Por Florencia Sáder.
La grandeza de la obra que Pablo Atchugarry comenzó por 2007, con su fundación en un predio de la ruta 104. Desde el comienzo hizo algo para todos.
Con esto queremos decir que, por ejemplo, en que la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), realizada el 8 de enero pasado, si bien del corte de cinta participaron el presidente de la república, Luis Lacalle Pou, y los ex presidentes José Pepe Mujica y Julio María Sanguinetti, y en el evento se encontraban el intendente de Maldonado, ministros, embajadores, coleccionistas y demás personalidades que habitualmente acompañan las inauguraciones importantes, también fue una ocasión en la que, acostumbrados a la hospitalidad del anfitrión, se acercaron turistas, curiosos y vecinos, entre estos últimos algunos munidos de sus sillas de playa, prontos para disfrutar del deslumbrante espectáculo que fue la celebración del desembarco de este logrado museo en el este de Uruguay.
La magia de Pablo Atchugarry es hacer que todos se sientan bienvenidos por igual, por por lo que, aun en pleno recrudecimiento de la pandemia, miles de personas dejaron de lado los temores, se calzaron sus tapabocas y partieron a acompañar a Pablo Atchugarry y a su equipo en el histórico acontecimiento que fue el corte de cintas de un museo largamente esperado por muchos.
Pablo Atchugarry fue generoso desde el principio y la gente lo premia con su fidelidad. Unas nueve mil personas acompañaron la apertura del MACA, durante una calurosa tarde de verano, en lo que se sintió como una verdadera fiesta a la que todos estábamos invitados.
Obra maestra del arquitecto uruguayo Carlos Ott, el MACA se levanta majestuoso como una nave en el enjardinado predio de la ruta 104. La madera de eucalipto rosado del país, tratada en el exterior para lograr la curvatura perfecta, le otorga calidez y organicidad al conjunto, a la vez que cumple perfectamente su función como estructura para albergar exhibiciones de calidad museística. “Una relación mutua entre arquitectura, arte, funcionalidad y estilo se observa perfectamente en el MACA. Es la materialización de término Gesamtkunstwerk, palabra alemana que significa ‘obra de arte total’, utilizado por Richard Wagner en el siglo XIX”, dice acertadamente la restauradora uruguaya Gabriella Siccardi, una de las tantas personas que asistieron a esta inauguración histórica.
Fiel a sus principios de hacer algo para el disfrute de todos, Atchugarry tiene la intención de integrar a todos los sectores de la sociedad por medio de la cultura y la educación artística. Todas las actividades de la fundación son abiertas al público y gratuitas. Son de destacar los diferentes programas realizados para alumnos y docentes de educación primaria, secundaria y terciaria, tanto pública como privada.
Actualmente, la fundación realiza unas cincuenta actividades gratuitas anuales (muestras, conciertos, conferencias, etcétera) y recibe a grupos de escolares, estudiantes, jubilados, turistas y público local, que totaliza un flujo anual de más de cien mil personas.
La programación de extensión cultural del MACA ofrece ciclos de cine, conferencias, seminarios y talleres donde participan historiadores y críticos de la región y del mundo. El MACA aspira ser un laboratorio y centro de reflexión, con debates y una plataforma educativa. La apuesta es a un museo vivo, colmado de actividades artísticas, educativas y culturales.
En el edificio anexo al museo está la exposición Heliografías del argentino León Ferrari. El museo alberga la colección permanente Atchugarry, que contiene más de cien obras de artistas americanos y europeos, entre ellos Julio Le Parc, Carlos Cruz Diez, Joaquín Torres García, Ernesto Neto y Carmelo Arden Quin.
Esta gran apertura posiciona a Uruguay en el mapa de los grandes museos internacionales y, a la vez, potencia el desarrollo de los artistas locales, tanto los consagrados como los emergentes. El MACA marcará un antes y un después en el panorama cultural de la región.
La obra de Christo y Jeanne-Claude llegan a Uruguay para inaugurar el MACA
Christo y Jeanne-Claude, los grandes maestros del land art, artistas de lo monumental y efímero, por primera vez presentan una exhibición en Uruguay.
