Juntos por primera vez en Uruguay.
Por Carlos Dopico.
El próximo jueves 1 de diciembre, en el Teatro Solís, se presentan juntos por primera vez en Montevideo los cariocas Paulinho Moska y Zélia Duncan. Él ha venido reiteradas veces y ha ganado cada vez más adeptos, mimetizándose tanto con los uruguayos que hasta existe un apartamento con su nombre en el Palacio Salvo. Ella estuvo de visita hace mucho tiempo, pero este es su debut en un escenario montevideano tras más de cuarenta años de carrera.
Moska y Zélia se conocen desde hace más de tres décadas, cuando por casualidad, bien temprano en los años noventa, coincidieron en el camerino de una pequeña sala de Río de Janeiro. Por entonces, Paulinho comenzaba su carrera en solitario luego de un vertiginoso y popular éxito con su banda, Enemigos do Rei, mientras que Zélia asentaba también las bases de su recorrida musical. “Era una pequeña sala de conciertos. Nunca lo olvidaría; ahí fue cuando sacamos nuestras guitarras a tocar y nos dimos cuenta de que eran exactamente iguales. Nuestra primera señal fue un instrumento. ¡Solo podía convertirse en una historia de amor!”, recuerda Zélia.
Paulinho, por su parte, subraya: “Ella me convierte en otro cada vez que estamos juntos. Soy ateo, pero digo ‘Amén’ a todo lo que me llama mi hermana Zelinha… Porque es el tipo de diosa en la que creo. Con Zélia compartimos muchas alegrías, muchas tristezas, pérdidas y engaños. Zélia siempre está conmigo”.
“Era un boliche en Ipanema. Recién había comprado mi guitarra de acero”, evoca Paulinho y precisa: “Yo tocaba en cuerdas de nailon pero con el dinero de la banda fui a Nueva York y compré una Takamine GN10CE, de madera sin barniz, una belleza. Yo pensaba: ‘Esta es la mejor guita- rra del mundo y solo yo la tengo’”.
En esa ocasión ambos habían sido citados para una pequeña premiación como artistas revelación. “Cuando llegué al camarín a la tarde, para probar sonido, había una guitarra idéntica. Era tan igual, que yo tenía miedo de que nos confundiésemos [risas]. Era de Zélia Duncan. Ella me pareció un espejo, un espejo lindo. Empezamos a encontrarnos y rápidamente ella comenzó a regalarme sus poesías”, comparte Paulinho.
Desde entonces han establecido una hermandad ab- soluta y alimentado la relación con composiciones en conjunto que entretejen cada una de sus discografías: ‘Carne e osso’, ‘O tom do amor’, ‘Sinto encanto’, ‘Não’, o las más recientes ‘Feliz caminhar’ y ‘Medo do medo’, incluidas en los últimos discos Tudo é um (Zélia, 2019) y Beleza e medo (Moska, 2018). Si bien esta es su primera gira en conjunto la idea les ronda hace más de una década, luego de componer ‘Um par ímpar’. Con esa canción de 2012 sabían que tenían un concepto claro y el nombre de un espectáculo que encontraría equilibrio o lo rompería, quizás, junto al uruguayo Miguel Bestard. ‘Un par impar’ es un plural que se singulariza, una diversidad que se equilibra y similitudes que se potencian. Un par singular, un plural impar.
La entrevista de Dossier con los artistas tuvo que hacerse de forma independiente con cada uno, pues era imposible reunirlos en simultáneo. Él está de gira con su proyecto de banda y ella en pleno ensayo teatral. Con Paulinho hablamos por Zoom y en español, mientras que con Zélia nos escribimos por correo electrónico y en portugués.
“Paulinho y yo somos socios y grandes amigos”, señala Zélia y agrega: “Nunca estuvimos lejos el uno del otro, pero siempre muy ocupados con nuestras carreras en solitario. El deseo de reunirnos para un espectáculo completo siempre ha estado ahí y decidimos que ahora sería un her- moso momento para reunirnos, por puro placer”.
Paulinho, por su parte, subraya: “Ella me convierte en otro cada vez que estamos juntos. Soy ateo, pero digo ‘Amén’ a todo lo que me llama mi hermana Zelinha… Porque es el tipo de diosa en la que creo. Con Zélia compartimos muchas alegrías, muchas tristezas, pérdidas y engaños. Zélia siempre está conmigo”.
