Por Gabriela Gómez.
En estas vacaciones, son muy variadas las opciones para que los más pequeños se diviertan y puedan aprovechar el tiempo libre. Pueden ser el cine o el teatro, pero hay una actividad que no tiene comparación y que puede aprovecharse en el momento como entretenimiento, pero que tiene también un resultado a largo plazo en la educación de los niños: la lectura, que tranquiliza el alma y ayuda a escribir sin faltas de ortografía, además de integrar paisajes desconocidos a la imaginación. Por esto es muy recomendable la nueva colección editada por Ediciones de la Banda Oriental de importantes obras de autores nacionales, consideradas clásicos de la literatura infantil y juvenil. Quienes ya pasamos nuestra edad escolar seguramente hayamos disfrutado de estos relatos en algún momento de nuestro tránsito por las aulas, y de algún modo ya pasaron a formar parte de la memoria cultural de nuestro país. Se trata de la colección Gurises, que tiene al escritor Horacio Cavallo como coordinador y al artista Fidel Sclavo como ilustrador de los seis volúmenes donde se reúnen los siguientes autores: Juan José Morosoli (Minas, 1888-1957); Horacio Quiroga (Salto, 1878-1937); Juana de Ibarbourou (Melo, 1892-1979); Julio C. Da Rosa (Treinta y Tres, 1920-2001); Serafín J. García (Treinta y Tres, 1905-1985) y José María Obaldía (Treinta y Tres, 1925).
El tomo dedicado a los cuentos de Horacio Quiroga contiene tres cuentos inolvidables y totalmente vigentes: ‘Las medias de los flamencos’, ‘La guerra de los yacarés’, y ‘El paso del Yabebirí’. Este es uno de nuestros cuentistas más destacados, tanto de la literatura para adultos como para niños. Luego de leer estos cuentos a jóvenes o niños, sus personajes y circunstancias inmediatamente pasan a formar parte de su mundo de fantasía. Los animales y la selva misionera serán un recuerdo recurrente, ya que allí es donde transcurren la mayoría de las ficciones.
Buscabichos, de Julio C. da Rosa, acerca a los más jóvenes a la vida cotidiana y al paisaje de nuestro Uruguay rural, narrando las aventuras de un niño de seis años que, aunque está rodeado de distintos animales, desea tener uno bajo su cuidado. Por este libro circulan un montón de bichos: los toritos, el ratón Juanito, teruterus, charaboncitos, zorrillos guachos, capinchos: todos animales que, en mayor o menor medida, conviven con cualquier niño que se haya criado en el campo y que, en algunos casos, son una novedad para un público más citadino.
Perico, de Juan José Morosoli, incluye varios cuentos con historias del campo de nuestro país y del pueblo chico, recreando vidas, oficios y la ternura que caracteriza a la literatura de Morosoli.
Las aventuras de Juan el zorro, de Serafín J. García, un clásico por excelencia, narra las aventuras de un zorro pícaro y su amigo el ñandú, enfrentándose al tigre en una serie de jugarretas que imitan en buena medida el comportamiento de los hombres.
El tomo dedicado a Juana de Ibarbourou incluye una antología de algunos contenidos que muchos recordamos como nuestro primer contacto escolar con los textos poéticos. Se trata de una selección de El cántaro fresco y Chico Carlo, en la que la poeta se traslada a su Melo natal transformando cada detalle de la naturaleza en un soplo de calidez y ternura.
Veinte mentiras de verdad, de José M. Obaldía, poeta, narrador y maestro olimareño que ha orientado su obra fundamentalmente hacia los niños, reúne en este libro algo de la historia de nuestro campo, recopilando algunas “mentiras criollas” contadas con la pícara creatividad de nuestros habitantes del campo.
Clásicos de la Literatura Infantil Uruguaya. Colección Gurises. Ediciones de la Banda Oriental, 2021.