Por Carlos Dopico.
Uno de los pilares del proto punk celebra medio siglo de vida. Se trata nada menos que de Raw Power, el tercer álbum de The Stooges; el que cimentó el regreso de la banda de Michigan y los transformó en un grupo de culto para la historia. Sin embargo, como muchas obras cumbre de la música, la pátina honorífica la llegaría bastante más tarde a su publicación. Fue un fracaso apenas salió, ignorado por unos y vapuleado por otros.
Luego de sus dos primeros trabajos, The Stooges (1969) y Fun House (1970), la banda se había disuelto. Por un lado, no habían soportado la poca recepción de su obra y por otro se habían sumido en el consumo problemático de heroína. Sin recursos ni instrumentos con los que grabar, el final estaba declarado, hasta que Pop se cruzó con David Bowie –un confeso admirador del grupo–, quien se ofreció a mediar con la discográfica y mezclar en persona el nuevo material. Bowie logró convencer a Columbia Records, mientras que Pop y el guitarrista James Williamson, volvían a hacer las paces con los hermanos Asheton (Scott y Ron) y persuadirlos de volver a la banda. Así se rearmó el grupo como Iggy and The Stooges para entrar a grabar en Londres aquella placa tan sucia y desprolija, como catártica y directa. El propio David Bowie, en lo alto de la cima, se encargó de mezclar en Hollywood aquel material en sólo un día. Piezas salvajes como ‘Search and Destroy’, ‘Gimme Danger’, ‘Your Pretty Face Is Going to Hell’, son tan sólo algunas de las bases que la Iguana, los Stooges y Bowie sentarían para la futura explosión del punk.