Dice Zélia sobre él: “Me identifico sobre todo con el ar- tista que es y eso confirma a la persona que tanto admiro. La mirada al mundo, el corazón que no tiene vergüenza de ser femenino, un hombre bondadoso, generoso, un pen- sador de su tiempo y de los movimientos del mundo. Todo sobre él me interesa”.
Si bien Moska y Duncan llegarán a Montevideo para cantar, son mucho más que músicos quienes nos visitan. Él es fotógrafo, actor, compositor, escritor y conductor televi- sivo. Ella es actriz, diseñadora, escritora, y activista social, entre tantas cosas.
Así como hay varios Paulinhos en Moska, también hay varias Zélias en Duncan. ¿Es una búsqueda artística o una incontenible necesidad de expresión?
Zélia: Ciertamente una mezcla de todo, pero sobre todo una forma de mantenerme interesante para mí mis- ma, imponiéndome desafíos, peligros, encontrando cóm- plices, aprendiendo de los errores tanto como sea posible. Me volví adicta a este comportamiento que apunta en varias direcciones. Me encanta lo que hago, porque me encanta arriesgarme.
Paulinho: La palabra “búsqueda” es muy linda, tanto si sabes lo que estás buscando y más independientemente aún de si lo vas a encontrar. Buscar es lindo, yo me siento buscando siempre sin la necesidad de encontrar y sin saber qué estoy buscando. Siempre tuve esa idea romántica de ser una es- pecie de Caetano Veloso. A mí me gustaba mucho la forma camaleónica de Veloso, como David Bowie. Hay muchos Caetano dentro de Caetano y eso para mí fue muy simbólico. Me mostró una libertad muy grande de no tener un estilo y ser un cantautor. Trabajar con rock, blues, samba, orquesta clásica, con hermanos de Latinoamérica y no tener una firma vigorosa de cómo actuar y sí de componer canciones.
Tanto Zélia como Paulinho son conocidos por el buen uso de la palabra poética en sus letras. Ella es más direc- ta en su prosa; él más lúdico en la confrontación de los opuestos. Eres una sofisticada escritora y también muy buena guitarrista, ¿cuál es la razón por la que no compones tu propia música?
Zélia: Me siento más cómoda entre las palabras, es por ellas y por mi voz que canto. La guitarra que toco es un complemento poderoso para mis días, pero nunca ocupó el lugar de las palabras para mí.
Paulinho: Yo escribo de una forma que, de aquí a cien años, la gente pueda comprender lo que digo, aunque sea una metáfora. Siempre trato de hablar de cosas que son eternas. Me encanta agarrar un texto de alguien que escri- bió hace trescientos años y, si bien cambia el lenguaje, de lo que está hablando es la esencia humana.
El juego poético de los opuestos es algo que has descubierto hace mucho tiempo y es muy fácil de rastrear en tu repertorio: ‘Leais enemigos’, ‘O ano passado que vem’, ‘Onde anda a onda’, ‘Meu pensamento não quer pensar’, ‘Para sempre nunca mais’, ‘Tudo novo de novo’, ‘De vagar, di vagar ou devagar?’, ‘No quiero mias ningun dereito a menos’.
Paulinho: Muy buen espejo [risas]. Sí, yo ya había percibido mi enamoramiento con los opuestos, con la idea o la comprensión de que entre los opuestos, en el entre, existe la poesía; que el juego de los polos radicalmente opuesto genera tensión y despierta un espacio libre para la poesía. Desde el primer álbum empecé a jugar con todo y nada, luz y oscuridad, sol y luna, alegoría de vacío. Este juego de opuestos siempre me llevó a este campo libre. Una cosa no existe sin la otra, no hay positivo sin negativo. Belleza e medo era un álbum solo de belleza, pero fue el año del golpe contra Dilma, que entró el vampiro Temer a la puerta del infierno para que llegara Satanás a la presidencia, y el miedo entró en el álbum. Entonces percibí que una cosa no existía sin la otra. Si no existiera la belleza, nadie sentiría el miedo de perderla. Al mismo tiempo, si viviésemos en un planeta sin miedo a nada, ¿para qué producir belleza?
Los últimos años han sido un embate grande para muchos artistas brasileños, quienes han abandonado la lírica más poética para, desde su propio repertorio, tomar una postura militante. Paulinho lo hizo claramente en Belleza e medo, mientras que Duncan lo puso en evidencia en su reciente Pelespírito.
