TRANSCURRENCIAS-IN-VISIBLES
Por Daniel Tomasini
El francotirador
El uruguayo Carlos Chino Pazos trabaja como fotógrafo profesional desde 1992 en diversos medios de prensa y en la Facultad de Arquitectura, donde realizó estudios. Esta exposición en la Fundación Atchugarry transmite su mirada de fotógrafo desde Cuba, lugar que quiso visitar antes de que se produjeran los cambios que se avecinan en la era pos Fidel Castro y teniendo en cuenta las nuevas condiciones internacionales. A estos efectos, Pazos viajó a la isla en 2013 y registró la cotidianidad del pueblo cubano, que vive momentos especiales, aunque no han acontecido grandes cambios –en sus automóviles, edificios, el sistema de comidas, entre otros–. En sus propias palabras, “quería retratar el espíritu de Cuba antes de los grandes cambios, antes de que se pierda su esencia revolucionaria”.
Pazos cita con frecuencia al famoso fotógrafo Henri Cartier-Bresson, célebre por “el instante preciso”, circunstancia que evocaba como clave para una buena fotografía. También es célebre su “¡demasiado tarde!”, comentario que sufrieron muchos de sus discípulos.
Desde esta perspectiva del instante, la obra de Pazos hubiera sido muy bien recibida por Cartier-Bresson. El fotógrafo ha logrado tomas instantáneas de los habitantes de la isla, con alto nivel de captación de gestos, miradas, actitudes y atmósferas cuyo resultado es un equilibrado conjunto de datos sociales que en cier ta forma revelan una sociedad compleja. Los líderes revolucionarios cubanos se someten incluso a la estética fotográfica de Pazos, y desde fotos, afiches y similares son portadores de la imagen de la persona y no del ícono. Es la persona lo que le interesa particularmente a Pazos –además de la arquitectura, como él mismo afirma–. Por consiguiente la persona, esa entidad humana con características propias e intransferibles, se convierte en el centro de su especulación artística. Es así que Pazos, que mira con sus ojos hechos lente, descubre el ser invisible que habita en cada uno y que se filtra a través de la mirada, de la postura, de los gestos, de la sonrisa. Su mirada de francotirador se traslada a un solo y minúsculo gesto: la presión de su dedo índice y el disparo fulminante. Busca y atrapa el “silencio interior”, citado también por Cartier-Bresson.
Este viaje por una serie de fotografías de impecable ajuste en luces y sombras, así como de color, nos traslada al momento en que Pazos detuvo el movimiento. De gran calidad técnica y con gran olfato para calibrar el peso de lo humano y el carácter, las fotografías de Pazos constituyen algo más que un documento. Son productos artísticos que colocan su propuesta de valor en el momento particular de una situación particular de un pueblo que vive un destino particular y que defiende la alegría a toda costa, como bien se puede leer en este relato sin palabras.