Por Eldys Baratute.
En mis manos una hermosa edición que ofrece Santillana a sus lectores menudos del álbum ilustrado Un fantasma contra el aburrimiento, relato de Ruth Kaufman bellamente ilustrado por Diego Bianki, cuya lectura, pasada la primera impresión, me ha provocado una lluvia de reflexiones.
¿Cómo? Se preguntará el lector adulto. Es solo un cuento para niños.
Y sí, lo es, un cuento con todos los ingredientes necesarios para captar la atención de su público preferente, ¡y quienes nunca lo han intentado, no imaginan lo difícil que resulta conseguirlo!
Ruth convierte una escena cotidiana, un día de familia más que común, en toda una aventura, sin apelar a magias, personajes fantásticos u otros artificios. Aunque los personajes “visibles” son aquí un padre y su hija pequeña, el verdadero protagonista de sus peripecias es el amor, estímulo para la creatividad del primero en aras de hacer placentera, feliz, la estancia de ambos, un día de asueto, en el hogar. ¡Y vaya si lo consigue!
No menos atractivas resultan las imágenes que ilustran el cuento, personajes que nos atrapan, en especial ese papá, concebido de tal modo que, casi al filo de lo grotesco, desborda una ternura que nos gana a primera vista, puestos en un contexto hogareño que en algunas ilustraciones se da de modo minimalista: un mueble y la tele, o la cama y la almohada, suficientes para ubicarnos, porque lo importante son los humanos que dichos espacios se mueven.
Unos versos ritmáticos, sencillos, bullentes, repasan los acontecimientos y sirven de pórtico a las “instrucciones para hacer un fantasma”, receta y modo de hacer incluidos, que convierten el libro en juguete interactivo, guía para que el niño, con o sin la ayuda del adulto, ejercite sus habilidades manuales, otra manera de jugar.
No voy a narrar la fábula siquiera en parte, es una historia breve y el anticipo mataría el encanto… Sí, el tuyo, adulto que me lees, que, si te dispones, podrás disfrutarlo tanto como el niño a quien lo regalas, pero advierto con honestidad de un riesgo: ese niño podrá devenir más demandante de tu tiempo, querrá quizás que mamá y papá “inventen” sus propios juegos y personajes, ¿se lo habrán propuesto Ruth Kaufman y Diego Beki al concebir esta historia?
Sea o no, solo puedo agradecerles el buen rato que me regalaron con su fantasma, ese que me lleva a proponerte, papá o mamá, ofrezcas su lectura a tu niño, de ser posible, en tu compañía, será un buen modo de expulsar de casa cualquier aburrimiento.