¿Quién, en algún momento, no fantaseó con cambiar su pasado? Fabricarse un pasado seductor para proyectarse y construir un futuro prometedor. Acaso más seductor. En “El posible Baldi”, Juan Carlos Onetti introduce una variante al siempre seductor juego de ser otro. En ese relato, un oscuro y mediocre abogado se fabrica varios (posibles) pasados para impactar a una mujer. Y, de paso, escapar a su rutinaria existencia. Es tema del doble ha sido recurrente en la literatura y, sobre todo, en algunos autores. Jorge Luis Borges, por ejemplo, lo utilizó en varios de sus cuentos. Tal es el caso de “El otro” (incluido en el Libro de arena), donde un Borges de más edad se encuentra con otro Borges más joven. En la narración el primeo trata de convencer al más joven que son dos Borges distintos pero a la vez el mismo.
La introducción viene al caso para El vendedor de pasados, de José Eduardo Agualusa. En la novela, Félix Ventura (un negro albino”), el personaje principal, tiene un extraño modo de ganarse la vida. Se dedica a vender pasados. Sus clientes son políticos, empresarios y miembros de la burguesía angoleña. Después de años de guerra, acuden en busca de transmutarse en “otro”. Ventura les confecciona una genealogía de la que sienten orgullosos: retratos de parientes ilustres, una tumba donde llorarlos, en definitiva, un pasado feliz, lleno de añoranzas. Pero alterar el pasado puede traer consecuencias impredecibles. Esto ocurre cuando una noche se le presenta en su casa un extraño personaje solicitando sus servicios. El hombre sin nombre es un fotógrafo de guerra. “He tenido muchos nombres, pero quiero olvidarlos todos”, le dice a Ventura. Ahora, el vendedor de pasados se encuentra a un trabajo diferente. Deberá crearle una vida “real” desde el nombre y con documentación auténtica. José Buchmman será el nombre elegido para la nueva vida. Pero Ventura no cuenta con un detalle no menor. El ahora José Buchmman comienza a confundir realidad y ficción y se lanza, obsesivamente, en busca de su vida inventada. Como en un juego de espejos (Borges otra vez) nada, ni nadie, es lo que parece ser y el desenlace tendrá consecuencias para ambos. Como otro homenaje a Borges, Félix Ventura convive con Eulalio, un geco (pequeño reptil) que su vida anterior fue un hombre. Aunque Agualusa no lo diga explícitamente se trata del gran escritor argentino.
El vendedor de pasados (publicado por Edhasa) es una novela por momentos satírica, que habla del desdoblamiento necesario para muchas personas, del juego de los dobles y de recordar hechos que jamás hemos vivido porque, en ciertos momentos, necesitamos que la memoria, o lo que llamamos memoria, sea antojadiza y funcional a nosotros mismos.