Por Carlos Dopico.
Sobre los últimos meses del 2023, el músico, compositor y productor Fabián Marquisio (creador del multipremiado proyecto musical inclusivo Villazul) publicó su quinto álbum de estudio, Décimas del Interior. Se trata de un trabajo arriesgado para una escena no siempre permeable al crossover desprejuiciado. Lo que propone Marquisio en buena parte del disco son versiones folklóricas (milongas, joropos, zambas e incluso candombe) de varias de las canciones rockeras que fueron fundamentales en su juventud, y formación musical, principalmente entre los 70 y 90.
La primera de las 11 canciones es una de las piezas más irreverentes de esa mixtura, “Sultanes del swing”, clásico de los británicos Dire Straits, para proponer un homenaje a los más eximios guitarreros y exponentes del folklore local, desde Julio Cobelli, Toto Méndez, Mario Núñez, Carlos Morales, Silvio “el Molécula” Ortega, a Olga Delgrossi, o Alfredo Zitarrosa. La confección, la técnica y por sobretodo la intención disipa cualquier tono de burla o apropiación.
Marquisio se luce en la guitarra y viste estos clásicos con arreglos refinados y precisa digitación. Con mayor y menor acierto recorre un repertorio de fácil identificación, “La Luz Mala” (traducción de “Bad Moon Rising”) de John Fogerty, junto al dúo Luceros; “Something” de The Beatles con guitarra y acordeón, junto al argentino Pablo Ahmad; “Hijo de la luna” del trío Mecano; “Paisaje”, o una emotiva versión de la balada que catapultó al italiano Franco Simone al mundo (“Paesaggio”), junto a Malena Muyala.
La adaptación no solo incluye temas internacionales sino también de factura local. En ese terreno es que se despacha también con una versión de “El Gran Pez” de Alejandro Balbis y “El diablo en los carnavales” de Edu “Pitufo” Lombardo. La traducción de género propuesta en buena parte de este recorrido tiene que ver con una costumbre que Fabián solía practicar con su papá, recientemente fallecido. En los asados familiares, el músico, adaptaba temas rockeros al paladar folklórico de su papá, a quien finalmente dedica una zamba, “Alquimista de los deseos”. Del mismo modo, vuelve a referenciar la condición paternal de criar un hijo con TEA, (razón por la cual hace casi una década fundó Villazul). Aquí, Marquisio musicaliza un texto ajeno que escribió su amigo Javier Hernández cuando Antonio (su hijo, que hoy tiene ya 14 años) fue expulsado de un colegio por su condición.
En definitiva, se trata de un disco ecléctico y acústico, en el que conviven las canciones propias con las versiones sin prejuicio.