Por Melisa Machado.
Regina Ramos nació en San José de Mayo, en 1992. Es profesora de Literatura egresada del Instituto de Profesores Artigas.
Sus tres libros editados obtuvieron reconocimiento de los Premios Nacionales de Literatura: 23 veces Out (Yaugurú, 2017) recibió el Premio Ópera Prima en los Premios Nacionales de Literatura (2019), Señuelo (La Coqueta, 2020) obtuvo primera mención en los Premios Nacionales de Literatura (2021) y Gastronomía de olvido (Pez en el hielo, 2022) obtuvo el incentivo a la edición del llamado Amanda del Instituto Nacional de Letras de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación Cultura.
En 2015 obtuvo una mención de honor con el poemario La penumbra en el espejo, en el concurso de poesía joven organizado por Casa de los Escritores del Uruguay. En 2016, obtuvo mención honorífica en el concurso de poesía joven organizado por el Gobierno Departamental de San José (Uruguay) y la Fundación Pablo Neruda (Chile) por algunos poemas de su poemario 23 veces Out.
En 2016 se incorporó como colaboradora en el proyecto Orientación Poesía y en la antología En el camino de los perros, proyecto que busca difundir a poetas “ultrajóvenes” uruguayos de entre quince y veinte años. En dicha antología participa como ensayista.
Integró diferentes antologías de poesía como Slam FM (Estuario), Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica), y Uruguachas, poesía uruguaya contemporánea (La Coqueta).
Algunas de sus poesías fueron difundidas por revistas literarias digitales latinoamericanas y de España como La ira, Tenso diagonal y Espacio Luke, Círculo de poesía, La noche amarilla, 33+1 voces de poesía uruguaya actual.
¿Qué rasgos del carácter más admirás en vos o en otros?
La flexibilidad. La pienso como la fuerza, la inteligencia, la valentía; todo lo que se necesita para lo adaptativo sin caer en la plasticidad. No es una forma de adaptarse a todo, es un modo de resistir o de estar presente tratando de alcanzar el equilibrio propio sorteando la torpeza de padecer lo rígido. En ocasiones lo rígido se quiebra. Y la sinceridad. Puedo saber con frecuencia cuándo eso no ocurre y así darme cuenta lo inteligente que es alguien o cuánto me subestima, viendo los modos de eludirla. ¡Mejor bruto que poco astuto!
¿Dejarías de escribir poesía?
No. La necesitaría para vivir; ordenar mis ideas; planificar y comunicarme. Aunque me exiliara de la poesía, ella irrumpiría. Porque un poeta, a su pesar o agradecido, nunca deja de serlo. Y si dice que sí es porque nunca lo fue o porque miente. Es más sencillo: ¿qué hace un escritor? Escribe. Deja de escribir cuando se muere y jamás podrá dejar de ser escritor mientras los lectores vuelvan a él por sus obras.
¿Qué esperás de tus amigos?
Que puedan tomar distancia, perspectiva, para apreciar los cambios y así conservar el amor. El ensimismamiento y las ideas fósiles que nos hacemos de los otros agotan la maravilla de crecer juntos.
¿Qué rama del arte admirás más?
La música. Puede lograrse con sencillez o complejidad y siempre genera una repercusión. Ella me acercó la poesía y fue mi juego favorito de infancia: escucharla, bailarla, interpretarla me amplió el mundo. Me es necesaria diariamente como una función vital. Puedo estar días sin leer o escribir, pero no sin música. Esto es algo dicho por otros de muchos modos.
Si tuvieras que elegir a un autor con quien convivir un tiempo, ¿a quién elegirías?
Viviría un tiempo con Clarice Lispector. Nunca hablaríamos directamente de literatura. Sería una gran compañera para hacer paseos, principalmente ir al mar por la mañana. Disfrutaríamos de la buena música, de la comida, de escribir por la noche y compartir textos. Verla fumar me daría ganas de hacerlo, entonces le pediría cigarrillos y se molestaría un poco. También nos aconsejaríamos con las prendas, colores y combinaciones, yo por necesitar de su criterio y ella tan solo por una reafirmación.
¿Hay algún lugar al que te gustaría volver?
Me gustaría volver al sur argentino enamorada y estar un tiempo allí.
¿Cuáles son tus colores, sabores u olores favoritos?
Mi color favorito es el azul. Puede ser elegante, clásico, divertido, transmite calma y profundidad, no cae en connotaciones estridentes o violentas y se lo asocia al cielo, al mar y a la poesía. Me emociona el olor a pan recién horneado. A veces hasta le doy un besito. El sabor del tomate y cuando es parte de salsas, más.
¿Cuáles son las flor que más te gusta y la que no?
Con este cuestionario me doy cuenta que no soy muy interesante, caigo en lugares bastante comunes. La flor que gana terreno en mi predilección y pensamiento es la rosa. Es delicada pero tiene presencia, puede ser sutil o intensa. Tiene un composición a veces simple y a veces compleja. Los colores le dan diferentes atribuciones cuando se trata de obsequiarlas. No en vano tiene su atención en muchas culturas, llegando a estar presente en sus simbologías. No sé si hay una flor que no me guste, pero tal vez el clavel me recuerda al mal gusto y a la muerte. Me contó mi madre que cuando nací una tía le regaló un ramo de claveles rosados. Siempre pensé por qué le llevó esa flor y no otra más bella, pero al clavel rosa le tengo algo de cariño, es la oveja negra de los claveles.
