Lo bueno no pasa de moda
El Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) presenta, apoyado por el Ministerio de Educación y Cultura, la Embajada de Italia en Uruguay, la Asociación Latinoamericana de Diseño y la Fondazione Sartirana Arte, una muestra antológica del diseño italiano titulada La Dolce Vita, término que conectamos inconscientemente a la Belle epóque francesa a principios del siglo veinte, contemporánea del Art Nouveau, el primer estilo de diseño integral internacional que aparece en el horizonte cultural europeo de la primera posguerra.
Esta exposición demuestra la creatividad italiana en todo su esplendor, desde los años 1950 hasta la actualidad, y recoge una verdadera aventura creativa que se inicia en la difícil segunda posguerra europea, que puso a prueba el espíritu de superación de todos los pueblos afectados por la conflagración. No están presentes marcas emblemáticas como Olivetti, por ejemplo, que sin embargo de alguna manera se perciben dentro del espíritu que impregna la obra, de notable calidad tanto en el diseño industrial como textil, llegando incluso con ciertos perfiles artísticos muy curiosos.
Debemos hacer un pequeño paréntesis en este momento, donde surge el tema del arte, que a menudo se menciona en contraposición con el diseño. Desde hace bastante tiempo está presente el debate entre el diseño y el arte. Para comenzar es notorio concluir que si una exposición de diseño se presenta en un espacio destinado a las artes, obviamente aquel se encuentra incluido en esta categoría. Este fenómeno es observable en todo el mundo en este momento, lo cual indica una tendencia que es justamente la de considerar el diseño como una manifestación artística. Los argumentos en contrario podrían presentarse agrupados en un sentido ideológico en tanto quien, por ejemplo, niegue la economía de mercado podría defender la tesis de que el diseño no es arte, en tanto éste responde a las exigencias de aquél. El arte se encontraría por lo tanto, en principio, no sirviendo al mercado y, por otra parte, el artista sería más libre que el diseñador en tanto no depende de un cliente. En este último sentido tal vez se encuentre un argumento algo más válido como para sostener la supremacía artística del arte sobre el diseño, aunque, si hilamos fino, siempre encontraremos algún tipo de condicionamiento en toda actividad artística.
Otro argumento que se esgrime es que el arte no sirve para nada, en su sentido funcional práctico, lo cual es ciertamente verdad en tanto el individuo biológico no lo necesita. Tampoco necesita de la filosofía y aunque el mismo Aristóteles sostenía que también la filosofía no servía para nada, es notorio que por alguna razón el célebre filósofo le dedicó a ésta toda su vida y todas sus energías. En realidad, la función del arte en tan variada, compleja y categórica que una vez comprendida, se entenderá que la frase “no sirve para nada” es por lo menos una falacia. En primer lugar, sirve para mantener al artista en sus necesidades físicas, que no es poco. Pretender que un artista profesional no reciba algo a cambio de su tiempo y su trabajo es una ficción, por lo menos en la sociedad contemporánea actual. En segundo lugar, el arte ha montado un dispositivo económico-cultural tan intrincado y complejo, que podríamos decir que miles y miles de personas hacen uso de él en las innumerables profesiones que le están relacionadas, desde la restauración hasta la curaduría, incluida la diplomacia y obviamente, la economía.
Deslindado el problema de la utilidad y la función, que en definitiva sólo corresponde a subjetivos puntos de vista, indagaremos más a fondo en el verdadero problema que afecta al arte y también al diseño. Este problema se resume en “la forma” y su directa consecuencia: su sentido estético, del cual deriva el llamado “placer estético”. El buen diseño articula el sentido estético (lo que en términos usuales se denomina “buen gusto”) con la utilidad, término que debemos cuidadosamente separar de la comodidad. En este sentido es necesario subrayar que el buen diseñador busca tanto el confort y la practicidad como la belleza. Decimos belleza en sentido genérico y comprensible por todos, dado que este concepto, profundamente cultural, debe ser leído en un contexto determinado. Sea como sea, es innegable que el diseño debe poseer cualidades artísticas para ser considerado como tal. Por lo tanto, el término va asociado a creación estética y en términos generales podemos establecer dos momentos: uno de la contemplación y otra del funcionalismo.
