Por Melisa Machado.
Paula Einöder (Montevideo, 1974) es licenciada en Letras por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República, y profesora de inglés. Ha publicado los siguientes libros: La escritura de arcilla, (Ediciones Imaginarias, Montevideo, poesía, 2002), Árbol experimental (Artefato, Montevideo, poesía, 2004), Miranda o el lugar desde donde no se habla: Reflexiones acerca del silencio interpretativo (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Montevideo, ensayo literario, 2004), Opacidad (Editorial La Propia, Montevideo, poesía, 2010), Árbol de arco (baladas) (Deletreo Ediciones, Montevideo, poesía, 2020), Para bálsamo de ruiseñores (Yaugurú Editorial, Montevideo, poesía, 2021) y Transfiguraciones (antología poética 2002-2021)(Editorial Primigenios, Miami, poesía,
2022).
Fue distinguida en los Premios Nacionales de Literatura del MEC, Uruguay, con menciones en Poesía Obra Inédita (2000) y en Poesía Obra Édita (2003), por La escritura de arcilla. También fue distinguida en el mismo concurso, categoría Ensayo Literario Inédito (2000), por Miranda o el lugar desde donde no se habla: Reflexiones acerca del silencio interpretativo. Su poemario inédito Melodía singular obtuvo una mención en los Premios Onetti de Literatura 2020, Uruguay. Logró una mención en los Premios Nacionales de Literatura 2021 del MEC, en Poesía Obra Édita, por Árbol de arco (baladas). Recientemente Para bálsamo de ruiseñores ganó el Tercer Premio de Poesía en los Premios Nacionales de Literatura 2022 del MEC en Poesía Obra Édita. Reside en Alemania. Reside en Alemania.
¿Qué es ser una poeta?
Ser poeta se volvió, de muchas maneras y en muchos sentidos, mi identidad, porque sentía la falta, ya desde niña y más en la adolescencia, de coordenadas que me hicieran sentir parte de algo. Creo que pertenecer, esa sensación de estar en un grupo, nunca la experimenté y al escribir poesía por primera vez me sentí parte de un mundo lleno de misterio y posibilidades. Me sentía como pez en el agua.
¿Por qué y para qué escribís?
Empecé a escribir poesía a los dieciséis años después de haber estado varios años escribiendo cuentos. Leía compulsivamente novelas de detectives, como Agatha Christie, las aventuras de Nancy Drew, etcétera. Así que parecía lo más lógico que me hubiera dedicado a escribir prosa. Igualmente venía escribiendo canciones desde niña y tocaba la guitarra desde los quince años. Pero en el liceo estábamos leyendo mucha poesía y fue bastante natural pasar de escribir canciones a mis primeros poemas. Me acuerdo de Federico García Lorca y su influencia a mis dieciséis años. Más adelante a los dieciocho años leer Trilce, de César Vallejo, fue un antes y un después para escribir poesía. Descubrí una forma nueva, propia, fértil de expresarme. Amanda Berenguer fue una influencia que me marcó mucho también. La verdad es que al escribir poesía encontré un lugar donde ser yo misma, un lugar seguro, fuera de todos los estreses sociales y escolares que sufría de adolescente y adulta joven. Y cuanta más poesía escribía, más quería seguir explorando, descubriendo, encontrando, buscando. Fue un proceso de escritura maravilloso que aún hoy me doy cuenta de que continúa, de que hay un hilo conductor, desde mi niñez y adolescencia hasta el presente.
¿Cómo es tu proceso de escritura?
En realidad la escritura suele buscarme, viene hacia mí a través de temas, obsesiones, recurrencias. La música siempre me funcionó como un disparador de ideas, de sensaciones, de atmósferas. No soy de sentarme en horario de oficina para escribir. Los poemas los suelo escribir en cascada, muy rápido, uno atrás de otro. Después vendrá la lectura y revisión, pero el acto de escribir es un trance, un misterio. Le dicen “entrar en la zona”, también, cuando todo fluye y las palabras se suceden vertiginosamente.
¿Cómo te describirías a ti misma como persona y como poeta?
Soy una persona altamente sensible y me afecta muchísimo lo que sucede tanto en mi vida personal como en el mundo que me rodea. Esa marcada sensibilidad la tengo desde mi infancia y siempre el lado artístico fue muy importante para poder volcar mis emociones. Por ejemplo, a través del songwriting y la música. También el contacto con la naturaleza y los animales es fundamental para mí. Me siento cercana a los niños y animales. Esta sensibilidad es un arma de doble filo, digamos, porque me siento rápidamente desbordada y saturada emocionalmente. Al mismo tiempo, para escribir encuentro muy importante estar en contacto conmigo misma: mi cuerpo, mis emociones. Me gusta mucho comunicarme y hablar de temas profundos, no me sale el small talk. La poesía es lo que más ha perdurado en mi vida a lo largo del tiempo.
¿Cuál es tu pintor preferido?
Me encanta Marc Chagall. Escribí para la facultad una monografía sobre su obra. Es considerado el poeta de la pintura y sus leitmotiv me gustan mucho.
¿Qué te gusta comer?
Me gusta el helado de chocolate.
¿Tu nombre favorito?
Los nombres de mis hijos: Timoteo y Lara Anaïs.
