Por Gabriela Gómez.
En el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) continúan las exposiciones que se inauguraron el 27 de julio, fecha en que se cumplieron cincuenta años del día de la disolución del Parlamento en 1973 y la instalación en el país la dictadura militar. Como parte de las distintas actividades que se han realizado, el EAC presentó tres muestras: ¡Se va a acabar!, bajo la curaduría de Fabiana Puentes y Agustina Rodríguez; Aunque no lo recuerde, de Francesca Cassariego, con curaduría de Fernando Foglino, y Pasar revista, con Denisse Torena como curadora.
Tomando el cántico popular que se revelaba contra el poder de facto, la muestra ¡Se va a acabar! tiene como eje de investigación el campeonato Copa de Oro FIFA de 1980, conocido como Mundialito, y el plebiscito realizado ese mismo año para modificar la Constitución e intentar legitimar la presencia de las Fuerzas Armadas en el gobierno con la consecuente suspensión de derechos de la ciudadanía. Los artistas Luis Camnitzer, Fernando Foglino, Paola Monzillo, Lucía Pittaluga, Mauricio Rodríguez y Elián Stolarsky se manifiestan con distintas técnicas y lenguajes para plasmar su sentir frente a estos acontecimientos que marcaron un antes y después en nuestra historia política y social.
Elián Stolarsky y Paola Monzillo realizan trabajos de video arte, la primera bajo el título ‘En la ingenua comedia que los hombres interpretan’ y Monzillo investiga en la escultura de ‘Los últimos charrúas’, integrando así otra apropiación cultural y territorial como fue el genocidio del pueblo charrúa, y lo relaciona con la representación de la “mascota” del Mundialito: el niño vestido con la casaca celeste que portaba una pluma en la cabeza y que fue el elemento de promoción del campeonato.
La instalación de Fernando Foglino, en principio muy simple y despojada, se vale de un megáfono para reproducir, con la voz de Víctor Hugo Morales –quien editara en 1981 un disco de vinilo con los goles de Uruguay en el Mundialito–, nombrando uno por uno a los detenidos desaparecidos por la dictadura en el mismo tono futbolístico que se relatan los partidos de fútbol.
Lucía Pittaluga presenta un paisaje desde donde emergen pelotas de fútbol con marcas del paso del tiempo, rodeadas de plantas en un terreno embarrado. La artista invita a los visitantes a realizar una visita aún más sensitiva quitándose el calzado e ingresando a este representativo campo de juego.
Mauricio Rodríguez presenta el ‘Gol de la victoria’ por medio de la transmisión en un antiguo televisor, del partido que dio la victoria a Uruguay frente a Brasil y por el que obtiene la copa de Campeones del Mundo. Esta sería la primera transmisión en color para televisión, pero por problemas técnicos se difundió en blanco y negro. Entonces, el artista recrea el gol del triunfo mediante una serie de dibujos elaborados con colores primarios y que en la superposición va conformando la imagen.
Luis Camnitzer realiza una instalación llamada ‘Gol en contra’ por medio de la réplica de la pelota utilizada que fuera usada en el campeonato pero en forma de vela encendida durante la muestra, en referencia a la luz que emerge del fútbol y cómo este entusiasmo, fiesta de comunión y algarabía, se termina consumiendo para transformarse en algo que toma un cariz totalmente opuesto.
Hay una segunda exposición, de gran impacto visual y con un punto de vista muy diferente al que estamos acostumbrados al representar estos años de oscuridad y privación de libertad, a cargo de Francesca Cassariego, que propone en Aunque no lo recuerde contar la historia dolorosa del secuestro del que fue protagonista –con sólo tres años– junto a su madre y hermano en un operativo del Plan Cóndor, permaneciendo desaparecida por casi veinte días. La exposición consta de tres obras separadas e interconectadas: ‘En papel plomo’ es un escrito repujado simulando el papel de cigarrillo con el que se comunicaba la madre con sus hijos y que a la vez permite al espectador verse reflejado en él, formando así, parte de la propuesta. ‘Envueltos’ es una instalación de ocho alfombras enrolladas, colocadas verticalmente, a las que se puede ingresar y donde se puede escuchar audios de relatos de la infancia de la artista. Durante el secuestro, según recuerda el hermano de Cassariego, los niños fueron trasladados dos o tres veces envueltos en alfombras para no ser vistos.
La tercera obra es un video: ‘De vuelta’ recorre el camino hacia el Penal de Libertad, donde estaban los presos políticos y que fuera el lugar de encuentro de tantas familias con sus familiares allí detenidos.
Finalmente, en el subsuelo del EAC se encuentra una exposición que tiene como protagonista al humor que se hacía en esas épocas. Hoy parece casi imposible imaginarse cómo se producían viñetas de humor cuando la censura atacaba todas las publicaciones gráficas, aún más si la ironía y el sarcasmo se interponían como medidas de resistencia. En Pasar revista, Denisse Torena realiza una muy interesante investigación que abarca desde el gobierno de Jorge Pacheco Areco, cuando se instauraron las medidas prontas de seguridad, en 1968, hasta 1982, cuando la democracia ya estaba volviendo pero todavía se cerraban revistas.
Este conjunto de exposiciones que tocan temas y circunstancias que las generaciones más veteranas han vivido es de un gran impacto cultural e histórico. Poder ver cómo se hacía humor en circunstancias extremas y sobreponerse a los cierres y censuras de las publicaciones se ve ahora como una odisea imposible de imaginar. Del mismo modo, poder ver la publicidad que se hacía en los años ochenta y lo que significó un Mundial de fútbol en medio de un plebiscito en que se jugaba la libertad de los años por venir dan cuenta de años que no queremos y esperamos que nunca se repitan.
Espacio de Arte Contemporáneo. ¡Se va a acabar!, Aunque no lo recuerde, Pasar revista. Arenal Grande 1930.