Por Gabriela Gómez.
Un lugar llamado Antaño.
La escritora Olga Tokarczuk (Polonia, 1962), ganadora del premio Nobel de Literatura 2018, es la segunda mujer polaca que recibe este galardón y la decimoquinta en la lista de mujeres ganadoras del premio. Además de novelista, Tokarczuk es poeta y psicóloga, dato que toma relevancia al momento de la formulación de los personajes. Además de la novela que nos convoca, podemos acercarnos a su obra a través de otra de sus novelas que ha sido publicada en español: Los errantes (2007).
En Un lugar llamado Antaño, nos acerca a un mundo que tiene mucho del realismo mágico, desde la creación de un mundo fantástico imaginado completamente por la autora, hasta la creación de personajes que son descriptos con una gran profundidad psicológica tanto sean humanos, animales o plantas. Antaño es el ámbito geográfico imaginado por la narradora: un lugar “en el centro del universo”, con dos ríos que lo cruzan y bajo la custodia de arcángeles, todo esto bajo un halo de cuento de hadas o fábula para niños que nos remonta a los primeros cuentos infantiles, aquellos donde la fantasía y la ternura, de forma abrupta, dan paso a la crueldad o a la introducción de situaciones chocantes o violentas que no hacen más que incitar al lector a seguir leyendo.
La novela está estructurada en partes, todas ellas introducidas por “El tiempo de…”, porque esta es la dimensión a la que está abocada su escritura: con un narrador que no juzga a sus personajes, solamente los presenta para que el lector reúna los acontecimientos y pueda reconstruirlos. Al hablar del tiempo de sus personajes y ahondando más en las percepciones, sentimientos o sensaciones que en los acontecimientos, crea un recurso que le da a la novela esa atmósfera de naturaleza fresca, de aromas a pan, destacando la humanidad de sus mensajes.
Escrita en fragmentos que el lector debe seguir atentamente en esta excursión fantástica, la autora se detiene en los “tiempos” de los humanos y en el de los animales que toman una dimensión también humana, como en la descripción que hace de la relación entre Espiga y Dorada, una serpiente con características y sentimientos humanos que se enamora de su dueña en un pasaje de ribetes bíblicos: “Cuando Espiga la tomaba entre sus brazos, le parecía que ella, un reptil común y corriente, se transformaba en algo totalmente distinto, en algo muy importante… [Espiga] la llevaba alrededor del cuello como si fuera una cadena de plata, se la ajustaba a la cintura, se la ponía como brazalete”.
Lejos de ser una novela realista, Un lugar… transita por la dimensión de los sueños, de las visiones, la magia y los mitos y en ese sentido nos recuerda a nuestra Marosa di Giorgio, también creadora de mundos mágicos, en bosques misteriosos donde los personajes mitad humanos y mitad animales transitan un universo maravilloso y muchas veces cruel. El propósito que definitivamente logra Tokarczuk es transportarnos a un mundo de fantasía y llevarnos hacia los primeros cuentos de la infancia o como ella mismo dice: “Eso me permite sacar al lector de donde vive, de su mundo fragmentado, e introducirlo en un estado de trance, una embriaguez. Mi objetivo es emborracharle”.
Un lugar llamado Antaño,de Olga Tokarczuk. Editorial Anagrama, 2020, 264 págs.