A veces, lo que parece viejo y en desuso solo necesita una mirada distinta para revelar algo nuevo. Ahí radica el genio de Wifredo Díaz Valdéz: en su capacidad para ver en un trozo de madera gastada un sinfín de posibilidades. No la talla en formas reconocibles, ni la usa como simple soporte: la desmonta, la reconfigura y la convierte en una historia
Un lenguaje propio
Nacido en Treinta y Tres en 1932, Wifredo no siguió el camino académico del arte. Prefirió aprender solo, explorando el material con paciencia y curiosidad. Así descubrió que la madera no solo guarda huellas del tiempo, sino también secretos que pueden revelarse con el gesto adecuado.
Su técnica no es la de un carpintero ni la de un escultor clásico. No esculpe ni moldea, sino que desarma y reconstruye. Piezas que alguna vez fueron objetos funcionales –puertas, herramientas, instrumentos musicales– renacen en su obra con un nuevo sentido.
El paso del tiempo, hecho escultura
En La Orquesta (1996), los instrumentos parecen suspendidos en el tiempo, como si estuvieran a punto de volver a sonar o acabaran de callar para siempre. Es ese tipo de ambigüedad la que hace que sus obras no solo sean admiradas, sino también sentidas. Nos recuerdan que todo cambia, que nada es definitivo.
Una exposición para mirar con otros ojos
Anatomía de la Madre-Madera, invita a conocer a Wilfredo Díaz Valdéz repasando más de cincuenta años de búsqueda y experimentación. Y no se trata solo de ver esculturas, sino de aprender a mirar de otra manera porque, al final, su arte no está solo en la madera, sino en la manera en que nos hace descubrir lo extraordinario en lo cotidiano.
Hasta el 27 de Abr, 2025 | Museo Nacional de Artes Visuales - Sala 5 | Martes a domingo, 13 a 20 horas
Galería de imágenes y texto: Mario Cattivelli | @illev_uy
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