Por Carlos Dopico.
Cantorcita, de Laura Canoura.
Tras más de cuarenta años de carrera, Laura Canoura publica un nuevo trabajo de estudio, en el que transita una senda folclórica con una sutil interpretación musical.
En medio de la pandemia, y a más de una década de su último trabajo de estudio, Un amor del bueno, Canoura, la misma que comenzó con Rumbo por 1979, y que un lustro más tarde iniciara su carrera solista producida nada menos que por Jaime Roos, dio vida a un trabajo preciso y reflexivo: Cantorcita (MMG, 2021). Si bien la cantante, intérprete y compositora ya había recorrido los ritmos de chacarera, zamba, milonga y chamarrita, incluso de su autoría, esta vez el desafío era sumergirse en un repertorio mayormente criollo contemporáneo. Aquí conviven revisiones de canciones ajenas: ‘Oración del remanso’, de Jorge Fandermole, ‘Pasa’, de Carlos Gómez, ‘A pique’ y ‘Paseo’, de Juan Quintero, ‘Las golondrinas’, de E. Falú y J. Dávalos, ‘Fina estampa’, de Chabuca Granda, ‘Desconsolados 2’, de Eduardo Darnauchans, ‘Nunca tuvo novio’, de Enrique Cadícamo y A. Bardi, o ‘Si yo hubiera sabido’, el bolero casi final de Orlando Vistel; con otras de autoría compartida: ‘La pena nueva’ (Canoura/Fattoruso), o ‘Estados de ánimo’ (Mario Benedetti/Laura Canoura).
La intimidad espectral del concepto del álbum da lugar, además, a dos poemas musicalizados: el ‘Poema de Las golondrinas’ con el que Dávalos solía presentar el tema mencionado, y ‘Adiós’, una conmovedora interpretación del texto de Idea Vilariño: “Salgo como de un traje/ estrecho y delicado,/ difícilmente,/ un pie,/ después, despacio,/ el otro;/ salgo como de bajo/ un derrumbe,/ arrastrándome,/ sorda al dolor,/ deshecha la piel/ y sin ayuda”.
Si bien Cantorcita engrosa su carrera solista, bien podría concebirse como un álbum de dos, tal como alguna vez lo hiciese con Esteban Klísich, Jorge Nocetti o Hugo Fattoruso. El trabajo minucioso, preciso y espacioso de Carlos Gómez merece aplauso y mención, del mismo modo que la atmósfera intimista que captura Daniel Blanco en el estudio de El Acople, la vieja sala de IFU, donde se grabó buena parte del rock de los años ochenta en Uruguay y donde Canoura grabó hace dos décadas Esencia.
‘Cantorcita’, el tema que da nombre al álbum, pertenece al argentino Juan Falú, una súplica en zambita compuesta para Marilí, la madre de su colega Juan Quintero, con la que supo compartir guitarreadas hasta que un día se apagó. Esa sensación ya no impregna a Canoura, aunque sí la transitó a mediados de los años noventa, cuando los vaivenes de su carrera alcanzaron a frustrarla. Luego, la experiencia y la madurez la llevaron por los boleros, el tango, la chanson, la canción urbana y tantos otros rincones que le aportaron seguridad y convicción.