¿Hay algún animal que te gustaría ser?
Me gustaría ser un águila para sobrevolar todo con belleza y precisión. Estar en contacto con el cielo y poder bajar al punto que quiera y me sea conveniente. Tener la libertad de estar sola y ser avistada con admiración. No me gustaría ser una rata. A diferencia del ratón, al que le atribuyo cierta comicidad, la rata está desprovista de cualquier simpatía o virtud, además de parecerme desagradable y de mal indicio. La única rata que me agrada es el maestro Splinter.
¿Cuáles son tus autores favoritos en prosa y en poesía?
Los que me marcaron también los estoy leyendo ahora y volveré a ellos: Felisberto Hernández, Pascal Quignard y Clarice Lispector. En poesía Julio Herrera y Reissig, Julio Inverso, Circe Maia, Ida Vitale y Arthur Rimbaud. Los que estoy leyendo en este momento son: Elder Silva, Jorge Luis Borges y Lucía Delbene.
¿Tenés un músico favorito?
Jim Morrison porque representó y representa los mundos que amo sin dejar afuera el caos que a veces es estar vivo. Es uno de los tantos ejemplos de la complejidad humana y cultural. Fue portador de una belleza que no lo hizo sumiso, lo mismo le sucedió con el éxito. Trasladó la poesía a otros lenguajes artísticos logrando ser un poeta sex symbol en pantalones de cuero sin pretenderlo. Me parece un ser de cualquier tiempo.
¿Tu pintor preferido?
Tal vez sea Édouard Manet. Sus pinturas me trasladan a los lugares y a la historia de sus protagonistas. Me permite pensar un pasado y principalmente a París de un modo poético.
¿Te agrada tu nombre?
Regina. No me aburre; me gusta escucharlo, verlo escrito y su significado. Además me acompaña sin imponerse, sin tenerlo presente. Me resume y cambia en la evocación de los demás.
¿Qué es lo que nunca harías?
Tomar vino y comer sandía. Es una combinación espantosa. Quien inventó la superstición del peligro a morir por combinarlas era alguien que sabía de maridaje y con desesperación quiso hacer un bien común.
¿En qué momentos te ponés a escribir o por qué?
En el momento que quiero, puedo y lo necesito. Lo hago habitualmente por la noche y a veces por la mañana.
¿Escribís a mano, en computadora, en el celular, en cualquier lado?
Hago apuntes a mano y rara vez en las notas del celular. Esto me permite hacerlo en cualquier lado, pero desarrollo y corrijo en la computadora. Diría que escribo en la máquina y a veces a mano.
¿Qué virtud desearías poseer? ¿Cuál poseés?
Desearía cantar hermoso. Creo que poseo a veces algo cercano a la elocuencia, puedo decir lo que necesito de una forma que pueda ser atendida.
¿Cuál es el estado más común de tu ánimo?
La búsqueda.
¿Qué defectos te inspiran mayor indulgencia?
La ignorancia.
Poesía de Regina Ramos
Sobre herraduras
Tengo el magnetismo del campo estampado en la remera.
Aro cuando taconeo la hoja que va rumiando
La Femme Natura Fatale.
Son chistosas nutrias pulso y palabras
que se zambullen presurosas ante la amenaza del olvido y
arrastran tierra hacia adentro de la letra.
Sobona en los garrones se me engancha algún verso
a veces se posa cabizbajo como un tordo,
tordo verso reflexivo.
Pieza del puzzle de la noche bohemia
o águila posada en el ombú existencialista.
Soy de madera
acacia
de pasto-gramilla.
Tengo las manos ásperas con aroma a eucaliptus
pero a veces madre selva.
La mujer bicho.
Negada de elegancia
con desolación de tapera y robustez de monte.
Para mí no se hizo la esbeltez o el histrionismo,
sí un objetivo y un intento.
Hay un manto de pradera que recubre una pieza
esa que solo muestro cuando asoman los dientes
cuando burla la ciudad:
valor.
Telaraña
Escribir porque no alcanza rezar.
Tejer el pentagrama sedoso por los huecos
que están entre los dos secretos.
Ciega en un ángulo blanco la estrategia
porque la sabiduría llega cuando no sirve para nada.
En el vidrio espejado de la copa que soporta
la pirueta se proyecta
la de los dedos ansiosos por sentir.
Escribe porque no le alcanza con rezar.
En el tejido inútil
atrapa los juguetes con los que aprenderá a morir.
Barriga de Buda
Cocino para el futuro.
Ser deseada, ser leída, ser comida.
Tengo la vanidad robusta
remendada por una mujer
alimentada en la falta
una en cada nudillo.
El cuerpo enseñado a boca
a consuelo del espejo rígido
grueso en lo no dicho
de un hijo nieto
o de un verbo sin conjugar:
crecer.