Paulinho: No soy militante de frente, no me gusta. Tengo muy poco talento para la violencia, para la confrontación. Nunca peleé en mi vida, de verdad. Soy una persona muy cuerda y tranquila, hasta grabé un álbum con Fito Páez [risas]. Cuando, a veces, me pongo activo en la militancia sufro mucho con los haters, me afecta, quedo triste. Belleza e medo es un disco cuyas canciones ya cambiaron el sentido. En la pandemia, cuando hacía los “en vivo” tuve como unos delirios, porque estaba cantando una canción y el sentido ya era nuevo, como ‘O jeito é não ficar só’, que es un tema que habla del suicidio, del desgaste con la vida pero el estribillo dice: “Para qué morir hoy si mañana estaré mejor”. Yo intentaba decirme eso a mí, con mi tristeza, con la situación del país. Zélia transitó también la tristeza y de alguna forma la exorcizó con Pelespírito.
¿La tristeza es un buen palco desde el cual componer o sientes que el estado de alegría es más fértil para escribir?
Zélia: La tristeza es más desafiante, me convoca de otra manera. Pero en mi país hoy, la alegría y la poesía son nuestras grandes armas, ¡inspiran revoluciones!
En este reciente período de confinamiento, te tocó celebrar tus cuarenta años de carrera artística. Publicaste un libro de músicas, memorias y nostalgias felices, Benditas coisas que eu não sei, y también grabaste un disco en solitario, Pelespírito. ¿Qué refugio encontraste en cada uno?
Zélia: Supervivencia y salud mental. Son mis documentos de este momento tan difícil, donde un gobierno fascista abandonó al pueblo y masacró la cultura. Es un momento de luto y mucha angustia para todos los que creemos en la vida y el bienestar general. Nunca tuvimos eso en Brasil, pero hemos estado más en este camino.
Y así como Zélia escribió sus memorias, también Paulinho comenzó a bajar su historia al papel. La suya, sin embargo, no es una autobiografía pero el relato familiar tiene mucho que ver.
Paulinho: Sí, no es exactamente un libro sobre mi vida, sino de un suceso que aconteció en mi vida personal, en mi familia, y que cambió absolutamente todo. Es algo referido a mi origen, que descubrí muy tarde. Es la historia completa, casi como de Romeo y Julieta. Es muy mágica y triste; mucho amor y muchas muertes. La cuestión comienza con una persona que está muriendo y otra que va a morir por- que la amaba… Hay una canción de Chico Buarque (‘Flor da idade’) que dice: “Carlos amava Dora que amava Lia que amava Léa que amava Paulo que amava Juca que amava Dora que amava”. El amor no siempre es de dos personas, a veces es una corriente que une a mucha gente y todos son interdependientes de ese amor. Es una historia de eso. A los 42 años, con una vida de músico resuelta, descubrí algo que me desestructuró y me tuve que reconstruir de una manera muy loca. Yo grababa un disco cada año y medio. Así fueron mis primeros siete discos. A partir de este descubrimiento empecé a tardar siete años para grabar un nuevo disco. Los últimos tres me demandaron quince años. Fue algo que me modificó mucho, perdí muchas cosas sas y gané mucho también; gané la verdad. Es un libro de eso, de muerte y amor: “amuerte” [risas]. Y lo más fuerte es que no podía hablar de todo esto hasta que las personas involucradas estuviesen muertas. O sea que, además de vivir todo ese proceso, tenía que hacerlo en silencio. Eso fue terrible porque tenía que expresar sin poder hablar. Claro que la poesía ganó mucho, las metáforas explotaron, y las entrelineas de la poesía quedaron muy sofisticadas.
El verdadero nombre de Paulinho es Paulo Corrêa de Araujo, tiene 54 años y tempranamente adoptó su nombre artístico del insecto díptero. Le fascina el hecho de que la mosca viva con urgencia y nazca sin objetivo. Zélia es tres años mayor, su nombre es Zélia Cristina Gonçalves y la adopción de su nombre artístico tiene mucho que ver con su abuela materna. Ambos son cariocas, nacidos en Río de Janeiro.
Zélia: Duncan, en realidad, proviene de mi abuela materna que también se llamaba como yo. Entonces, la verdadera Zélia es esta querida antepasada mía, que me ayudó mucho en esta vida, como lo hace mi madre hasta el día de hoy, a los 86 años. Creo que su nombre como mi nombre artístico me ha fortalecido emocionalmente.
Este será tu primer concierto en nuestro país. ¿Has venido de visita antes? ¿Qué expectativas tienes de este primer encuentro?