¿Qué hábito ajeno no soportás?
El humo del cigarrillo en la cara.
¿Cómo te gustaría morir?
Si hay que morir, en lo posible, que sea sin sufrimiento.
¿Cuál es el estado más común de tu ánimo?
Soy ciclotímica.
¿Qué defectos te inspiran mayor indulgencia?
La impuntualidad.
¿Tenés una frase o un libro al que recurras habitualmente cuando estás triste o confusa?
“Esto también pasará”.
Poesía de Paula Einöder
Escribiré sin motivo y sin consideraciones.
Agarraré cada palabra bizca y deshecha
y la haré de arcilla.
La pasaré por el fuego. Le daré aliento.
Cada palabra será un hombre.
Poblaré la tierra de palabras. Llenaré páginas de hombres.
Habrá arcilla en vez de tinta.
Escribiré sin volumen. Me cegaré.
No voy a pisar ninguna palabra.
Serán mi bastón.
No voy a buscar al hombre. Porque un hombre
está hecho de texto.
Está tejido de demasiadas palabras.
No voy a buscar al poema. Porque un poema
está hecho de carne.
Está compuesto por demasiados
tejidos y músculos y nervios.
Escribiré sin propósito y sin esquemas.
Pero nadie podrá reprocharme que no haya unido
la palabra con la arcilla, la tinta con la sangre. Además
mi falta de originalidad es buscada.
Lo novedoso y el olvido son lo mismo.
Pero mi poema está escrito.
De eso trata el asunto.
En La escritura de arcilla, Ediciones Imaginarias, Montevideo, 2002.
Alturas
No puedo escribir sin destruir
un poema que es un árbol
lo es porque antes sorbió con creces
las raíces de un poema anterior
y lo dejó petrificado y esquelético
El poema nuevo en cambio
se puso robusto y en flor
Yo estoy aquí
En esta batalla
de sangre –tinta–
de boca –papel–
de hacha –borrar–
Y estoy dispuesta a matar
sin piedad si logro con ello
mi único objetivo
–lo que yo deseo–
hincarle el diente al fruto
más jugoso y maduro
en la punta del árbol.
En Árbol experimental, Artefato, Montevideo, 2004.
dulce y dolorosa espera
en donde empieza este verso
veo las encrucijadas que se han tejido
con la paciencia de Penélope
así te esperaré
amarraré mis agujas de opaco acero
dejaré mi tejido anclado
no visitaré mares lejanos
ni surcaré campos en flor
así te esperaré
destejeré y volveré a tejer el mismo sueño
si pierdo el punto
empezaré una y otra vez
hasta que el tejido tome la forma de tu rostro
y luego lo destejeré una, dos, tres
todas las veces
para que un día
inesperado
cuando regreses
tengas todo el calor acumulado en mi vientre
y me tejas y destejas
una y otra vez
una y otra vez
una y otra vez
En Opacidad, La Propia, Montevideo, 2010.
males de la enfermedad (confesiones)
el mal de las flores
me rodea el cráneo
como una corona
de duras espinas
todos me han
dicho lo mismo
que no hay cura alguna
para estos males
del alma
el mal de las flores
me rodea el cerebro
como un corolario
muy espinoso
todos me han
dicho por igual
que no hay cura alguna
para tan grande
y doliente mal
En Árbol de arco (baladas), Deletreo, Montevideo, 2020.
once
lluvia de endecasílabos de lluvia
porque la lluvia está llena de onces
llueven números de gotas y gotas
de números se llueven en mi pelvis
endecasílabos de lluvia surgen
calan el fondo de mis huesos secos
lluevo muevo mis mares de mar lluevo
mar de sílabas once mares entran
en once sílabas llueve mi pelvis
no seco mi mojado mar de once
sílabas silvas gotas de once huesos
En Para bálsamo de ruiseñores, Yaugurú, Montevideo, 2021.
larvas
pondré las larvas en remojo
para que piensen un poco
las mariposas en lo que fueron
no mancillaré los cuartos de penumbra
la oscuridad de la crisálida
nonata me ampara
dibujaré en las barbas del árbol
mi cuerpo hecho de imágenes
cualquier semejanza
es pura coincidencia
paisaje de ensueño
movimiento rápido de ojos
fuga onírica
rapsodia del silencio
pondré las larvas en remojo
para que piensen un poco
las mariposas en lo que fueron
En Para bálsamo de ruiseñores, Yaugurú, Montevideo, 2021.
Lady Titanic
tengo la maldición del Titanic
y un iceberg en la garganta
me hundo en el hielo del infierno
nunca fue tan helado el fuego
te presto mi barco en trozos
o te doy un pedazo de mi glacial
ser juez y parte
del trayecto que no vuelve
en el viaje más triste
de la nave más loca
soy Lady Titanic
la que nunca se iba a hundir
en sus majestuosos hierros
ahora tengo clavado
el púrpura hastío del náufrago
entre mis cejas de insecto cleptómano
no volveré jamás
a navegar los mares
estaré por siempre ahogada
en el espejo que me atravesó
tengo la tragedia del Titanic
y un iceberg en los ojos
me hundo en el infierno del témpano
nunca fue tan caliente el hielo
En Para bálsamo de ruiseñores, Yaugurú, Montevideo, 2021-.