La cuarentena impuesta revolvió todo. Y para la cultura, para las artes escénicas, como la música, los problemas se multiplicaron pero, también, esos mismos problemas se convirtieron en desafíos. Componer y tocar en un escenario hasta ahora no considerado: la intimidad, para luego difundir estas realizaciones a través de las redes sociales. En esa línea, la Sala Zitarrosa creó un ciclo a través de su canal en YouTube y su página web, bajo el título #Micanciónmiescenario, para el que convocó a varios artistas -solistas y colectivos- a exponer su trabajo en modo cuarentena.
Uno de los proyectos allí difundidos es el de Diego Azar, acaso uno de los artistas con cabeza más interesante e inquieta para sacudir telarañas y proponer otros enfoques creativos. En este caso, Azar (guitarra eléctrica y voz) convocó al notable percusionista Álvaro Salas, con quien ha encarado varios proyectos, y ambos revisitaron dos títulos, “Mandinga” y “Negra Sofía”, que suelen ser ficha segura en las presentaciones de Azar y sus múltiples formaciones, como la elogiada Orquesta Subtropical.
Swing, candombe, toques pleneros, armonías gozadas en el choque de notas, creación de zonas extensas de búsqueda sonora fuera del plan formal de la canción. Por ahí van estas versiones. Un juego con la riqueza que tiene la exploración de los límites de lo posible en los géneros populares y tradicionalizados. Otra cabeza para movilizar los “esquemones” y prejuicios sociales que se anidan en la escucha.