Nocturnos
Publicado en 1955, es su quinto libro. Tuvo varias reediciones y en él se puede apreciar la consolidación de su voz poética. Este volumen abre con el poema ‘Qué fue la vida’, donde aparece, entre otros temas, la desesperanza: “Madrugadas sórdidas / en asco / en tareas sin luz / en rutinas / en plazos”. El existencialismo también está presente: “Si estoy aquí sin sueños / sin esperanzas y / sin nada que me sirva”; y la soledad, en el poema ‘Noche de sábado’: […] es la noche del sábado / yo estoy solo sola / y estoy sola / y soy sola”. En ‘Cerrada noche humana’ regresa la soledad: “Aquí estoy entregada en / la oscura humana noche / sin nadie más / sin nadie”.
Poemas de amor
La primera edición corresponde a 1957 (dedicada a Juan Carlos Onetti) y, al igual que todos su libros, conoció varias ediciones. Una de ellas, publicada en 2015 por la Universidad Diego Portales, de Chile, incluye un acertado prólogo de la poeta y editora Milagros Salas. En él analiza cómo “la forma básica de la negación es el núcleo desde el cual se articula la escritura de Poemas de amor […] Tal disposición anímica, la del no, domina el contenido de casi todos los versos, pero también la sintaxis y las imágenes con que están hechos. No, ese término invariable, se repite más de cien veces en un libro donde hay pocos poemas, y donde estos tienen pocos versos, y donde estos son de pocas palabras, por lo que queda rebotando en el lector con un detenido desánimo uruguayo. Sin ir más lejos, la primera palabra del primer poema, titulado ‘Un huésped’, es no: ‘No sos mío’, parte diciendo ese texto, que fija las líneas de lo que vendrá en el resto de las páginas: el amor como un huésped, como algo que va y vuelve, como pasajero en tránsito o, derechamente, como pura ilusión donde solo queda “la soledad que es / única certidumbre”.