Por Natalia de León.
El arte conceptual es el movimiento por antonomasia del arte Contemporáneo, y por ende Marcel Duchamp, precursor y principal artista del movimiento, es quien se lleva todos los méritos. Con los ready made elevó cualquier objeto al nivel de obra de arte. Como si fuera la mano del rey Midas que convertía aquello que tocaba en oro, Duchamp logró convertir en obra maestra un urinario, una pala de sacar nieve, un taburete con una rueda de bicicleta atornillada en el asiento, entre otros. El arte conceptual se construye desde la mente y no desde la precepción y apreciación visual. Las ideas son el elemento principal de la obra y lo material pasa a ser secundario, mero soporte necesario para que la obra sea.
Desde el siglo XX los artistas están más insertos y preocupados en la realidad cotidiana que nunca en la historia. En el arte contemporáneo el artista tiene una función social, política, económica y antropológica. Nos cuenta de nosotros mismos, de nuestros defectos y virtudes y de nuestras preocupaciones. Nos cuestiona y nos moviliza para salir de la modorra cotidiana. La materia prima es entonces el propio mundo, nuestras miserias y mezquindades, y nuestros aciertos y buenas nuevas. La obra comienza con la inquietud en la mente del artista arraigada en un realidad de la cual es parte activa.
La fotografía fue desde sus orígenes llamada a inmortalizar al sujeto, cargada de un sentimentalismo y valor simbólico del que no ha podido separarse. Inmediatamente a su aparición, la fotografía se convirtió en un ritual cotidiano del que todas las personas participamos activa o pasivamente. El retrato del ser amado en la billetera es una práctica que acompaña la unión y el amor mientras dure, es la apropiación del otro a partir de su imagen; o la eternidad en el caso de la foto del que se fue de este mundo y todavía está en un portarretratos mirándonos desde un instante preciso y precioso que se volvió presente eterno. Hoy eso que estaba dedicado a los lugares privados de la vida de cada uno, se encuentra sin filtros disponible a todos. Las redes sociales, flickr, tumblr y todas las plataformas desde las cuales compartir y comentar la vida, son la metáfora de una intimidad pública. Una construcción virtual del ser, que interactúa y se posiciona sin importar la coherencia o verosimilitud de quien comanda desde su computadora. Uno no sólo se muestra a través de las redes, se construye como ser virtual real.
En la modernidad de las cámaras digitales ya no son los grandes momentos los dignos de eternización, cada instante es meritorio de registro; internet agrega una posibilidad más, todo es publicable, y todos podemos ver que pasa en la vida de los otros. Es el paraíso del voyeur al alcance de la mano. Interrogado por Dossier, Joachim Schmid habla de las nuevas estructuras sociales que condicionan también nuestra producción artística: Estamos al inicio de un viaje un tanto complicado y me temo que no tenemos idea sobre su rumbo, su dimensión, su complejidad y sus implicancias. Ahora todos somos fotógrafos. Miles de millones de fotos son el pegamento social que vincula (y separa) a las personas globalmente. La proliferación de producción de imágenes devalúa la fotografía individual (video, libro, performance …). Más y más personas descubren los placeres de la creatividad. Nuevas formas emergen y se difunden, y podemos observar el proceso en tiempo real. Técnicas baratas y disponibles en la mano de todos desafían los medios tradicionales de noticias así como también a la industria del entretenimiento. Esto sólo para nombrar algunos aspectos.
Es desde este discurso social contemporáneo, contestatario y vertiginoso que Schmid comienza a construir su propio lenguaje, primero como crítico y luego como artista. Su carrera comienza hace cuarenta años en la publicación alemana Fotokritik, una revista dedicada a la crítica fotográfica donde Schmid comenzó a reflexionar en torno a la fotografía amateur como una práctica que rápidamente se convertiría en paradigma de la sociedad. Durante su carrera artística el autor ha desarrollado muchos proyectos a partir de fotografías encontradas, convirtiéndose en uno de los exponentes fundamentales del género artístico que lleva por nombre justamente Found Photographs, y que se basa en la recolección de imágenes perdidas, desechadas, y nunca reclamadas por autores y sujetos fotografiados que desconocemos. Esta práctica se he visto exponenciada con las redes sociales y los sitios como Flickr y Facebook donde la gente sube constantemente fotografías de su vida cotidiana.
