Por Gabriela Gómez.
Como una advertencia de lo que vendrá, en la introducción a La alegría de las mujeres, el narrador cuenta lo que le sucedió a un escritor que dio muerte a un perro en una novela y cuáles fueron las tristes e inmediatas consecuencias. ¿Solamente se puede hablar acerca de lo bueno y lo bello en la literatura? ¿Se puede diferenciar la realidad de la ficción? Estas parecen ser algunas de las preguntas que plantea Felipe Polleri a sus lectores en la novela La alegría de las mujeres, donde se despacha con violencia contra los discursos feministas y lo políticamente correcto.
Como un cierto homenaje al género policial, la novela tiene como protagonista a un detective “sin credenciales” que trabaja buscando personas, “dándoles su amor, su violencia y su locura”, en esta especie de parodia a la que es convocado para investigar la muerte de una prostituta.
Este hombre, que insiste en que respeta a las mujeres porque fue criado por ellas y proclama en varias ocasiones ser “hijo de mi madre y hermano de mis hermanas”, se considera a sí mismo un hombre íntegro. Es el ¿héroe? sentimental y sombrío que ha sido abandonado e incomprendido por el sexo femenino. Tal vez de ahí provenga su misoginia, aunque él mismo se considere feminista, afirmación poco creíble al descubrir la violencia y el odio de su discurso hacia las mujeres.
Entre arpías, hadas y Gabrielito ‒un idiota más cruel que el protagonista‒ se va relatando una suerte de conglomerado de situaciones violentas, que no pueden tomarse en serio, sino como parte de una gran broma o exageración a la que nos somete Polleri. Esta serie de hechos que enfrentan al lector con tanto odio no hace más que identificarlo con sus propias zonas oscuras, ocultas, que muchas veces permanecen contenidas por “el deber ser” y que en esta oportunidad son reveladas y pasan a formar parte de la mayoría de las manifestaciones, quedando, finalmente, la bondad y las buenas costumbres en segundo plano.
Porque es imposible escapar de los buenos sentimientos, pues sin ellos no habría odio, en este delirio misógino se cuela una historia de amor ‒que puede pasar desapercibida‒ que termina siendo el tema central, atravesando sutilmente la novela, para calmar tanta discriminación y mala energía.
Felipe Polleri, quien cuenta que escribe sus trabajos a mano, con birome, desechando cualquier contacto con computadoras, termina la novela con un anexo en que elogia esta forma de escribir y la actualiza al tono de esta novela: “Se debe clavar la punta de la birome en el borde superior izquierdo de la hoja, agujereando la superficie, y se debe buscar… como se busca una infección enquistada en un cuerpo enfermo. Al final brota una gota de pus y empieza el trabajo”.
Felipe Polleri. La alegría de las mujeres. Editorial Hum. 2021, 168 págs.