Venganza y sufrimiento.
Por Nelson Díaz.
No es la primera vez que Amélie Nothomb (Kobe, 1957) explora las relaciones familiares –en Matar al padre, por ejemplo– o retrata, con aguda crítica, a la sociedad parisina, como ocurre en Pétronille. Ambos temas, fundamentales en su obra, regresan en Los nombres epicenos, título que refiere a sustantivos que presentan un único género gramatical, ya sea masculino o femenino. La novela, publicada por Anagrama, narra la decadencia de la burguesía de París, una clase social, describe la autora, en la que campean los intereses personales, las apariencias y la frivolidad.
Nothomb se vale fundamentalmente de dos personajes centrales, Dominique y Claude, para retratar una historia ambientada en la década de 1970, de odios, intereses personales y superpuestos, venganza y sufrimiento. Al inicio se muestra una pareja en plan de separación. En realidad, es ella (Dominique) quien, inmediatamente después de tener sexo con su novio, le comunica el fin de la relación. No hay que agregar que el hombre se siente despechado y, poco a poco, crece su enojo y sed de venganza. La decisión de Dominique –que es presentada como una mujer simple y manipulable– está basada en una razón: Claude, un hombre exitoso y seguro de sí mismo que la conquista tras regalarle un perfume. Luego de algunas dudas en la relación, que le confiesa a su madre, Dominique decide irse a vivir a París con su nueva pareja. Allí nace Épicène, nombre vinculado a la obra de Ben Jonson, el poeta y dramaturgo inglés del Renacimiento, contemporáneo de Shakespeare. Al momento de inscribir a la niña, su nombre es rechazado. “He ido al ayuntamiento a registrar el nacimiento de Épicène”, dice la protagonista. “Al principio el empleado ha rechazado el nombre. Le he explicado que procedía de Ben Jonson, no le ha importado. Entonces he atribuido la obra a Shakespeare y sí ha colado”.
A medida que la historia avanza, la autora va retratando ciertas características y patologías de los personajes que se despliegan sobre todo a partir del parto, que pone en riesgo la vida de Dominique. Como en todas sus novelas, Nothomb plantea el relaciona- miento entre los seres humanos, víctimas y victimarios, manipulables y manipuladores, a través del poder. Así Claude es presentado como un hombre de negocios, frío, egoísta, caprichoso y manipulador. La cara opuesta es Dominique, una mujer entregada, subordinada a la voluntad de un marido que desea prosperar en París. También ella es víctima de sí misma, del deseo de pertenecer a esa clase social hipócrita y vacía de valores. Con su sello distintivo, prosa ágil y diálogos certeros como dardos, Nothomb desnuda el individualismo de la burguesía parisiense en los años setenta, extrapolable a cualquier burguesía (y a cualquier época).
Los nombres epicenos, de Amélie Nothomb.
Anagrama, 2020, 128 págs. Distribuye Gussi.