Zélia: Una vez fui a Montevideo en un viaje y me sentí muy, muy bien. Me encantaron las calles, la forma de la ciudad, me sentí familiar con todo el ambiente. Me encanta lo que viene de ahí, me gusta ser vecinos y estoy feliz de poder cantar para ustedes, junto a un artista tan talentoso y amigo como Paulinho, y también con un artista que nos acompaña y fortalece el trabajo, el uruguayo Miguel Bestard.
estard fue parte de Gasoil, Hermanos Brother y Snake; desde que vive en Río de Janeiro fundó Los Mosqueteros y es guitarrista de la banda eléctrica de Paulinho.
Moska ha construido una relación tan próxima con nuestro país que le cuesta trabajo describir lo que le pasa cada vez que llega. Dice Paulinho al respecto: “No sé cómo describir la relación que tengo con Uruguay porque no me ha pasado eso en ningún otro lugar. Después de mi ciudad, Montevideo es mi otro lugar en la vida. No hay ninguna ciudad en Brasil superior a Montevideo”.
La has habitado mucho además, no es solo un roman- ce a distancia.
Paulinho: Muchas veces… Conozco mucha gente, las tiendas, los restaurantes. Cada vez que llego hay grupos de gente que tengo que encontrar y abrazar. Tengo un parcero increíble, Pablo Casacuberta (escritor, productor, realizador, músico). Con él hicimos muchos proyectos juntos, once años de una serie de televisión en Brasil, Zoombido. Pablo dirigió una troupe de nueve uruguayos que pasaban cuarenta días acá [Brasil]. No se quedaban en mi casa pero estaban muy cerca, convivimos mucho tiempo. Con él hicimos luego Mi casa es tu casa [una serie de música y ciencia para cuyo primer episodio entrevistó a Zélia Duncan, y se tatuaron juntos los dibujos que hoy son parte de su esce- nografía]. Yo soy un poco uruguayo también, no hay duda.
¿Hay algo de nuestra melancolía que te hace sentir más cómodo que el alegre espíritu carioca?
Paulinho: Cada vez más… con la historia familiar que te conté. La melancolía… la llamo de “melancolibertad”. No soy una persona triste, soy bien humorado. Pero tuve que encontrar una conexión con una melancolía que ya existía, que estaba oscura y que identifiqué en mí cuando conocí Uruguay. Yo no sabía por qué. Mi familia es de Bahía y Río, fiesta, alegría, samba, carnaval, comida [risas].
En cada visita sueles alojarte en el Palacio Salvo, ese mítico rascacielos gótico que identifica nuestra ciudad.
[Se arremanga la remera y exhibe el tatuaje en su brazo izquierdo, en donde se distingue el edificio diseñado por Mario Palanti]. Soy coleccionador de cómics, por eso, cuando llegué a Montevideo, pensé que estaba en una revista de Moebius. “Guau, el garaje hermético de Moebius”, pensé [risas]. En la segunda o tercera vez que fui ya era amigo de Pablo Casacuberta y él había alquilado un apartamento en el piso veintiuno para pintar y escribir sus libros. Me empecé a quedar en el Palacio y me empezó a encantar. Hoy le alquilo a Jorge [Drexler], que tiene como cuatro departamentos allí y bautizó uno de esos como Paulinho Moska. Es una relación que no tengo en ninguna parte del mundo. No me pude quedar más en un hotel.Zélia, la música te ha llevado a distintos lugares, desde conocer íntimamente a Cassia Eller a reemplazar nada menos que a Rita Lee en Os Mutantes. ¿Qué fue lo más increíble para ti de estos cuarenta años de recorrido artístico?
Zélia: Creo que lo más increíble es haber sobrevivido artísticamente, tener un espacio, socios y estos recuerdos poderosos que me sostienen para el siguiente paso. Mira, yo nunca he tenido la dicha de cantar en Uruguay, voy en una aventura sin precedentes, a pesar de que tengo 41 años de carrera.
El espectáculo que Moska y Duncan darán en Uruguay será un recorrido por sus composiciones en conjunto, por canciones de cada carrera individual y también algunas versiones de otros autores como la del uruguayo Jorge Drexler, ‘A idade do céu’ (‘La edad del cielo’). Pauloinho cuenta: “Zélia la grabó con la bahiana Simone, una cantante muy famosa acá, tuvo mucho suceso, y yo también la grabé. Es otra canción que nos une, sin duda. Estoy muy contento de introducir a Zélia. Es un enorme regalo poder presentar a esta mujer tan impresionante. Es muy importante estar a su lado en Montevideo”.
El concierto tendrá lugar el 1 de diciembre, a las 21.30 en el Teatro Solís. El precio de las localidades va de 1.600 a 2.6000 pesos.