Un edificio de Frank Gehry, por ejemplo, es un volumen escultórico, a la par de un edificio habitable, con todos los requerimientos que su programa le exige. Para este arquitecto, construir es diseñar. En estos términos se manejan todos los grandes diseñadores, que en el caso italiano tienen como antecedentes la intuición de los primeros pioneros, en general arquitectos como Giotto Stoppino (1926-2011) que en sus comienzos buscaron el apoyo de algunos artistas para llevar adelante sus ideas. Estos pioneros sentaron las bases del diseño italiano, líder mundial en la actualidad, aún cuando también en algunos casos recogen el legado de la formidable Bauhaus, sobre todo en sillerías de caño.
Este último detalle, así como otros muchos datos sumamente interesantes sobre la historia, la génesis y el desarrollo del diseño italiano se lo debemos al Prof. Paolo Bergomi, diseñador y presidente de la Asociación Latinoamericana de Diseño, quien muy amablemente instruyó a los visitantes del MNAV sobre esta exposición que es su tema profesional y que defiende con pasión.
Sillas y sillones de diversos tipos, plegables y fijas, realizadas en varios tipos de material, luminarias de las más variadas, indumentaria: abrigos, chalecos, blazers, herrajes, percheros, floreros, mesas y escritorios son un ejemplo del “estilo italiano”. La mayoría de estos objetos de diseño industrial se pueden considerar clásicos, dado que se han consolidado en tanto marcas, resultado de la pujanza y la confianza de empresas como: Poggi, Zanotta, Kartell, Memphis, entre otras. Citemos a algunos diseñadores que se encuentran presentes en este arco del tiempo pertenecientes a dichas empresas: Albini, Helg, Magistrelli Castiglioni, Zanuso, Progetti, Terragni, Mucchi, Mollino, Starck, Castelli, Sottsass, etcétera (hacemos notar que el famoso Philippe Starck, de origen francés, forma parte del equipo de Kartell).
Por otra parte, en el rubro vestimenta las muestras del famoso diseñador Versace demuestran la calidad artística de sus prendas de vestir que se definen con el término de “elegancia”. Hay que hacer notar el inteligente uso del color (medio que se considera exclusivo de la pintura, generalmente) en todas estas producciones. Es el color aplicado al objeto, en sentido volumétrico, tridimensional. El plástico está representado en sus primeras utilizaciones hacia el diseño, cuando aún era un material experimental, por lo tanto la relación forma-materia es alcanzada en altísimo nivel en todas estas producciones.
Bergomi hablaba de la especialización y se refería a un modo de producción que prácticamente es inusual en América Latina. Contaba que por ejemplo, para fabricar una silla, una determinada localidad en Italia (Udine) se dedicaba a fabricar su pata izquierda y otra localidad la derecha. La silla misma se ensamblaba en otro lugar. Hay pueblos, por ejemplo (siguiendo la narración de Bergomi) que se dedican a hacer hojas de cuchillo, y otros que fabrican otra parte del producto, etc. Esta modalidad aparece como muy curiosa pero determina entre otras la excelencia en la calidad del producto. En tanto paradigmas del diseño automotor, y aunque no están representados aquí, el referido diseñador citaba marcas muy familiares, como el Topolino, el Fiat, la Vespa y la Lambretta, todos surgidos de necesidades contingentes y específicas que la creatividad italiana ha desarrollado con proyección mundial. Como dice Bergomi, “el buen diseño no pasa de moda”.
Muestra: La Dolce Vita: Diseño y estilo italiano.
Artistas: Stoppino, Albini , Helg, Magistretti, Castiglioni , Zanuso, Progetti, Kuhne, Rasulo, Terragni, De Paz, D´Urbino, Lomazzi, Colombo, Mucchi, Gatti, Paolini, Teodoro, Palomba, Pillet, Mollino, Wanders, Jouin, Starck, Castelli, Severen, Buoroullec, Urquiola, Lissoni, Meda, Sottsass, De Lucchi, Zompi, Pirro, Basilito, Magistretti, Castiglioni, Frattini, Gismondi, Anastasio, De Bevilacqua, Rizzatto, Deganello, Lovegrove, Polato, Chiesa, Ingrand, Ponti, Santachiara, Deganello, Tusquez, Lodola, Carmi.
Lugar: Museo Nacional de Artes Visuales. Herrera y Reissig y Tomás Giribaldi, Parque Rodó.
Fecha: 20 de febrero – 27 de abril 2014.