Bilder von der Straße (Pictures from the Street), este trabajo que marcó su carrera comenzó con la recolección de las imágenes desechadas por otros en las calles de Berlín y París principalmente, o compradas en mercados de pulgas; algunas como nuevas, y otras muy destruidas, muchas veces rotas a propósito. Con el arribo de lo digital cada vez se volvió más difícil e inútil esta búsqueda, por lo que hoy se finaliza la obra con la publicación de cuatro tomos que reúnen el total del proyecto.
La estética de la obra de Joachim Schmid es la de la vida misma, no hay distancia entre ambos discursos visuales, el del campo del arte y el de la cotidianeidad. Esta elección no es casual ni aislada en la historia del arte; desde los años setenta lo banal como estética o como sujeto artístico ha ido solidificándose como natural, y acercando el mundo artístico al mundo real hasta volverlos en este caso indiferenciables. Fotógrafos como Nan Goldin, Larry Clark, Richard Billingham y tantos otros han hecho desconfiar a los puritanos de la academia. Esta vez el artista ni se toma el trabajo de hacer las fotografías, las toma directamente de lo que otros civiles comunes han hecho, generando así en el mundo del arte una nueva práctica visual, que enfrenta la fotografía como arte, situándola en un discurso artístico nuevo que coincide con el discurso social.
A través de su obra y con el talento de Duchamp, el artista nos coloca a todos en el campo del arte y pone en juego varios valores artísticos que son parte de su experiencia creativa y que están en juego también en el arte contemporáneo: La acumulación como estética y como preocupación ecológica en el mundo actual; la calidad estética y técnica de las obras para validarlas dentro del campo del arte; el concepto de autoría y de apropiacionismo, a quién pertenece la obra, nociones de autor material e intelectual que está ligado a la originalidad de cada trabajo.
Sin intención su mirada y su elección de trabajo es de una crítica tenaz a la producción artística histórica, y a la función de la fotografía y del fotógrafo en sí en este mundo. Con cada publicación parece preguntarnos: ¿Qué es la fotografía y qué futuro tiene en la historia del arte? Imposible saberlo en un mundo cuyas estructuras cambian tan rápido, donde las crisis se suceden en todos los ámbitos y es imposible predecir dónde vamos a estar como sociedad en pocos años, a dónde nos lleva la tecnología, a dónde las diferencias sociales, a dónde las crisis económicas, etc. En sus propias palabras, Schmid nos dice que Predecir el futuro es tan ridículo como predecir la trayectoria de una uña del pie cortada. Sólo una cosa es segura: será diferente del presente. El cambio viene inevitablemente tanto con ganancias como con pérdidas.
Un último aspecto de la vida de este artista quisimos tratar con él. Joachim Schmid, así como el arte hoy, se enfrenta a nuevos desafíos, el apropiacionismo como recurso o las nuevas tecnologías con sus novedosas formas de publicación y de difusión que llevan a buscar una redefinición de los derechos de propiedad intelectual y comercial de las obras. Estos derechos están basados en realidades del siglo XIX que resultan inadaptables al mundo actual. Schmid pertenece a un grupo de artistas, intelectuales y civiles enfrentados en una batalla entre los antiguos códigos que regían los derechos de propiedad intelectual y comercial de las obras, y los nuevos. Al respecto Schmid considera que El Copyright es uno de los viejos logros en riesgo. La propiedad intelectual que conocemos y a la que estamos acostumbrados ya no es adecuada para los desafíos de los tiempos modernos. Actualmente, la mayoría de las discusiones sobre una reforma de la propiedad intelectual están dominadas y dirigidas por los grupos con mucho dinero. La mayoría de las propuestas por una nueva ley de propiedad intelectual buscan proteger a las editoriales, productores, etc; y no a los autores. Hay una tendencia fatal a entregar el control de la información a largo plazo a un número limitado de corporaciones internacionales. Debemos permitir la circulación de la información y debemos proteger a los autores.
Coherente a este planteo él y otros artistas fundan ABC (Artists’ Books Cooperative) una red creada por y para artistas que busca impulsar y animar la difusión del arte y la promoción de artistas. La edición y publicación es a través de plataformas virtuales dedicadas a estos efectos, y que cualquier internauta puede encomendar desde el mismo sitio. ABC trabaja con Blurb y con Lulu.
¿Hacia dónde están yendo los procesos creativos, hacia dónde los soportes y las estéticas que los rigen, o las leyes que los protegen? El mundo del arte no escapa a los cambios radicales de la modernidad, y sobre todo a su incertidumbre.