres trabajos que se destacan especialmente, que son el de Fernando Toja por Cuando deje de llover, el de Domenico Caperchione en Devenir Felisberto, y el de Marcel Sawchik en su reversión de la novela de Orwell, 2084. Especialmente queremos resaltar que –de maneras muy diferentes– estas apuestas son de lo mejor del año en general, con un complejo y bello uso de los recursos técnicos en el caso de la obra de Sawchik, de los actorales en la de Toja y maximizando el uso de un espacio muy chico (ayudado por la presencia escénica de un solo actor) de Caperchione, que incluye una música en vivo dialogando con los personajes encarnados por Urrutia.
Las actuaciones fueron otro punto alto del año, es difícil elegir solo unas cuantas, pero podemos destacar los elencos enteros de Jirafas y gorriones, El llanto del picabuey, Verano (Florencia Caballero Bianchi) o Cuando deje de llover, Mirame que nos miran (Soledad Lacassy y Julieta Lucena) o El niño argentino (Virginia Marchetti y Álvaro Correa).
En cuanto a actores masculinos, tenemos a Juan Antonio Saraví, magistral en Cuando deje de llover; o a Matías Vespa y Rodrigo Garmendia, sacándose chispas en El niño argentino; sin olvidar el delicado y preciso trabajo de César Troncoso en Del otro lado del mundo o, en el caso de actores de reparto, Andrés Papaleo en Cuando deje de llover, Fernando Amaral en Jirafas y gorriones o Pabo Robles en la misma obra.
Si hablamos de actrices, tenemos a Josefina Trías por Llamaste a Walter, Valentina Borrás por 2084, Julieta Lucena por Mirame que nos miran y Camila Diamant por Del otro lado del mundo; o, en papel de reparto, a Florencia Zabaleta por su hermoso trabajo en Cuando deje de llover, Valentina Setien por El llanto del picabuey, o a Laura Almirón y Sofía Espinosa por Verano.
En rubros técnicos, queremos destacar el dispositivo escénico integral de 2084, que no solamente presentaba distintos niveles tanto dentro como fuera de escena, sino que incluía una utilización de lo audiovisual altamente compleja, con video en vivo, voces en off, videograbaciones en interacción con los personajes, además de la omnipresente “Bigbrothernet”. También Jirafas y gorriones resuelve de manera tridimensional un espacio pequeño como es el de la sala La Cretina, habitándolo todo en función de las diferentes historias que se desarrollan. El llanto del picabuey también tiene que resolver un espacio acotado, y lo hace estableciendo la cuarta pared detrás del espectador, incluyendo momentos en que parecería que los personajes hablaran de su presencia.
Nos queda un último momento para tres obras que por razones de agenda no pudimos ver, pero que no dudamos son interesantes y esperaremos su reposición, y son Ricardo III (María Varela), Cock (Alberto Szymberg) y Bette Davis, ¿estás ahí? (Domingo Milesi)
En suma, luego de dos años golpeado por la pandemia, el teatro uruguayo ha demostrado que puede y tiene con qué superar todo tipo de golpes y adversidades.