Fotos por Andrea Sellanes
Desde hace un buen tiempo, en los meses de verano la actividad teatral decae bastante en Montevideo, ya sea por la poca presencia de público o por el descenso en la oferta de espectáculos; pero eso no sucede en la Sala Verdi.
El responsable de este gran movimiento artístico es su director, Gustavo Zidan, quien se ha preocupado por elegir espectáculos con estéticas que no son frecuentes en la cartelera montevideana y que apuestan por nuevos lenguajes en lo que a espectáculos internacionales se refiere. Afirma que en los nueve años que hace que administra la sala no se han asociado con espectáculos comerciales o figuras mediáticas, y han buscado dimensionar los espectáculos a escala humana, despojándolos de grandes puestas en escena e inclinándose por un fuerte contacto con el espectador. Además de lo que hace a la calidad artística de las programaciones de los festivales, se han hecho grandes avances en la infraestructura, en una sala que fue fundada en 1895 como sala de música. Hoy podemos disfrutar de grandes adelantos e inversiones en la iluminación, nuevas butacas y aire acondicionado, elementos que la hacen más confortable.
Además, y como resultado de una investigación realizada por un equipo de restauradores, con el apoyo de la Embajada de Suiza, se encontró en las paredes de la sala evidencia de pinturas del artista suizo Martino Perlasca, bajo algo más de seis capas de pintura. Estos trabajos se continuarán, ya que también se hallaron murales y lienzos de este artista en la Catedral de San José, el Palacio Santos y el Club Uruguay.
La temporada veraniega para esta sala comenzó el 4 de enero y se extendió hasta el 2 de febrero con la octava edición de Montevideo de las Artes, con la presentación de veinticuatro grupos nacionales, productos artísticos de dramaturgos que se han destacado en la cartelera local. Estos espectáculos se exhibieron, con entrada gratuita, en la propia Sala Verdi, en el Centro Cultural Florencio Sánchez, en el Centro Cultural Terminal Goes y en el Espacio de Arte Contemporáneo. Casi superponiéndose a este festival, desde el 1º hasta el 15 de febrero, por sexto año, fuimos parte de la gira latinoamericana del Festival Temporada Alta de Girona (que se extendió a las ciudades de Buenos Aires y Lima), con la presencia de ocho espectáculos de Argentina, España, Francia y Portugal. El festival comenzó con Perdón, del dúo Sutottos, de Argentina, una comedia que se transforma en una especie de manifiesto a favor de la infancia y de la resistencia a transformarse en adulto y cumplir con los roles que esto conlleva. Algunos espectáculos europeos tuvieron como denominador común el tema de la inmigración; Carta rechazada, una obra de Portugal, y Bello final, de Francia, se valen del recurso del teatro documental y la autoficción, tan utilizada por el dramaturgo uruguayo Sergio Blanco, quien aparece en este festival a través de la mirada que el dramaturgo Sergi Belbel hizo de su monólogo Kassandra, protagonizado por Elisabet Casanovas y que fuera estrenada en Uruguay por Roxana Blanco. El cierre estuvo a cargo del Grupo Mínimo, con su Que todas las vaquitas de Argentina griten mu, una obra del off porteño, con el eje puesto en el destino ineludible del fracaso en tres estructuras que van desde los personajes de La Ilíada, pasando por el grotesco criollo con los inmigrantes italianos que prueban suerte en el campo argentino, y una tercera parte que comprende el set de filmación de una película en los años setenta, con una estrella en decadencia que se ve desplazada por la figura juvenil del momento. Buenas actuaciones, dinamismo y humor fueron los componentes de esta obra, un teatro que siempre asombra de este lado del charco.
La tercera propuesta de la Sala Verdi es la tercera edición del Festival Cercanías. Teatro Litoraleño en Montevideo, que va desde el 17 al 28 de febrero. Como se expone en el número 2 del periódico Contenidos ‒la publicación que brinda la sala a sus espectadores‒, esta denominación tiene varios sentidos: por un lado, “las características espaciales de los espectáculos […] que requerían un contacto muy cercano con el público”, y, por otro lado, este concepto se extendió a los equipos y las comunidades que conformaron el festival durante los procesos creativos.
El festival, organizado en conjunto con la Liga de Artes Escénicas del Litoral, que está conformada por los colectivos Imaginateatro de Paysandú, Decartón Teatro de Carmelo y El Almacén de Montevideo, es un proyecto que también gestiona y organiza el Festival Internacional de Teatro del Litoral y el Más Allá, realizado en Carmelo, y el laboratorio Germinadores, un proyecto abierto a difundir proyectos en etapas germinales, que ofrece espacios de diálogo, intercambio y reflexión con los participantes.
En esta edición estarán presentes seis compañías de Chile, España y Uruguay que cumplen con los requerimientos de cercanía e intimidad como premisa de este festival. Para lograrlo, cuatro de los seis espectáculos ‒dos son la excepción: La chancha y Los vagos‒ se presentan con el público en el escenario. El festival, que lleva consigo el carácter del teatro litoraleño, “entendido como un territorio más afectivo que geográfico”, comienza con La chancha, una obra de El Almacén, de Montevideo, que, según se explica en el resumen de la obra, se enfoca en el consumismo, la libertad y el amor; preguntas que surgen a partir de una posible compraventa de una chancha a una niña vegana, que la quiere para salvarla de una segura muerte, cuestionando así la sociedad de consumo y sus hábitos, enfrentando a dos familias y sus distintas opiniones sobre el tema: una de la ciudad y una del campo.
Desde Rocha, más específicamente desde Cabo Polonio, llega Tatuteatro con Vivir con honor, morir con gloria, cuyo texto fue escrito y es interpretado por Maricruz Díaz bajo la dirección de Yvonne Wagner, en un homenaje a Salvador Allende y a todos los upelientos: los partidarios de la Unidad Popular, unión de partidos políticos que sostuvo al gobierno de Salvador Allende entre los años 1971 y 1973.
El grupo Imaginateatro, de Paysandú, se presenta con dos espectáculos: uno de teatro-danza infantil, Sacapunta y compás, que cuenta la historia de Matilde, una niña que encuentra el arte y el movimiento en todos los momentos y lugares de su vida cotidiana; y una producción en conjunto con Teatrería Abril, El ladrón de patinetes, de España. Se trata de un monólogo de un escritor que espera a una mujer y en esa espera se comunica con el público contando historias reales o imaginarias confundiendo ficción con realidad.
De Chile llega el grupo Cuatro Féminas con Ñaque (o de piojos y actrices) –parafraseando la obra del dramaturgo español José Sanchis Sinisterra‒ y sus ya famosos personajes Ríos y Solano, dos cómicas del siglo XVI que van de pueblo en pueblo para deleitar al público con sus loas, autos, comedias, hasta que llegan al año 2020. Entrevistada, la actriz Constanza Silva señala: “Nuestra propuesta actoral no se relaciona con la cronología, ya que somos dos actrices que interpretamos a dos hombres, algo impensable para la época, un guiño que incluimos en nuestra propia definición de lo que debería ser esta propuesta teatral”. La segunda actriz, Maite Colodrón, agrega: “Hemos respetado casi en su totalidad la dramaturgia original y le hemos dado el carácter propio del humor y la sensibilidad que dos mujeres, dos amigas, pueden llegar a desprender en escena. Nuestro referente estético para este tipo de humor ha girado en torno a los trabajos de Wes Anderson, buscando lo sutil y controlado en el gesto y la voz”.