La llegada de un nuevo mundial es una buena excusa para repasar algunos de los escritores que unieron la literatura y el fútbol. En Uruguay, los ejemplos más conocidos son los de Mario Benedetti y Eduardo Galeano. El autor de La tregua publicó ‘Puntero izquierdo’ en 1955 en la revista uruguaya Número, cuento que apareció en el libro Montevideanos en 1959.
Galeano le dedicó un libro a este deporte, El fútbol a sol y a sombra (1995), en el que narra jugadas y anécdotas de leyendas del fútbol como Pelé, Garrincha, Eusebio Sánchez y el soviético Lev Ivánovich Yashin, conocido como la Araña Negra y considerado el mejor arquero en la historia del fútbol.
Pero mucho antes, en mayo de 1918, Horacio Quiroga había publicado en la revista argentina Atlántida el cuento ‘Juan Polti, half-back’, en el que un jugador se quita la vida ante la pérdida de su puesto en el equipo. “Cuando un muchacho llega, por a o b, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremisiblemente. Es un paraíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, que después se encuentra en la lista de defunciones”, escribió Quiroga.
La trama que describe Quiroga está basada en un hecho real, ocurrido dos meses antes de la publicación del relato. El lunes 4 de marzo de 1918, hace cien años, el jugador Abdón Porte concurrió a la sede del Club Nacional de Football para festejar el triunfo sobre Charley por 3-1. El jugador, de 24 años, se había convertido en un referente del club y del fútbol uruguayo. Alrededor de la una de la mañana del martes, terminados los festejos, tomó un tranvía y se bajó en las cercanías del Parque Central, entró a la cancha y se dirigió al círculo central. Allí, en el medio de la cancha, se disparó un balazo en el corazón. Porte prefirió quitarse la vida antes de ser dejado de lado del plantel tricolor, luego de que la directiva le comunicara que no sería tomado en cuenta por la institución para el siguiente torneo. Hoy una de las tribunas del Gran Parque Central lleva su nombre en homenaje al jugador que, literalmente, dejó la vida por su equipo.
En Argentina varios escritores dieron cuenta, por medio de la literatura, de su amor por el fútbol. Osvaldo Soriano publicó Memorias del Mister Peregrino Fernández y otros relatos de fútbol (1998), el rosarino Roberto Fontanarrosa escribió Puro fútbol (2000) y Martín Caparrós le dedicó 1.000 camisetas de fútbol en 2013. Pero el escritor argentino que más páginas le ha dedicado al fútbol es Eduardo Sacheri, autor de La pregunta de sus ojos (2005), llevada al cine con el título El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella y galardonada con el Oscar a Mejor Película Extranjera en 2009. Sacheri es autor de Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol (2000), Aráoz y la verdad (2008), Papeles en el viento (2011) y dos compilaciones: Las llaves del reino (2015) y El fútbol, de la mano (2017). La primera abarca las columnas escritas para El Gráfico entre 2011 y 2013, y la segunda, las escritas entre 2013 y 2015.
El mexicano Juan Villoro también ha dedicado parte de su obra a este deporte con Los once de la tribu (1995), Dios es redondo (2006) y Balón dividido (2014). También lo hizo el inglés Nick Hornby con Fiebre en las gradas (1996), novela en la que mezcla aspectos autobiográficos con su fanatismo por el equipo londinense Arsenal FC.
Pero el más célebre ha sido Albert Camus. El autor de El extranjero, mucho antes de recibir el Nobel de Literatura en 1957, fue golero, en su Argelia natal, del Racing Universitaire d’Alger, entre 1928 y 1930, hasta que la tuberculosis, a los 17 años, lo alejó de las canchas. “Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha”, afirmó alguna vez el autor de La peste, al recordar su práctica deportiva. Pero acaso la frase que mejor represente su pasión por el fútbol la dijo a un periodista luego de recibir el Nobel: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.