El MACA abrió sus puertas con una exposición internacional titulada Christo y Jeanne-Claude en Uruguay. Se trata de un conjunto de más de cincuenta obras provenientes del acervo de los artistas y colecciones privadas que llega por primera vez a Uruguay. La exposición, que ocupa la gran sala del primer piso del nuevo museo, presenta una visión general de la obra del dúo de artistas en diferentes formatos: fotografía, dibujos, collages y esculturas.
Las piezas que Christo realizaba para cada intervención eran una obra de arte en sí mismas. Porque el viaje comenzaba y se desarrollaba en el estudio y terminaba afuera del taller, en contacto con quienes visitaban la obra. Desde paisajes desérticos y costas de mares agitados, hasta ciudades y parques hechos por el hombre, cada proyecto tenía su propio lenguaje que dialogaba con el entorno en el que estaba inmerso. Pero las obras no eran solamente la instalación durante el tiempo que durara; eran todo lo que sucedía en torno de ellas: los encuentros, la gente, los dibujos, los estudios, la ingeniería, la política, el armado y el desarmado. Un arte de medioambiente, como también lo definieron los artistas. Así, Valley Curtain (1972, Colorado, EEUU) consistió en 18.600 metros cuadrados de tela de nailon naranja, colgada sobre un valle entre montañas. En Surrounded Island (1983), en Biscayne Bay, frente a Miami, rodearon once islotes con una tela flotante color rosa. The Umbrellas, en California y en Japón (1991), fue una instalación de más de tres mil sombrillas, y The Gates (2005), en Nueva York, consistió en una secuencia de más de siete mil puertas naranjas dispuestas en los senderos del Central Park, obra que quien escribe tuvo la fortuna de presenciar. La obra póstuma de los artistas fue el empaquetamiento del Arco del Triunfo en París (2021), realizada gracias a las precisas instrucciones en las que Christo trabajó en sus últimos años de vida.
Pablo Atchugarry descubrió el trabajo del dúo en 1995, cuando realizaron la obra del empaquetamiento del Reichstag en Alemania, y desde entonces siguió atentamente la carrera de los artistas. En setiembre de 2021 asistió a la inauguración del Arco del Triunfo envuelto en París. “Me hizo vivir una experiencia maravillosa: la luz inundaba el monumento, los reflejos de la tela gris-plateada modelaban su silueta. Quienes pudimos verla fuimos testigos de la última obra de estos grandes artistas que nos enseñaron a soñar”, dijo Atchugarry.
La exposición, que se puede visitar en el MACA hasta el 30 de abril, incluye las obras tempranas de Christo (barriles de aceite, revistas y otros objetos envueltos) y la documentación de sus proyectos monumentales en bocetos y dibujos originales. “Locos, utópicos, imposibles, pero también mágicos, que dejan sin aliento, extraordinarios…, son numerosos los adjetivos que se han usado en un esfuerzo por encontrar la clasificación adecuada para el arte de Christo y Jeanne-Claude. Se los ha llamado artistas de la tierra, paisajistas, a veces no artistas”, escribe para el catálogo que editó el MACA para esta exposición Lorenza Giovanelli, studio manager de Christo y curadora de la exhibición.
Estas instalaciones transforman a la gente y a los espacios, acentúan la presencia y la ausencia, aparecen y desaparecen, pero dejan su huella durante años y años. Porque para Christo y Jeanne-Claude la temporalidad de sus obras era algo fundamental, ninguna se exhibía durante más de un par de semanas y cuando se desarmaban no quedaba rastro de lo que había ocurrido allí: sólo el recuerdo y la sensación de aquel espacio que ahora estaba vacío. “El arte fue para Christo y Jeanne-Claude su vida. Con su arte celebraron la vida en toda su belleza e inmortalizaron esa fracción de segundo, en la que el tiempo se hace infinito”, concluye Giovanelli. El MACA editará un catálogo bilingüe español-inglés, con una entrevista íntima con Christo e imágenes de todas las obras exhibidas en la exposición.
El matrimonio del búlgaro Christo y la marroquí Jeanne-Claude, casualmente nacidos el mismo día en 1935, pasó a la historia como pioneros del arte monumental efímero.
Otro matrimonio, el de los uruguayos internacionales Pablo Atchugarry y Silvana Neme, pasará a la historia como los artífices que hicieron posible esta lograda obra de arte que resume generosidad y excelencia.